Chelsea bajo fuego: el nuevo escándalo que sacude al fútbol inglés
Con 74 cargos por irregularidades financieras, el legado de Roman Abramovich está bajo lupa y el club londinense enfrenta una investigación que podría cambiar la historia reciente del fútbol británico
La tormenta llega a Stamford Bridge
Los reflectores del fútbol inglés vuelven a apuntar hacia el Chelsea Football Club. Esta vez, no se trata de una racha goleadora ni de fichajes multimillonarios, sino de 74 cargos formales por violaciones a las reglas financieras del fútbol inglés. La Football Association (FA) anunció que los cargos abarcan un extenso periodo entre 2009 y 2022, e involucran cuestiones sensibles como el uso de agentes no autorizados, intermediarios ilegales y participación de terceros en traspasos de jugadores.
Este es un golpe más a la reputación institucional del club que bajo el mando del magnate ruso Roman Abramovich vivió una era dorada, pero también dejó una estela de dudas y sombras administrativas tras su salida en 2022.
Autoacusación tras un cambio de mando
En un hecho sin precedentes y que puede atenuar las posibles sanciones, el propio Chelsea fue quien se auto-reportó ante las autoridades de fútbol tras detectar "información financiera potencialmente incompleta" durante el proceso de auditoría realizado por los nuevos propietarios, Todd Boehly y Clearlake Capital. Este dato salió a la luz después de que el consorcio estadounidense adquiriera el club en mayo de 2022 como parte de un acuerdo de compra de $3.200 millones, autorizado tras las sanciones impuestas por el Reino Unido contra Abramovich por sus vínculos con Vladimir Putin y la guerra en Ucrania.
En su comunicado oficial, el club afirmó: “El Chelsea ha demostrado una transparencia sin precedentes durante todo este proceso, brindando acceso completo a los archivos y datos históricos del club”.
Los años dorados cuestionados
Los cargos se centran principalmente en el periodo de 2010 a 2016, precisamente cuando el Chelsea conquistó dos veces la Premier League (2014-15 y 2016-17) y también la Champions League en 2012, al vencer al Bayern Múnich en una final inolvidable. Ahora, ese brillante historial deportivo está en entredicho. ¿Fueron esos títulos obtenidos con una estructura económica viciada?
Los detalles revelan que el club podría haber infringido el Reglamento J1, que prohíbe el uso o pago directo o indirecto a un agente no autorizado. Además, infringieron el Reglamento C2, que indica que un jugador o agente autorizado no debe ocultar ni tergiversar la realidad de transacciones o contratos. También existen indicaciones de una participación financiera de terceros en algunas transferencias, algo duramente penado por la FA y la UEFA en su lucha contra la multipropiedad y los fondos de inversión opacos en el deporte.
¿Un déjà vu financiero en la Premier League?
En los últimos años, la Premier League ha buscado posicionarse como una liga ejemplar en términos de Fair Play financiero. Sin embargo, la sombra de prácticas dudosas sigue presente. Casos como el del Manchester City, con más de 100 cargos por presuntos fraudes financieros, y el Everton, recientemente penalizado con una deducción de puntos por violar las normas de gasto, son el preludio del huracán que puede representar este nuevo escándalo que involucra a uno de los grandes del fútbol europeo.
En comparación, el caso de Chelsea tiene elementos únicos: una autoacusación, un trasfondo político y una nueva era en construcción. Sin embargo, también expone las grietas profundas de un sistema que durante años permitió una especie de "vale todo" siempre y cuando los resultados futbolísticos llegaran y los beneficios económicos se mantuvieran.
El rol de Abramovich bajo la lupa
El consorcio liderado por Abramovich tomó el control del Chelsea en 2003 y revolucionó el fútbol inglés. En sus 19 años al frente del club, se ganaron 21 trofeos, incluyendo cinco Premier Leagues, dos Champions League y cinco FA Cups. Pero el modelo del ruso se cimentó en un gasto sin freno y una estructura financiera que en algunos casos parecía diseñada para evitar regulaciones.
Entre los casos que podrían haber constituido violaciones están los millonarios contratos de patrocinio, los pagos adelantados a agentes o intermediarios ocultos y la inscripción de jugadores con cláusulas poco transparentes. Durante la gestión Abramovich, el Chelsea gastó más de £2.000 millones en fichajes, una cifra solo superada por el Manchester City en la última década.
¿Qué consecuencias puede enfrentar Chelsea?
Las posibles sanciones al Chelsea dependerán de varios factores, entre ellos:
- La gravedad de las violaciones
- La disposición del club a cooperar (que ha sido total, según las autoridades)
- La voluntad de la FA de usar este caso como ejemplo
Entre las sanciones posibles se encuentran:
- Multas millonarias
- Prohibiciones de fichar
- Deducción de puntos (como ya sufrió el Everton)
- Descenso administrativo, aunque esto se considera improbable
Tampoco se descarta que la UEFA, si estos cargos amenazan los principios del Fair Play Financiero en competiciones europeas, pueda intervenir si el Chelsea consigue clasificación a torneos como la Champions o Europa League.
El caso Manchester City como espejo
En febrero de 2023, el Manchester City fue acusado de 115 violaciones a regulaciones financieras. A casi dos años de ese anuncio, el caso sigue en proceso, sin sanciones concretas. Esto deja la pregunta abierta: ¿sirven los procesos si se alargan hasta perder impacto?
En el caso del Chelsea, la denuncia voluntaria puede acelerar el proceso y servir como precedente para clubes que, en vez de ocultar, colaboren. Sin embargo, también se especula con que la (auto)denuncia podría haber tenido un interés estratégico. Al llegar bajo la administración Boehly-Clearlake, el nuevo grupo quiso cortar todo lazo administrativo con la era Abramovich, que hoy les genera más problemas que beneficios reputacionales.
El precio de la impunidad
Desde que Chelsea fue comprado por Boehly y Clearlake, el club ha gastado más de £800 millones en fichajes en dos temporadas, una cifra descomunal que aún no rinde frutos en lo deportivo. En lo institucional también enfrenta críticas, pues, aunque llegaron prometiendo una "nueva era", el caos administrativo parece no haber cambiado del todo.
Además, con este nuevo escándalo, regresa el debate eterno: ¿pueden los grandes clubes hacer lo que sea porque su valor de marca los protege? O como dijo alguna vez el periodista deportivo inglés Henry Winter: "En el fútbol moderno, la línea entre la ambición financiera y la ilegalidad es tan delgada como un fuera de lugar milimétrico."
¿Cómo confiar en la Premier?
La Premier League se vende como el campeonato más competitivo del mundo. Y ciertamente lo es. No obstante, este tipo de episodios empañan esa imagen. No basta con buenos partidos y estadios llenos: el producto también tiene que ser limpio.
Con Chelsea, Everton, Manchester City y otros tantos bajo investigación o sancionados por problemas financieros, el mensaje parece claro: la autorregulación no funciona. Hace falta una estructura externa, bien financiada y legalmente capaz, para poner orden.
Si Chelsea logra salir ileso de esto, incluso con pruebas en su contra, el fútbol inglés corre el riesgo de convertirse en un salvaje oeste financiero disfrazado de espectáculo global.
El reloj corre
Chelsea tiene plazo hasta el 19 de septiembre para responder oficialmente a los cargos. Ese día no solo podría marcar el inicio formal del caso más grave en la historia moderna del club, sino también un antes y después en cómo se controlan las finanzas del fútbol global.
Mientras tanto, los aficionados alrededor del mundo se preguntan si los títulos de ese glorioso Chelsea fueron tan limpios como lo fueron inolvidables en la cancha.