El juicio histórico a Bolsonaro: ¿acto de justicia o teatro político?

Un análisis a fondo del polémico juicio por intento de golpe de Estado que sacude a Brasil y sus posibles consecuencias políticas

El escenario político brasileño ha vuelto a colocarse en el centro del debate internacional debido a un juicio sin precedentes: el proceso por intento de golpe de Estado contra el expresidente Jair Bolsonaro. Lo que muchos califican como un paso firme del poder judicial hacia la defensa de la democracia, otros lo tildan de una persecución política con tintes teatrales. En esta columna de análisis, repasamos el desarrollo del juicio, las implicaciones legales y políticas, y lo que podría significar para el futuro de Brasil.

¿De qué se acusa a Jair Bolsonaro?

El expresidente de Brasil se enfrenta a cinco cargos judiciales, todos en el marco de una supuesta trama para mantenerse ilegalmente en el poder tras perder las elecciones de 2022 frente a Luiz Inácio Lula da Silva. Los cargos específicos son:

  • Intento de golpe de Estado
  • Organización criminal armada
  • Intento de violenta abolición del Estado Democrático de Derecho
  • Daños calificados por violencia
  • Amenaza grave contra bienes del Estado y deterioro de patrimonio protegido

Esta intensa cadena de acusaciones tiene como punto de inflexión los sucesos del 8 de enero de 2023, cuando una turba de simpatizantes del expresidente asaltó y destruyó instalaciones gubernamentales en Brasilia, en un eco aterradoramente similar al asalto al Capitolio en Estados Unidos en 2021.

El voto disidente de Luiz Fux: ¿un salvavidas o ruido en el proceso?

La jornada clave del juicio ocurrió el miércoles 10 de septiembre de 2025, cuando el magistrado Luiz Fux, miembro del Supremo Tribunal Federal (STF), rompió con la línea dura seguida por dos colegas que ya habían votado por declarar culpable al exmandatario.

Fux argumentó que no había pruebas suficientes para condenar a Bolsonaro por ninguno de los cargos presentados: “Nadie puede ser castigado por la simple cogitación”, dijo, recalcando que para que un golpe de Estado pueda considerarse penalmente como tal, “debe derivarse de acciones concatenadas de grupos organizados con recursos y estrategia para sustituir al poder”.

Esta declaración creó una grieta política y jurídica, dando nuevas armas a la defensa del exmandatario, liderada por el abogado Celso Villardi, quien afirmó sentirse “vindicado” por lo que calificó como “un voto técnico”.

Reacciones y polarización política

Como era de esperarse, el voto de Fux provocó una avalancha de expresiones tanto de apoyo como de repudio:

  • Aliados de Bolsonaro celebraron el voto como un acto de valentía y respeto al debido proceso.
  • En redes sociales, personalidades como Jason Miller —estrecho aliado de Donald Trump— aseguraron que Fux “está destruyendo totalmente” el caso del relator Alexandre de Moraes.
  • El diputado Lindbergh Farias del Partido de los Trabajadores calificó la decisión como una “absolución del jefe culpando al mayordomo”, en alusión a la condena paralela del exayudante Mauro Cid, quien testificó contra Bolsonaro.

El efecto del voto disidente de Fux va más allá del juicio en sí mismo. Según Carlos Melo, politólogo de la Universidad Insper, “aunque no cambiará el resultado final del juicio, sí proveerá elementos clave para la narrativa bolsonarista. Las frases cortas y contundentes de Fux serán utilizadas durante mucho tiempo”.

¿Puede el voto de Fux cambiar la sentencia final?

Pese al fuerte impacto mediático del alegato de Fux, se prevé que el resto del tribunal mantenga la línea de condena, especialmente los jueces Cármen Lúcia y Cristiano Zanin, cuyos votos definirán la sentencia final antes del viernes 12 de septiembre.

Expertos jurídicos como Augusto de Arruda Botelho, exsecretario nacional de justicia de Brasil, sostienen que “el voto de Fux, por sí solo, no cambiará el desenlace. La Corte Suprema suele convocar al pleno de 11 jueces sólo cuando hay al menos dos votos disidentes”.

Esto indica que, aunque la defensa de Bolsonaro podrá apelar, la apuesta de Fux representaría más un movimiento táctico que una victoria definitiva.

Impacto electoral y político a largo plazo

El juicio no puede analizarse fuera del contexto político y de las elecciones generales de 2026. Declarar culpable al exmandatario podría consolidar el liderazgo de Lula, pero también estimular a la oposición a reagruparse en torno a una nueva figura bolsonarista.

Desde junio de 2023, Bolsonaro ya se encuentra inhabilitado para presentarse a elecciones hasta 2030 debido a una sentencia por abuso de poder. Sin embargo, si resulta condenado por los cargos actuales, las presiones para que designe un “heredero político” aumentarán. Posibles sucesores como Tarcísio de Freitas, gobernador de São Paulo, comienzan a cobrar presencia en el tablero nacional.

Por otro lado, un fallo adverso para Bolsonaro podría motivar a sus aliados parlamentarios a buscar una amnistía legislativa como medida equilibrante, lo cual reabriría un frente de lucha entre el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

La diplomacia en juego: Trump, aranceles e injerencias

La narrativa de persecución ha trascendido fronteras. Donald Trump, aliado ideológico de Bolsonaro, ha vinculado la posible condena a una represalia comercial: propuso un arancel del 50% a productos brasileños importados a EE.UU., calificando el juicio como una “caza de brujas”.

Este gesto podría derivar en una escalada diplomática entre Brasil y Estados Unidos, especialmente si se complementa con nuevas sanciones unilaterales por parte del Departamento de Estado o del Congreso estadounidense.

Brasil, como número 12 en el ranking de mayores economías globales, mantiene importantes relaciones económicas con socios del norte, por lo que el deterioro diplomático podría afectar inversiones, acuerdos comerciales y la posición de Lula en el contexto internacional.

¿Y ahora qué?

El juicio avanza, y con él se redefine el mapa político brasileño. Los últimos votos de la Corte Suprema serán cruciales no solo para determinar el destino de Bolsonaro, sino también como precedente para el tratamiento de crisis institucionales en América Latina.

El juicio de Bolsonaro es una prueba de fuego para la joven democracia brasileña, cuyos pilares legales y políticos están a prueba. Más allá de la culpabilidad o inocencia de un hombre, lo que está en juego es mucho más profundo: la resiliencia de las instituciones, la interpretación del derecho penal contemporáneo y la lucha entre el populismo y el Estado de Derecho.

De momento, lo único claro es que Brasil seguirá escribiendo historia mientras el mundo observa.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press