La Amazonía como escudo de salud: lo que la ciencia confirma y los pueblos originarios siempre supieron

Un nuevo estudio revela vínculos directos entre la conservación forestal indígena y menores tasas de enfermedades humanas, dando peso al conocimiento ancestral en plena crisis climática global.

El pulmón verde del planeta y su rol en la salud humana

La selva amazónica ha sido, desde la mirada occidental, un vasto ecosistema de rica biodiversidad, proveedor de oxígeno y hogar de miles de especies. Sin embargo, para los pueblos originarios, la Amazonía es mucho más que eso: es su madre, su espíritu vital, su medicina. Una visión que, por siglos, fue ignorada desde la ciencia, pero hoy empieza a confirmarse con datos duros.

Un nuevo estudio publicado en la revista científica Communications Earth & Environment ha demostrado que preservar bosques en manos de comunidades indígenas tiene impactos medibles en la salud humana. Específicamente, muestra cómo en territorios que han sido legalmente reconocidos a estas comunidades y que conservan una cobertura forestal alta (más de 40%), la prevalencia de enfermedades como malaria, afecciones respiratorias y hasta zoonosis se reduce significativamente.

Un equilibrio antiguo: salud y naturaleza

“El ‘hombre bosque’, según nuestra perspectiva, siempre ha estado en sintonía con la reciprocidad entre la salud humana y el entorno natural”, expresó Francisco Hernández Cayetano, presidente de la Federación de Comunidades Ticuna y Yagua del Bajo Amazonas (FECOTYBA), ubicada en la Amazonía peruana.

Esta idea, sostenida por generaciones de pueblos como los Asháninka o los Tikuna, ahora encuentra eco en estudios científicos internacionales. Lejos de ser solo un ideal romántico o espiritual, conservar la selva se traduce en menos enfermedades y vidas más saludables, no solo para indígenas, sino para todos los humanos que cohabitan el territorio amazónico o que respiran su influencia planetaria.

La evidencia científica que respalda el conocimiento ancestral

  • En zonas donde la cobertura forestal indígena supera el 40%, bajaron las tasas de enfermedades respiratorias durante temporadas de incendios.
  • Territorios reconocidos legalmente mostraron menores incidencias de enfermedades vectoriales, como malaria o dengue.
  • La conservación también reduce la carga viral emergente de enfermedades zoonóticas, al limitar el contacto humano con fauna selvática desplazada.

“Usando estos modelos, otras regiones del mundo también podrían analizar los impactos de la conservación en la salud humana”, señaló Kristie Ebi, científica del clima y salud de la Universidad de Washington.

Belem y la COP30: un espacio clave para visibilizar la Amazonía

Brasil será sede de la Cumbre Climática de Naciones Unidas en 2025 (COP30), y la ciudad elegida es Belém, considerada la puerta de entrada a la Amazonía. Más allá de la diplomacia ambiental, esta elección tiene un fuerte simbolismo: por primera vez, se colocará a la Amazonía y a los pueblos originarios en el centro del debate global sobre la crisis climática y la salud del planeta.

“Este tipo de estudio hace visible nuestra sabiduría ancestral y la traduce en un lenguaje que los tomadores de decisiones pueden entender”, explicó Hernández Cayetano.

¿Por qué 40% de cobertura forestal? Dudas válidas y ciencia perfectible

No todo el mundo celebra con euforia los resultados del estudio. Magdalena Hurtado, profesora de antropología y salud global en la Universidad Estatal de Arizona, reconoció el valor del trabajo, pero también pidió cautela. “Afirman que la salud solo está protegida si la cobertura forestal es superior al 40%. ¿Por qué no 35%? ¿O un rango variable dependiendo del ecosistema?”, cuestionó.

Para ella, el estudio es una “puerta de entrada”, pero advierte que los datos aún se basan en correlaciones, no causalidades. Sin embargo, lo valora como una iniciativa pionera que puede alentar investigaciones de mayor precisión y profundidad, especialmente si cuentan con enfoques interdisciplinarios e inclusión de saberes locales.

Incendios forestales, contaminación y sus consecuencias médicas

El estudio no solo analiza el “antes” de la enfermedad, sino también lo que ocurre cuando se rompe el equilibrio en zonas no protegidas:

  • Los incendios para tala o agricultura provocan enfermedades respiratorias como asma crónica.
  • El contacto con nuevas cepas animales puede facilitar pandemias futuras.
  • La pérdida de selva también implica pérdida de fuentes de medicina ancestral y biodiversidad al servicio de la farmacéutica natural.

“Se trata de paisajes que deben producir servicios económicos, sí, pero sin sacrificar los servicios ecológicos que protegen la salud”, aclaró Paula Prist, una de las autoras del estudio y coordinadora de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Datos que hablan por sí solos

La investigación tomó datos de varios países que comparten la Amazonía: Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Guyana, Surinam e incluso la Guayana Francesa. Se incluyeron variables como:

  • Calidad del bosque y su cobertura.
  • Reconocimiento legal de territorios indígenas.
  • Acceso a servicios de salud en cercanías.
  • Incidencia de enfermedades en zonas desprotegidas vs. protegidas.

El resultado fue contundente: las comunidades indígenas con control legal sobre sus territorios y una política activa de protección de sus bosques tienen mejores indicadores de salud.

Mantener los bosques, más allá de las tierras indígenas

James MacCarthy, investigador de incendios forestales del World Resources Institute, enfatiza que la protección ambiental tampoco debe limitarse a zonas indígenas. “Los paisajes fuera de sus territorios también deben ser manejados de manera sostenible para beneficio general”, afirmó.

En otras palabras, la fórmula indígena puede ser replicable, pero no debe limitarse a ellos. Es una responsabilidad estatal y una oportunidad de política pública multisectorial.

Cooperación científica sin fronteras

La amazónica Julia Barreto, ecóloga y científica de datos que participó en el estudio, destaca otro aspecto valioso: la cooperación internacional. “Fue importante formar un equipo de múltiples nacionalidades, porque la Amazonía no pertenece a un solo país. Es patrimonio humano”, defendió.

Barreto también afirma que poner esta información a disposición del público y de los responsables de tomar decisiones políticas puede ser el catalizador que faltaba para actuar de forma efectiva en torno a la selva tropical más grande del planeta.

Retos futuros: protección legal y apoyo económico

Sin embargo, los retos no son menores. Aún hay comunidades sin reconocimiento formal de sus tierras y, cuando lo tienen, se enfrentan a la falta de presupuesto estatal, amenazas ilegales como minería o narcoextracción, y una débil institucionalidad para salvaguardar sus derechos ambientales.

Francisco Hernández Cayetano lo resume con claridad: “Si cada Estado no garantiza los derechos y territorios de los pueblos indígenas, inevitablemente estaremos dañando su salud, sus vidas y al propio ecosistema”.

Un llamado global a redefinir el progreso

En un mundo en el que los indicadores de desarrollo aún priorizan el asfalto sobre el oxígeno, esta investigación ofrece un claro mensaje: el bienestar humano depende profundamente del estado de nuestros ecosistemas. Y si hay comunidades que ya han demostrado cómo lograrlo de manera sostenible, lo mínimo que debemos hacer es escucharlas, protegerlas y aprender de ellas.

El conocimiento indígena no solo es válido, es urgente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press