Francia en crisis política: ¿puede Sébastien Lecornu salvar el gobierno de Macron?

El nuevo primer ministro enfrenta un Parlamento fragmentado, amenazas de moción de censura y masivas protestas sociales mientras Francia lucha por mantener la estabilidad en medio del caos político.

Un relevo en el poder marcado por el caos

Francia atraviesa una de sus etapas más turbulentas en los últimos años. La rápida sucesión de primeros ministros y las constantes disputas parlamentarias son reflejo de una profunda crisis institucional que tiene como nuevo protagonista a Sébastien Lecornu, el recién nombrado primer ministro tras la caída de François Bayrou debido a una moción de censura.

El miércoles 10 de septiembre, Lecornu asumió oficialmente la jefatura del Ejecutivo francés en medio de manifestaciones masivas y una declaración inequívoca de oposición por parte de diferentes fuerzas políticas. Su nombramiento, lejos de apaciguar los ánimos, parece haber intensificado la tensión en un país donde el malestar ciudadano ha evolucionado de la protesta social al descrédito de la institucionalidad.

“Bloquearlo todo”: La jornada nacional de protestas

Ese mismo día, miles de ciudadanos salieron a las calles bajo el lema “Bloquearlo todo”, una consigna que resume el hartazgo social frente a las políticas impulsadas por Emmanuel Macron desde su llegada al poder en 2017. Entre los motivos de las protestas destacan las reformas jubilatorias, los recortes presupuestarios, la inflación y una percepción generalizada de desconexión entre el poder político y la ciudadanía.

Los principales sindicatos y colectivos de izquierda criticaron duramente el nombramiento de Lecornu, exministro de Defensa y estrecho aliado del presidente. Consideran que su perfil es exactamente lo que Francia no necesita: más centralismo, verticalidad política y menos escucha social.

Un Parlamento fragmentado, terreno minado

Tras las elecciones anticipadas de 2024 impulsadas por Macron en un intento por fortalecer su mayoría, el mapa parlamentario ha quedado completamente roto. Actualmente, las fuerzas de ultraderecha y de izquierda radical suman más de 320 escaños en la Asamblea Nacional, contrapeso que deja a los macronistas y sus aliados centroderechistas con apenas 210 escaños.

Este desequilibrio convierte en una odisea la aprobación de reformas clave como el presupuesto nacional o tratados internacionales. De hecho, la moción de censura que derribó al gobierno anterior es apenas una muestra de lo que podría enfrentar Lecornu en las próximas semanas.

La amenaza inminente de una nueva moción de censura

El partido Francia Insumisa, liderado por Jean-Luc Mélenchon, ya ha advertido que presentará una nueva moción si Lecornu no convoca a un voto de confianza al reiniciarse la actividad parlamentaria. Esta jugada busca obligar al Ejecutivo a someterse al escrutinio directo del Legislativo desde el primer momento y muestra la desconfianza de la oposición frente al nuevo primer ministro.

Como explicaba la politóloga Dominique Reynié en el diario Le Monde, “la situación institucional que vive Francia se parece peligrosamente a la Cuarta República”, en referencia al periodo inestable de posguerra marcado por gobiernos efímeros y fuerte injerencia del Parlamento.

Marine Le Pen y el auge de la ultraderecha

Uno de los actores más beneficiados del caos actual es el Rassemblement National, partido de extrema derecha liderado por Marine Le Pen. Su reacción tras el nombramiento de Lecornu fue tajante: “El presidente Macron apuesta todo por su círculo más fiel. Esto no terminará bien”, dijo, anticipando que Francia podría estar encaminándose a nuevas elecciones anticipadas si el actual gobierno no logra sostenerse.

Los sondeos refuerzan sus palabras. Según un estudio reciente de IFOP, el partido de Le Pen lidera la intención de voto con un 28%, seguido por las formaciones de izquierda con un 25% y el bloque macronista rezagado con apenas un 18%. En otras palabras, el clima es propicio para un cambio de rumbo radical en la política francesa.

Lecornu, entre la presión social y la urgencia presupuestaria

Lecornu ha declarado públicamente que su prioridad inmediata será negociar el presupuesto del país, una tarea desafiante sin mayoría parlamentaria. Por indicación directa de Macron, el nuevo primer ministro deberá consultar a todos los partidos antes de definir el próximo equipo de gobierno y presentar una propuesta de ley de gasto que evite la parálisis institucional.

“Tendremos que cambiar, ser más técnicos, más serios y más creativos en nuestra relación con las oposiciones”, declaró Lecornu en su primer discurso oficial.

Su estrategia pasa por formar un gabinete más colaborativo y, posiblemente, incluir perfiles técnicos con capacidad de negociación y disposición a dialogar con frentes políticos diversos. Pero el margen de maniobra es estrecho y el tiempo corre en contra: según el calendario oficial, las deliberaciones para el presupuesto deberán comenzar en los próximos 30 días.

Francia sin rumbo claro

Los recientes cambios en el gobierno francés no parecen estar trazando un camino claro. Con siete primeros ministros nombrados desde 2017, Macron ha batido un récord de inestabilidad que hasta hace poco era impensable en la V República. Esta falta de continuidad debilita aún más la capacidad del Ejecutivo para generar confianza, tanto en los mercados financieros como en la sociedad francesa.

“La estabilidad política se ha convertido en una anomalía en Francia”, sostiene Bruno Cautrès, investigador del Centre de recherches politiques de Sciences Po (CEVIPOF). Según Cautrès, el país sufre una combinación explosiva de fatiga democrática, polarización ideológica y una ciudadanía cada vez más desencantada del sistema representativo.

¿Nuevo comienzo o el comienzo del fin?

Mientras Lecornu se enfrenta a una de las tareas más complicadas de su carrera —reconstruir la gobernabilidad en medio del caos—, crecen las voces que auguran la implosión final del macronismo. La presión de las calles, la hostilidad parlamentaria y el protagonismo de los extremos políticos podrían forzar nuevas elecciones legislativas a corto plazo, abriendo un escenario altamente incierto para los próximos años.

Para millones de ciudadanos franceses, la pregunta clave ya no es si el gobierno actual sobrevivirá sino qué vendrá después. ¿Un gobierno de unidad nacional? ¿La victoria de la ultraderecha en comicios anticipados? ¿Una refundación constitucional que devuelva estabilidad al sistema?

Lo único claro es que Francia entra en un ciclo decisivo para su democracia. Y que figuras como Sébastien Lecornu serán piezas clave, para bien o para mal, en el tablero político de los próximos meses.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press