El racismo en el fútbol europeo: una herida que aún no sana

A pesar de campañas, sanciones y promesas, el inicio de temporada 2025-2026 ha evidenciado un preocupante repunte de incidentes racistas contra jugadores negros en ligas como Premier League, Bundesliga, LaLiga y Serie A

Un inicio de temporada alarmante

No era ni la media hora del primer partido de la temporada en la Premier League cuando Antoine Semenyo, delantero del Bournemouth, reportó haber sido víctima de abuso racista por parte de un aficionado. Ese mismo fin de semana, un encuentro de la Copa de Alemania se detuvo cuando Christopher Antwi-Adjei de Schalke, denunció insultos similares durante un saque de banda.

En Italia, el Juventus condenó los cánticos racistas dirigidos al estadounidense Weston McKennie durante los ejercicios posteriores a un partido. Y en España, la policía detuvo a un espectador por hacer sonidos de mono hacia Kylian Mbappé en el encuentro entre el Real Madrid y el Almería.

La ola de incidentes racistas en las principales ligas europeas volvió a poner sobre la mesa una pregunta incómoda pero urgente: ¿por qué, tras tantos años y campañas, el racismo sigue presente en el fútbol?

Entre intentos y fracasos

Desde 2013, entidades como la FIFA y la UEFA han lanzado diversos programas para combatir la discriminación. Algunos de estos incluyen el Protocolo de tres pasos para árbitros (aviso, suspensión y anulación del partido), multas, cierres parciales de estadios e incluso deducción de puntos a clubes cuyas aficiones incurran reiteradamente en conductas racistas.

Sin embargo, la ineficacia sistémica es evidente. Piara Powar, director ejecutivo de la red Fare —organización dedicada a combatir el racismo en el fútbol—, declaró que en esta temporada ya se han registrado al menos 90 incidentes discriminatorios en 67 partidos europeos, una cifra que duplica la del año anterior en la misma etapa de calendario.

“Estamos viendo más del doble que el año pasado en este mismo punto de la temporada”, afirmó Powar en entrevista.

Entre el césped y las redes sociales

Además de los cánticos en los estadios, el ámbito digital es otro frente de batalla. Jess Carter, internacional inglesa, fue objeto de insultos de tono racial durante la Eurocopa Femenina por usuarios anónimos en redes.

Incluso Mikael Silvestre, exjugador del Manchester United y miembro de un nuevo panel asesor contra el racismo creado por FIFA, recibió insultos en Instagram el día posterior al anuncio del grupo. “Me sorprendió, pero ahora estoy más motivado”, comentó.

Un problema estructural

Jacco van Sterkenburg, profesor en la Universidad Erasmus de Róterdam, explica que no toda la responsabilidad puede achacarse a los cambios políticos o sociales:

“El fútbol genera racismo de una forma bastante independiente de la sociedad en general, debido a la falta de diversidad en cuerpos directivos y equipos técnicos.”

El racismo no solo viene de fuera, también se enraíza desde dentro: pocas minorías raciales son parte visible de los órganos de decisión en clubes, federaciones o departamentos técnicos.

Casos que marcaron época

Vinícius Jr., estrella del Real Madrid, fue llamado “mono” por aficionados del Valencia en mayo de 2023. El jugador brasileño respondió desde el campo, y ese gesto ayudó a visibilizar el problema. Como consecuencia, se sancionó a varios espectadores y se dictaron penas de prisión para individuos que previamente habían colgado un muñeco con su camiseta en un puente en Madrid.

Otro caso emblemático fue el de Mario Balotelli en Italia. El exjugador del Milan y del Manchester City fue víctima de abusos racistas sistemáticos por parte tanto de aficionados como de la prensa italiana, durante años.

Disculpas que no bastan, acciones que faltan

Demasiadas veces, la respuesta institucional se limita a declaraciones de rechazo y campañas circunstanciales como #SayNoToRacism o jornadas simbólicas. La mayoría carecen de un seguimiento sostenido, y muchas veces las sanciones son mínimas o, peor aún, se perdonan tras apelaciones.

Gary Neville, leyenda del Manchester United y actual copropietario del club Salford City, denunció la inoperancia de las instituciones:

“Seguimos viendo la misma respuesta cada vez. Es necesario ir más allá de la educación. ¿Y si contactamos al empleador del agresor? ¿Y si hay consecuencias también para el club?”

Panorama político: ¿reflejo o causa?

Según Powar, el aumento de la retórica antimigración en Europa, utilizada por partidos de extrema derecha, afecta directamente el contexto del fútbol al reforzar estereotipos y alimentar prejuicios. Estas ideas calan en los grupos ultras y determinados sectores de las gradas.

En ese sentido, el espejo del fútbol solo refleja una sociedad aún marcada por el racismo. Aunque no es el único ámbito con estos problemas, sí se convierte en una vitrina global donde se magnifican.

La necesidad de un cambio real

  • Sanciones deportivas más severas: deducción de puntos, suspensiones, descalificaciones.
  • Regulación de redes sociales: colaboración eficaz con plataformas como Twitter o Instagram para eliminar cuentas ofensivas y rastrear a los autores.
  • Diversidad estructural: fomentar la representación étnica en las juntas directivas, en el cuerpo técnico y en otras estructuras de liderazgo.
  • Educación efectiva y continua, no solo reactiva o basada en campañas esporádicas.

Una llamada global desde la cancha

Ya sea en estadios ingleses, italianos, alemanes o españoles, los gritos de racismo no pueden seguir minimizándose. En palabras de Antoine Semenyo:

“No tiene sentido que en estos tiempos, los jugadores sigamos siendo atacados por el color de nuestra piel. Queremos saber por qué sigue ocurriendo.”

Y todos —aficionados, instituciones, medios y sociedades— deberíamos escuchar esta pregunta no como una acusación, sino como un grito de auxilio que no puede seguir siendo ignorado.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press