La Reserva Federal bajo presión: ¿Independencia en riesgo con las nominaciones políticas?
La polémica nominación de Stephen Miran y el intento de restablecer el control político sobre el banco central más poderoso del mundo
En medio de una creciente pugna política sobre la independencia de la Reserva Federal, la designación de Stephen Miran como nuevo miembro de su Junta de Gobernadores ha encendido las alarmas en Washington. Aunque su confirmación por parte del Comité Bancario del Senado parecía una mera formalidad, lo que realmente ha agitado el avispero político es que Miran planea conservar, al menos temporalmente, su cargo como jefe del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. Esto plantea una pregunta clave: ¿puede la Reserva Federal seguir siendo independiente si sus miembros están estrechamente ligados a la presidencia?
¿Quién es Stephen Miran y por qué su nominación genera controversia?
Stephen Miran no es un desconocido en los pasillos de poder económico. Economista experimentado y actualmente asesor económico del presidente Donald Trump, ha sido una figura central en el diseño de la política económica de la Casa Blanca. Sin embargo, lo que ha disparado las críticas es su decisión de mantenerse en funciones dentro del Ejecutivo mientras funge también como parte de la dirección de la Fed, algo que rompe con precedentes históricos.
Desde su creación en 1913, la Reserva Federal fue diseñada expresamente para estar aislada de las presiones políticas. De hecho, todos sus miembros tienen mandatos escalonados de 14 años, pensados para resistir los ciclos electorales. Como señala el senador demócrata Mark Warner de Virginia:
“La Reserva Federal fue diseñada para tomar decisiones libres de interferencias políticas, guiadas por los datos y la estabilidad a largo plazo, no por la agenda de un presidente en particular.”
Un patrón preocupante: politización creciente de la Fed
La nominación de Miran no es un caso aislado. De hecho, sería el tercer designado por Trump dentro del cuerpo de siete gobernadores. Este patrón ha sido observado de cerca por economistas y legisladores preocupados por una supuesta intención del expresidente de ejercer más control directo sobre la entidad monetaria.
Más allá de nombres y cargos, el núcleo del problema radica en la percepción: una Fed percibida como partidista puede perder su credibilidad ante los mercados y la ciudadanía. Una pérdida de confianza en esta institución podría tener consecuencias devastadoras: desde volatilidad financiera hasta inflación descontrolada.
Decisiones clave en el horizonte
Miran podría sumarse a la próxima reunión de la Fed programada para la siguiente semana. Se espera que en ese encuentro se decida un recorte en la tasa de interés de referencia, una medida que, de tomar tintes políticos, tendría serias repercusiones.
Históricamente, las tasas de interés se han ajustado para responder al crecimiento económico, la inflación y el desempleo, no a los ciclos electorales. Sin embargo, las presiones desde el Ejecutivo para reducir tasas e impulsar el crecimiento en año electoral son una constante preocupante. Trump, cuando fue presidente, presionó repetidamente al entonces presidente de la Fed, Jerome Powell, para reducir las tasas, incluso utilizando redes sociales como Twitter para hacerlo públicamente.
Un precedente histórico y sus lecciones
La historia reciente de Estados Unidos ofrece varios ejemplos del peligro de una Fed politizada. Durante la administración de Richard Nixon, se presionó al entonces presidente de la Fed, Arthur Burns, para mantener tasas bajas artificialmente. La consecuencia fue una espiral inflacionaria que llevó a la conocida estanflación de los años 70.
No fue sino hasta los años 80, bajo el liderazgo de Paul Volcker —considerado uno de los presidentes más independientes de la Fed—, cuando se retomaron políticas monetarias estrictas para controlar la inflación, aunque a costa de una dura recesión temporal e índices de interés históricos superiores al 18%.
El equilibrio entre independencia y responsabilidad democrática
Una crítica frecuente a la Fed es su falta de control democrático directo. Sus decisiones tienen un profundo impacto en la vida de las personas: desde tasas de interés hipotecarias hasta la evolución del empleo. Algunos argumentan que cierta forma de supervisión política es saludable.
Sin embargo, la independencia técnica no significa ausencia de rendición de cuentas. La Fed rinde informes al Congreso, y su auditoría interna ha aumentado. Además, su presidente da ruedas de prensa y comparece regularmente en audiencias.
La arriesgada dualidad que propone Miran —ser funcionario activo del Ejecutivo y miembro de la junta de la Fed— distorsiona esta apreciada separación. Aunque ha dicho que renunciaría a su cargo en la Casa Blanca si se le designara para un mandato completo posterior a enero, también ha insinuado la posibilidad de mantenerse si no se nombra a un sucesor. Esto reaviva los temores de una posible “toma” gradual de la Fed.
Lo que está en juego
- La credibilidad de la política monetaria estadounidense: si el mercado creyera que las decisiones se toman por interés político y no económico, la inflación y la devaluación del dólar podrían ser inmediatas.
- El atractivo global del dólar: como moneda de reserva mundial, la fortaleza del dólar depende de instituciones confiables.
- La estabilidad institucional: la politización de instituciones técnicas debilita la separación de poderes y el Estado de Derecho.
Cifras que dan contexto
La actual Reserva Federal tiene siete asientos en su Junta de Gobernadores. Para julio de 2024, tres de ellos ya eran ocupados por designados de Trump. De confirmarse Miran, serán cuatro de siete —una mayoría técnica si se alía con otros conservadores.
Además, el mandato de gobernadores actuales como Philip Jefferson y Lisa Cook (también designados en su momento por administraciones demócratas) podría no ser renovado ante los nuevos alineamientos políticos del Senado si Trump ganara nuevamente la presidencia.
De acuerdo con datos del Federal Reserve Act, ningún gobernador de la Fed debería tener intereses que interfieran con su imparcialidad.
Una advertencia desde el pasado reciente
En marzo de 2020, en plena pandemia, la Fed tuvo que actuar con rapidez y decisión. Su independencia permitió implementar políticas de estímulo masivo que amortiguaron la crisis económica global. Si la institución hubiese sido rehén de cálculos partidistas, el retraso en la toma de decisiones podría haber sido catastrófico.
Como advirtió en su momento la expresidenta Janet Yellen:
“Una política monetaria exitosa requiere estabilidad interna… y eso incluye mantener la institución alejada de presiones políticas de corto plazo.”
¿Y ahora qué?
La confirmación de Miran ahora queda en manos del Senado, donde los republicanos —con su mayoría estrecha— podrían avanzar su nombramiento antes del vencimiento de la vacante. Pero el debate más profundo trasciende un nombre o una votación: se trata de si la Fed puede seguir siendo el pilar estabilizador en medio de las turbulencias políticas de nuestro tiempo o si terminará convertida en una extensión más del vaivén electoral.
En un mundo donde la credibilidad es tan valiosa como el oro, aferrarse a la independencia de la Fed podría ser, paradójicamente, el acto más revolucionario en tiempos modernos.