El renacimiento de los premios: ¿muertos en TV, vivos en Internet?
Del glamour al meme: cómo la cultura de los clips y las redes sociales está redefiniendo la vigencia de los premios Emmy, Grammy y Oscar
¿Siguen vivos los premios de la industria del entretenimiento?
Durante décadas, los premios como los Oscars, los Grammy, los Emmys o los Globos de Oro fueron hitos televisivos. Eran eventos que detenían la rutina de millones de personas, que se reunían frente a la televisión para ver cuál película ganaría, qué celebridad brillaría con su vestido, o qué momento daría de qué hablar al día siguiente. Y aunque la era de las plataformas de streaming y el contenido bajo demanda ha transformado el consumo cultural, una pregunta persiste: ¿siguen importando los premios?
Un panorama dividido: ¿quién ve los premios hoy?
Una encuesta reciente del Centro AP-NORC de Investigación de Asuntos Públicos sugiere una realidad más compleja de lo que muchos sospechan: cerca del 60% de los adultos en EE. UU. vieron, al menos alguna parte, un premio en vivo o clips en el último año. Esto podría parecer bajo comparado con décadas anteriores, pero en la actualidad, donde el espectador tiene infinitas opciones para elegir, es sorprendente que aún exista tanto interés.
Más aún, el interés es dispar según la edad y el origen étnico. La mayoría de los jóvenes menores de 45 años y personas afroamericanas e hispanas han consumido premios, aunque sea a través de clips en redes sociales. Por otro lado, el 40% de los adultos mayores de 45 años dicen no haber visto nada.
Las cifras detrás del espectáculo
Para entender mejor esta transición, conviene mirar los ratings televisivos históricos:
- En 1998, más de 55 millones de personas vieron cómo “Titanic” arrasaba con 11 Oscars.
- En 2024, los Oscars atrajeron cerca de 20 millones de espectadores. Un repunte considerando bajas anteriores, pero aún muy lejos de su época dorada.
- Por otro lado, los Emmys están muy por detrás, con alrededor de 6-7 millones de espectadores en sus últimas ediciones.
No obstante, el verdadero campo de batalla hoy no es la pantalla del televisor, sino las redes sociales y plataformas como YouTube, TikTok e Instagram. Aquí, los clips virales —ya sea una actuación notable, un discurso emocionante o un error garrafal— alcanzan decenas de millones de visualizaciones.
Del evento en vivo al meme compartible
Los premios han pasado de ser eventos masivos en vivo a convertirse en fábricas de momentos icónicos para redes sociales. Algunos ejemplos memorables:
- El error de “La La Land” y “Moonlight” en los Oscars 2017: uno de los clips más vistos y compartidos de la historia reciente.
- La bofetada de Will Smith a Chris Rock en 2022 generó más de 90 millones de reproducciones y múltiples tendencias en Twitter y TikTok.
- Las monólogos ácidos de los Globos de Oro, especialmente por parte del comediante Ricky Gervais, se han reciclado como memes por años.
¿Qué buscan los nuevos públicos?
Como explica Walter Hanley, de 69 años, quien trabajó en la industria musical: “Ahora parece que el foco está en las actuaciones, no tanto en los premios técnicos”. Esto responde a una verdad dura: los premios en sí ya no capturan la atención que antes. Pero sí lo hacen las presentaciones musicales, discursos emotivos y controversias en vivo.
Según el estudio, los jóvenes son mucho más propensos a consumir contenido en formato de clips. Las cadenas lo saben y priorizan generar momentos que puedan viralizarse al instante. Esto ha forzado a las producciones a renovarse:
- Presentadores más acordes con el tono de Internet y menos con el formalismo de la televisión.
- Interacción en tiempo real vía plataformas como X (antes Twitter) o TikTok durante la ceremonia.
- Campañas previas diseñadas para generar expectativa en redes sociales y mantener relevancia, incluso antes de comenzar la transmisión.
El efecto plataforma: ¿ayuda o entierra?
Aunque los premios más importantes tienen derechos adquiridos por plataformas de streaming, priman los retrasos en su disponibilidad. Normalmente sólo están disponibles al día siguiente. En una era donde todo se viraliza en minutos, esto los pone en desventaja frente a los contenidos más dinámicos y a demanda.
Además, la fragmentación del mercado hace que el público se disperse. Mientras antes todos sintonizaban la misma cadena, hoy hay premios dirigidos a nichos importantes:
- BET Awards: premios enfocados en la cultura afroamericana.
- Latin Grammys: reconocimiento a la excelencia musical latina.
- MTV VMAs: clásicos en atraer a los jóvenes desde mediados de los años 80.
Esto ha tenido resultados mixtos. Aunque aumentan la representación y diversidad, también diluyen el foco de la cultura popular: hoy ya no hay un solo show para todos, sino muchos pequeños para cada tribu digital.
Premios o pretextos para viralizar
Incluso para los fanáticos de siempre, como Christine Steingraber, de 64 años, el enfoque ha cambiado. “A veces no conozco a los artistas, pero el show me hace querer descubrirlos. Es como tener otra perspectiva”, dice. Aquí, los premios funcionan como termómetros culturales, dan pistas de lo que hay que mirar o escuchar, aunque ya no decidan completamente el rumbo.
Finalmente, también están quienes los abandonaron del todo. Como Rose Lucas, de 77 años: “Ya no los veo en vivo, son demasiado largos. Prefiero los clips del día siguiente.” Opinión común en tiempos donde la atención es un recurso escaso. La mayoría de los premios duran entre 2 y 3 horas. Un formato anticuado frente a la inmediatez de Netflix o TikTok.
¿Cuál es el futuro? ¿Adaptarse o morir?
Frente a este panorama, los premios enfrentan un dilema: o se adaptan al lenguaje digital o corren el riesgo de progresiva irrelevancia. La Emmy Awards 2024 por ejemplo, vio una leve recuperación de audiencia tras el declive provocado por la pandemia y las huelgas de Hollywood. Pero todavía está lejos del volumen de antaño.
Hoy solo 3 de cada 10 estadounidenses ven los premios al menos varias veces al año, según la encuesta. Demasiadas opciones, saturación de contenido, y una vida más frenética están minando la atención que estos eventos captaban fácilmente en los 80 o 90.
El veredicto final: ¿siguen teniendo sentido?
En resumen, los premios sí importan, pero de otra forma. No son el evento social de antaño, pero sí proveen valor como nodos culturales que generan conversación, tendencias y redescubrimiento de artistas. Ya no vivimos en la era de la elegancia televisiva, sino en la del clip emocional viral.
Como bien expresó Calum Scott sobre su reciente dueto con Whitney Houston —una reconstrucción digital de "I Wanna Dance With Somebody"—: “Es un honor vivir esta colaboración, no como un tributo al pasado, sino como un momento presente”.
Esa puede ser la clave del futuro de los premios: dejar de mirar hacia el ayer, y abrazar las formas cambiantes del entretenimiento moderno.