Guerra de drones en Europa: ¿Una nueva amenaza para la OTAN?

Las incursiones rusas en el espacio aéreo polaco desnudan debilidades en la defensa del continente y marcan un antes y un después en la seguridad militar europea.

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El 11 de septiembre de 2025 será recordado por la OTAN como un día clave en la transformación del teatro bélico moderno. Cuando 19 drones rusos violaron el espacio aéreo de Polonia, lo que a simple vista pudo parecer un error de navegación se convirtió en una lección para la seguridad colectiva de Europa. Por primera vez, un país de la OTAN tuvo que activar su poder aéreo defensivo dentro de sus propias fronteras —no en un escenario extranjero— para repeler drones hostiles.

¿Accidente o provocación táctica?

Las autoridades rusas negaron haber apuntado a Polonia, sugiriendo que los drones «perdieron el rumbo» por interferencias electrónicas. Bielorrusia, aliada cercana de Moscú, respaldó esta versión. No obstante, las evidencias apuntan a otra dirección.

El ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radek Sikorski, fue tajante: "Una o dos incursiones pueden ser error técnico. Diecinueve son imposibles de explicar como accidente". La profundidad con la que penetraron estos artefactos en territorio polaco —554 kilómetros, más que cualquier invasión anterior— aumenta la sospecha de que se trató de un ensayo deliberado para medir la capacidad de respuesta de la OTAN.

Thomas Withington, experto en guerra electrónica del Royal United Services Institute, lo explicó claramente: “Hacer que varios drones se desvíen no parece un accidente, sino una comprobación de sistemas y protocolos de reacción ante ataques no convencionales”.

Guerra electrónica: el juego del gato y el ratón

En la guerra moderna, un dron puede ser un arma letal o un señuelo sofisticado. Para neutralizarlo existen esencialmente dos tácticas:

  • Interferencia de señales (jamming), que bloquea la comunicación satelital del dron, forzándolo a aterrizar o regresar a su base.
  • Suplantación de señales (spoofing), que engaña al GPS y lo desvía de su ruta predeterminada.

Pero Rusia ha ido un paso más allá. Sus drones —en particular los Shahed, de origen iraní— están programados para continuar su ruta incluso sin señal GPS, usando navegación inercial. En palabras de Alexander-Cooper, especialista militar de la empresa Dedrone: "Algunos drones están programados para que su 'hogar' sea su objetivo. Intentar interferirlos electrónicamente puede empeorar el problema".

Así, un intento de defensa puede convertirse en un instrumento de ataque, y la guerra se traslada literalmente al cielo europeo.

Desproporción entre coste y amenaza

Para neutralizar cuatro drones, Polonia movilizó F-16, F-35, helicópteros Black Hawk y sistemas Patriot alemanes. Misiles valorados en millones de dólares fueron disparados contra dispositivos que cuestan apenas decenas de miles.

La economía de la guerra cambia radicalmente con estas tecnologías. Como apuntó Alexander-Cooper: “Este no es un modelo sostenible. Cada noche, Ucrania se enfrenta a miles de drones. Si la OTAN tuviera que hacer lo mismo, no tendría misiles suficientes ni pilotos entrenados para resistirlo”.

Wiesław Kukuła, comandante general polaco, respondió al dilema: "El valor de lo que puede destruir un dron —una vida polaca— no tiene precio".

Innovación acelerada: drones impulsados por IA y fibra óptica

Desde 2024, Rusia ha perfeccionado sus tácticas con enjambres de drones. Combina drones armados con señuelos sin carga explosiva, confundiendo así los sistemas antiaéreos.

Además, utiliza lo que se conoce como "redes de rebote", en las que un dron transmite señal a otros, extendiendo su alcance más allá de lo previsto. Esto se suma a tácticas empleadas por Ucrania, como la operación Spiderweb en junio de 2025, donde se usaron drones lanzados desde camiones, con trayectorias planificadas mediante inteligencia artificial, para atacar jets rusos en aeropuertos lejos del frente de batalla.

Otro avance dramático es el uso de drones por cable de fibra óptica que no pueden ser interferidos electrónicamente, lo cual los convierte en instrumentos letales de reconocimiento y ataque a gran precisión.

¿Está preparada la OTAN?

Tras cada interacción con drones rusos, Ucrania derriba la mayoría, pero basta uno o dos para causar estragos. La OTAN, en cambio, no tiene desarrollada una infraestructura que permita detectar objetos tan pequeños y de materiales no metálicos —como plástico o fibra de vidrio— que no reflejan ondas de radar convencionales.

Withington lo deja claro: “Los sistemas antiaéreos de la OTAN están diseñados para interceptar misiles balísticos o crucero. No para miles de drones ligeros volando bajo y lentamente”.

En respuesta, Sikorski propuso crear una "muralla antidrones" para Europa, con sensores de nueva generación y técnicas que permitan responder ante ataques masivos.

Lecciones de la frontera oriental

Desde febrero de 2022, el cielo de Europa del Este se ha convertido en el nuevo campo de batalla. En 2023, fragmentos de misiles mataron a dos polacos. En Moldavia, Rumanía, Lituania y Letonia, los drones han cruzado fronteras más de una vez. Pero esta es la primera vez que hay un ataque sincronizado con múltiples incursiones en territorio OTAN y que activa todos los protocolos de defensa aérea.

La confianza entre aliados también se pone a prueba. ¿Cuán dispuestos están los países de la OTAN a responder colectivamente si un dron ruso destruye infraestructura o vida humana dentro de Francia, Alemania o Italia?

Por ahora, el suceso quedó en una alerta con pérdida material mínima. Pero las autoridades polacas encontraron restos de drones en 16 ubicaciones diferentes, lo que implica que varios dispositivos lograron sortear la defensa aérea e incluso sobrevivieron al rastreo inicial.

¿Qué viene ahora?

No hubo muertos. No hubo ciudades destruidas. Pero hubo un mensaje claro: la guerra ha cambiado. Y si la OTAN no actualiza sus defensas, la próxima vez podría no tener la misma suerte.

En una era donde la tecnología avanza más rápido que la diplomacia, Europa enfrenta el enorme reto de reinventar su escudo aéreo. Los cielos ya no son el dominio exclusivo de jets y misiles. Son ahora el patio de juego de pequeños drones silenciosos que, por mil dólares, pueden causar estragos que cuestan millones.

El momento de prepararse no es mañana. Es ahora.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press