Shakhtar Donetsk: Fútbol, guerra y resiliencia en la gran pantalla
El poderoso relato de un club ucraniano que desafía la guerra y la adversidad se convertirá en película, retratando una de las historias más conmovedoras del deporte moderno
Un guion que merece la gloria del cine
En un mundo donde el fútbol y la geopolítica rara vez comparten terreno, la historia del Shakhtar Donetsk emerge como un relato de supervivencia y resistencia. Es por eso que no sorprende que una de las historias más inspiradoras del deporte vaya camino a convertirse en una película. En el marco del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), se anunció que los guionistas Paul Tamasy y Eric Johnson han sido comisionados para adaptar al cine la temporada 2022 del club ucraniano durante la invasión rusa a gran escala.
Más allá del balón, esta es una historia de coraje y esperanza en medio del caos, una que merece llegar al cine. Como lo expresaron los guionistas: “Es todo lo que amamos en una película —emocional, inspirador, emocionante— y sobre todo, una historia sobre la fuerza del espíritu humano y los valores que más atesoramos: libertad, compasión y coraje”.
Exilio: el día a día del Shakhtar desde 2014
Shakhtar Donetsk no es un extraño al conflicto. Desde 2014, cuando fuerzas separatistas prorrusas tomaron el control de partes de la región del Donbás, el club se ha visto forzado a abandonar su hogar. Su estadio, la moderna Donbass Arena en Donetsk, quedó relegado al abandono. Desde entonces, el club ha deambulado por Ucrania, jugando como local en ciudades como Leópolis, Járkov y Kiev.
Sin embargo, el equipo mantuvo su nivel competitivo, incluso alcanzando los cuartos de final de la Liga de Campeones en 2011 y participando regularmente en competiciones europeas.
La invasión de 2022 y el punto de inflexión
Cuando Rusia lanzó la invasión a gran escala de Ucrania el 24 de febrero de 2022, la situación escaló a niveles jamás vistos desde la Segunda Guerra Mundial. En lo deportivo, el campeonato ucraniano fue suspendido, y pronto terminado sin declaración formal de campeón. Shakhtar estaba en la cima de la tabla en ese momento.
El club se enfrentó a una doble amenaza: la disolución de su plantilla —jugadores extranjeros como los brasileños fueron autorizados por la FIFA a abandonar sus contratos— y la imposibilidad de entrenar y jugar con normalidad. A pesar de todo, el equipo no desapareció. Shakhtar organizó una serie de partidos amistosos y benéficos por Europa, convirtiéndose en un símbolo de resistencia cultural y deportiva.
Deporte y diplomacia: fútbol como herramienta de visibilidad
Los encuentros del Shakhtar sirvieron no sólo para mantener vivo al club, sino también para recordar al mundo la situación de Ucrania. El fútbol, ese lenguaje universal, se transformó en plataforma diplomática.
En cada estadio europeo, la aparición del equipo era recibida con aplausos y banderas azul y amarilla. La recaudación de esos partidos se destinaba a causas humanitarias en Ucrania. En muchos sentidos, Shakhtar dejó de ser solo un equipo de fútbol; encarnó el alma de una nación sitiada.
La diáspora brasileña y un legado roto
Uno de los capítulos más dolorosos de la historia reciente de Shakhtar fue la partida de sus talentos brasileños. Durante más de una década, el club se convirtió en una suerte de embajada deportiva brasileña en Europa del Este. Nombres como Fernandinho, Douglas Costa, Willian y Fred dieron sus primeros pasos en la élite vistiendo la naranja del Shakhtar.
En 2022, bajo una medida extraordinaria de la FIFA, estos jugadores fueron autorizados a rescindir temporalmente sus contratos. Algunos de ellos nunca regresaron. Esa ruptura evidenció no solo una pérdida deportiva, sino también un revés para el proyecto de identidad y scouting que tanto había costado construir.
El cine como tributo al espíritu ucraniano
La película buscará capturar mucho más que partidos de fútbol. El conflicto bélico, el desarraigo y la lucha interna de los jugadores resonarán a través de una narrativa que combinará la épica del deporte con el drama humano.
Paul Tamasy y Eric Johnson no son ajenos a este tipo de relatos. El dúo fue nominado al Óscar por The Fighter, y también escribió Patriots Day, sobre el atentado en el maratón de Boston. Ellos saben cómo tejer historias de valentía con rigor dramático.
Shakhtar ahora: reconstrucción y futuro
Al momento de anunciarse el proyecto cinematográfico, Shakhtar se encuentra segundo en la liga ucraniana y participará esta temporada en la Conference League, la tercera competición europea. Aunque la pandemia, la guerra y las sanciones han mermado sus finanzas y estructura, el club sigue adelante.
Lejos de Donetsk, cada partido es una reafirmación de existencia. Cada gol, una declaración de que el espíritu ucraniano sigue vivo.
Historias paralelas: Leicester, Cremonese y la universalidad del fútbol
El relato de Shakhtar evoca otras historias épicas del fútbol moderno. Jamie Vardy, por ejemplo, quien ahora milita en el Cremonese de la Serie A italiana, hizo historia con el Leicester, líder improbable de la Premier League en 2016. En su presentación con Cremonese, Vardy remarcó que “todo comienza con el objetivo de mantenerse en la liga”. Y, a veces, ese objetivo da lugar a algo mucho más grande.
¿No es acaso esa la esencia del deporte? Soñar, resistir, vencer. Lo que Vardy hizo en el campo con Leicester, Shakhtar lo hace entre campos de refugiados y fronteras cerradas.
Reivindicación y justicia ante el racismo
Otro frente —más allá de las guerras y las victorias— es el de la confrontación con la intolerancia y el racismo. En 2025, un hincha fue detenido por proferir insultos racistas hacia Kylian Mbappé durante un partido de liga en España. No es un caso aislado: jugadores como Vinícius Jr. e Iñaki Williams también han sido víctimas. España, tras años de pasividad, finalmente ha empezado a sancionar estos actos como crímenes de odio.
Estos hechos nos recuerdan que el fútbol debería ser un lugar de unión. Al igual que Shakhtar demuestra que el deporte puede ser resistencia, estos casos nos obligan a que también sea espacio de justicia y dignidad.
La película: ¿una candidata al Óscar?
No hay duda de que esta historia tiene el potencial de convertirse en un fenómeno cinematográfico. Con los ingredientes clásicos de las grandes narrativas —conflicto, injusticia, renuncia, gloria—, el filme sobre Shakhtar Donetsk podría repetir el éxito de títulos como Invictus, Hotel Rwanda o 12 años de esclavitud.
Sería además una manera de humanizar el conflicto en Ucrania para la audiencia global, más allá de cifras y mapas. Al contar la historia a través del fútbol, se construye un puente directo a la empatía.
Cuando el balón no se detiene… ni por la guerra
En el corazón de esta historia está uno de los grandes poderes del fútbol: su capacidad para resistir. Donetsk hoy es una ciudad ocupada, herida, pero su club vive. El balón sigue rodando en Kiev, Uzhhorod o Lviv porque el fútbol es más que deporte; es identidad, comunidad y esperanza.
Y pronto, lo será también en la gran pantalla.