Gaza, Qatar y la nueva encrucijada del conflicto: ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Israel?
Los recientes ataques israelíes en Doha y contra una flotilla humanitaria cambian el tablero diplomático global en torno al conflicto en Gaza.
Por segunda noche consecutiva, una flotilla internacional con rumbo a Gaza ha sido atacada. Esta vez, la embarcación británica ‘Alma’, anclada en aguas tunecinas, fue blanco de proyectiles incendiarios presuntamente lanzados por drones. Ningún tripulante resultó herido, pero el mensaje es claro: alguien no quiere que esta misión llegue a su destino. En paralelo, un ataque aéreo israelí en Doha ha significado una peligrosa escalada contra una nación del Golfo tradicionalmente neutral, despertando indignación regional y global.
Una flotilla bajo fuego: la ‘Global Sumud Flotilla’
La Global Sumud Flotilla, compuesta por unas 20 embarcaciones, zarpó del puerto de Barcelona el 1 de septiembre con una misión simbólica: llevar ayuda humanitaria a Gaza y romper el bloqueo israelí. Después de su paso por aguas tunecinas, han sufrido dos ataques consecutivos, ambos sin víctimas, pero claramente intimidatorios.
Un comunicado de la flotilla declaró:
“Estos ataques repetidos se producen en medio de una intensificación de la agresión israelí contra los palestinos en Gaza, y constituyen un intento deliberado de distraer y desviar nuestra misión.”
Las imágenes compartidas muestran a los activistas señalando al cielo y gritando “¡fuego!” mientras los proyectiles caen en la cubierta. Las autoridades tunecinas han iniciado una investigación, aunque minimizan la implicación de drones.
Doha en la mira: el ataque a Qatar como factor de desestabilización diplomática
Mientras tanto, Israel ha elevado el conflicto a un nuevo terreno con un ataque aéreo en Doha, capital de Qatar. El blanco del bombardeo: líderes de Hamas reunidos para evaluar una propuesta de tregua elaborada por Estados Unidos. Aunque los altos mandos del grupo islamista salieron ilesos, el ataque dejó como saldo la muerte de cinco miembros menores de Hamas, un agente de seguridad qatarí y varios heridos.
Este hecho ha generado el repudio de múltiples actores regionales e internacionales. El Centro Soufan, un think tank con sede en Nueva York, analizó el impacto del bombardeo como un error estratégico:
“Al atacar un Estado del Consejo de Cooperación del Golfo como Qatar, Israel arriesga el tejido de los Acuerdos de Abraham y deteriora seriamente la frágil arquitectura diplomática con sus socios árabes.”
La pregunta clave ahora es: si una nación como Qatar, con trayectoria neutral y rol mediador, puede ser atacada por intentar facilitar una solución pacífica, ¿quién más se atreverá a mediar?
Von der Leyen cambia de tono: Europa vuelve a mirar a Gaza
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, sorprendió el miércoles con un fuerte cambio de postura. Anteriormente percibida como simpatizante de las acciones de Netanyahu, denunció la “hambruna provocada” en Gaza como crimen de guerra:
“Por el bien de los niños, por el bien de la humanidad: esto debe parar.”
Además, el bloque europeo estudia la imposición de sanciones y una suspensión parcial de los acuerdos comerciales con Israel, aunque no existe consenso entre los 27 Estados miembro. La UE también lanzará un grupo de donantes para Palestina, centrado en la reconstrucción de Gaza a partir del próximo mes.
Qatar enfrenta a Israel y acusa a EE. UU.
El emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, responsabilizó a Israel del ataque y advirtió sobre las consecuencias para la estabilidad regional. Según declaraciones oficiales, Qatar no fue advertido con anterioridad por Washington. El primer ministro qatarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, añadió:
“Los estadounidenses nos notificaron del ataque diez minutos después de que ocurriera.”
Esto contradice la versión estadounidense, que aseguraba haber dado la alerta. Qatar, no obstante, cuenta con un robusto sistema de defensa aérea, incluyendo baterías Patriot y THAAD, lo que sugiere que el ataque fue realizado con misiles de largo alcance lanzados desde el Golfo, sin ingresar a su espacio aéreo.
Una región en constante tensión
No es la primera vez que la guerra entre Israel y Hamas presenta efectos colaterales geopolíticos. Pero este ataque a Qatar marca una nueva etapa. Al ser un país que acoge la sede de Al Jazeera, mantiene relaciones con Estados Unidos y abriga mediaciones cruciales, su vulnerabilidad preocupa a toda la región.
Japón, por ejemplo, condenó enérgicamente el ataque, solicitando un retorno inmediato a las negociaciones de paz. Algo parecido hicieron Turquía y Malasia, y se espera que el tema se trate en la próxima cumbre del G20 en Nueva Delhi.
La opinión pública y los medios: otra batalla abierta
El control de la narrativa también está siendo disputado. Al Jazeera calificó el ataque como “una agresión brutal”, mientras que otros medios, como el canal saudita Al Arabiya, han evitado abordar el tema directamente, reflejo de las tensiones internas entre los países del Golfo respecto a su posición ante Israel.
No hay que olvidar que Israel mantiene un conflicto diplomático con Qatar desde que prohibió a Al Jazeera operar en su territorio. Esto solo ha intensificado la rivalidad mediática y política.
Myanmar: represión paralela, ecos autoritarios
Si bien alejado geográficamente, el caso de Myanmar también entra en juego dentro del contexto de represión estatal ante posturas críticas. Un joven de 36 años ha sido condenado a siete años de trabajos forzados simplemente por cuestionar los preparativos electorales del régimen militar en Facebook. Myanmar, desde el golpe de Estado en 2021, ha pasado de dictadura a guerra civil, y sus elecciones son vistas como una farsa para legitimar el poder militar.
Este ejemplo refuerza lo que ocurre en Palestina o en Qatar: un patrón creciente de criminalización del disenso, represión de la sociedad civil y uso de la fuerza como respuesta a demandas de diálogo.
¿A dónde se dirige el equilibrio regional?
La escalada israelí reciente apunta a una postura de “tierra arrasada” diplomática. Golpear a Qatar no solo pone en peligro las negociaciones con Hamas, sino que dinamita uno de los pocos canales de diálogo aún viables. Esto podría provocar el aislamiento diplomático de Israel y hacer peligrar acuerdos cruciales como los Acuerdos de Abraham.
A largo plazo, si los Estados árabes pierden la confianza en que Israel actúe dentro de los límites diplomáticos, podríamos ver una sustitución del marco basado en la normalización, por uno de resistencia y distanciamiento.
Israel, entre el pragmatismo y la confrontación
En un nuevo frente de diplomacia ofensiva, Israel parece apostar por la eliminación de cualquier actor que, directa o indirectamente, dé voz al pueblo palestino. Ni ONG, ni medios de comunicación, ni socios económicos parecen estar fuera de foco.
Este comportamiento podría costarle caro. Además de posibles sanciones de la UE y una pérdida de capital diplomático, uno de los riesgos mayores es que Qatar, pieza clave regional y aliado estratégico de Estados Unidos, se aleje o incluso cierre canales de mediación.
¿Qué pasará si Doha decide suspender su rol de interlocutor? ¿Quién mediará entonces?
Un aviso para mediadores futuros
La lección parece ser clara: mediar en el conflicto palestino-israelí podría traernos consecuencias físicas, políticas o digitales. Si las iniciativas como la flotilla humanitaria o la mediación qatarí son bombardeadas (literalmente), parece que se está enviando un mensaje: quien busque soluciones, será castigado.
Pero esto también está generando una reacción inversa. Desde ciudadanos comunes hasta gobiernos, muchas voces se están alzando para pedir un alto al fuego inmediato, investigaciones independientes y el respeto al derecho humanitario.
El mundo está mirando, y ante la deshumanización del conflicto, puede estar renaciendo un nuevo espíritu de solidaridad... también bajo fuego.