¿Quién controla el Senado? Una mirada al impacto político del cambio de reglas impulsado por los republicanos
Con el objetivo de agilizar la confirmación de nominados, los republicanos del Senado reviven la 'guerra de obstrucciones' en Washington
Una nueva jugada en el tablero del Senado
En septiembre de 2025, los republicanos en el Senado de Estados Unidos decidieron dar un paso significativo en una lucha política que lleva más de una década: cambiar las reglas de procedimiento para acelerar la confirmación de nominados presidenciales, en este caso, del expresidente Donald Trump. Este movimiento ha provocado una vez más el debate sobre el equilibrio de poder entre los partidos y el funcionamiento democrático del Senado como ente legislativo.
El líder de la mayoría republicana, el senador John Thune de Dakota del Sur, argumentó que la obstrucción sistemática por parte de los demócratas había paralizado el trabajo legislativo. “Vamos a arreglar esto hoy, y restaurar el precedente del Senado de confirmaciones expeditas”, declaró Thune desde el Capitolio.
El ocaso del filibuster: una historia de erosión bipartidista
Para comprender el alcance del cambio, es necesario remontarse a la evolución del filibuster o recurso de obstrucción. Durante décadas, este mecanismo requería una supermayoría de 60 votos para avanzar en ciertas decisiones. Aunque concebido originalmente para proteger a las minorías legislativas, en los últimos años se ha convertido en una herramienta constante de parálisis política.
En 2013, cuando los demócratas lideraban el Senado bajo el mandato de Barack Obama, el entonces líder de la mayoría, Harry Reid, eliminó la necesidad de 60 votos para confirmar a funcionarios del Poder Ejecutivo y jueces de cortes inferiores. Ese cambio preparó el terreno para que años más tarde, Mitch McConnell, líder republicano, aplicara la misma lógica a nominaciones a la Corte Suprema, allanando la vía para confirmar a Neil Gorsuch en 2017.
El movimiento actual de Thune no toca cargos de alto nivel como miembros del Gabinete o jueces vitalicios, pero reduce el tiempo de debate y facilita la confirmación de nombramientos de rango medio, embajadores y demás cargos administrativos que, según los republicanos, se están acumulando sin fin.
De la estrategia legislativa al enfado presidencial
La raíz inmediata de esta decisión fue la frustración del expresidente Donald Trump con la lentitud en las confirmaciones. En verano de 2025, el Senado interrumpió sus actividades sin avanzar en la aprobación de casi 50 nominados. En respuesta, Trump lanzó un vitriólico mensaje en redes sociales contra el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer: “¡VETE AL INFIERNO!”
Esta declaración, aunque extrema, refleja el sentir de muchos dentro del Partido Republicano, quienes consideran que las tácticas dilatorias empleadas por los demócratas están bloqueando innecesariamente la gobernabilidad. El propio Thune declaró que la situación actual era “insostenible”.
El contraataque demócrata: advertencias y lecciones del pasado
En respuesta, Chuck Schumer recordó a los republicanos las palabras que hace años pronunció McConnell al advertir sobre las consecuencias de cambiar las reglas: “se arrepentirán”. Schumer criticó duramente los nombramientos seleccionados por Trump y expresó su temor a que sin el debido debate legislativo, se estaría legitimando un proceso opaco y peligroso. “¿Qué impedirá que Trump nomine a individuos aún peores de los que ya hemos visto?”, preguntó.
Los demócratas han bloqueado más nominaciones que nunca, una táctica que reconocen es inusual, pero que justifican como una respuesta necesaria a la magnitud de los desafíos éticos y de idoneidad que plantean algunos nominados de Trump. “Éstos son nominados históricamente malos”, afirmó Schumer.
¿Escalada o ajuste institucional?
Este episodio es solo el último capítulo de una larga historia de transformaciones de las reglas del Senado para adaptarse a los intereses partidistas del momento. Lo que comenzó como excepciones tácticas ha derivado en una constante erosión del rol tradicional de la cámara alta como espacio de reflexión y límites.
Algunos analistas consideran que ambos partidos son responsables del deterioro. Mientras que los demócratas sentaron el precedente con sus cambios en 2013, los republicanos han llevado el aprovechamiento estratégico de esas grietas al siguiente nivel. Se ha puesto en entredicho el concepto mismo de la “obstrucción estratégica” como arma democrática —¿cuándo deja de ser legítima y pasa a ser disfuncional?
¿Qué significa esto para el futuro del Senado?
Si bien el cambio actual facilita confirmaciones de funcionarios del Ejecutivo, el precedente simbólico es poderoso. Los republicanos han demostrado que están dispuestos a pasar por encima de la tradición senatorial con tal de cumplir con una agenda ejecutiva más veloz. Los demócratas, por su parte, han dejado claro que resistirán con fuerza cualquier nominación que consideren perjudicial.
Algunos temen que el resultado final de esta dinámica sea un Senado completamente dominado por la mayoría de turno, sin espacio real para el disenso. Como advirtió Schumer, el péndulo político oscila: “Ustedes se arrepentirán”, insinuando que cuando los demócratas vuelvan al poder, podrían intensificar estas reglas para sus propios fines.
Datos y estadísticas: la política de las confirmaciones
- Entre 2017 y 2021, los demócratas bloquearon cerca de 79 nominaciones de Trump en primera instancia del proceso.
- Durante el mandato de Obama, los republicanos retuvieron una cifra récord de 82 nominaciones judiciales en un solo año (2016).
- Desde 2013, cuando se modificó por primera vez la regla de 60 votos para confirmaciones, el número promedio de días para confirmar nominados se ha reducido en cargos de menor jerarquía, pero ha aumentado para jueces y miembros del gabinete.
Una democracia al filo del procedimiento
El procedimiento legislativo puede parecer una formalidad en el gobierno, pero en realidad, es la columna vertebral institucional que asegura el equilibrio democrático. Las reglas existen no solo para frenar al adversario político, sino para garantizar que las decisiones se tomen con suficientes controles y discernimiento.
El Senado, como cámara de reflexión, ha cedido parte de ese rol a la urgencia del momento: cuando la batalla política se impone sobre el proceso, se corre el riesgo de convertir el sistema de pesos y contrapesos en una competencia de mayorías simples cada dos años.
Si cada acción es respondida con una mayor radicalización del otro bando, el resultado será un cuerpo legislativo más polarizado, menos transparente y más frágil institucionalmente.
En Estados Unidos, parece que, más que construir consensos, los partidos están aprendiendo a gobernar sobre ruinas legislativas. La gran pregunta es si esta tendencia puede revertirse antes de afectar de manera irreversible la confianza en las instituciones democráticas más fundamentales del país.