¿Adiós al monitoreo climático? El controvertido plan de la EPA que enciende las alarmas ambientales

La administración Zeldin busca eliminar una pieza clave en la lucha contra el cambio climático: el programa de reporte de emisiones de gases de efecto invernadero

El desmantelamiento de una herramienta vital

En una decisión que ha encendido críticas de expertos ambientales y organizaciones civiles por igual, la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos ha propuesto eliminar el Greenhouse Gas Reporting Program (Programa de Reporte de Gases de Efecto Invernadero). Esta medida, calificada por su administrador Lee Zeldin como un paso hacia la desregulación productiva, podría marcar un antes y un después en las políticas de transparencia ambiental en EE.UU.

Zeldin calificó el programa como «burocracia innecesaria» y anunció que su cancelación ahorraría a las empresas estadounidenses hasta $2.400 millones de dólares en costos regulatorios en una década. Pero, ¿cuánto cuesta realmente esta desregulación?

La importancia del Greenhouse Gas Reporting Program

Desde su implementación en 2009, este programa ha exigido que más de 8.000 instalaciones industriales —incluidas refinerías, plantas eléctricas y vertederos— reporten anualmente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), tales como dióxido de carbono (CO2) y metano, sin temor a sanciones. La idea ha sido permitir una recopilación de datos transparente que fundamente decisiones políticas e industriales.

De acuerdo a datos de la misma EPA, desde la entrada en vigor del programa, las industrias han reportado colectivamente una caída del 20% en las emisiones de carbono, impulsada en gran medida por el cierre progresivo de plantas a carbón —una de las fuentes más contaminantes del planeta.

¿Qué se perdería si se aprueba esta propuesta?

Expertos ambientalistas han advertido que eliminar esta obligación pone en grave riesgo la capacidad de lucha contra el cambio climático. David Doniger, estratega del Natural Resources Defense Council (NRDC), dijo tajantemente que se trata de “un esfuerzo cínico para mantener al público en la oscuridad”.

“Si no sabes quién contamina, no puedes hacer nada para responsabilizarlos”, sentenció. Y con ello, se pierde también uno de los pocos métodos realmente efectivos para presionar a las corporaciones desde la esfera pública e inversora.

El rol de la rendición de cuentas pública

El programa no solo servía para recabar datos, sino que era una útil herramienta de escrutinio público. Facilidades como la base de datos de gases de efecto invernadero permitían a cualquier ciudadano, periodista o inversor identificar qué empresas emitían más GEI y cómo había evolucionado su comportamiento año tras año.

Esta visibilidad tuvo, según Doniger, un “efecto indirecto inmenso”: ante la posibilidad de ser señaladas, muchas compañías comenzaron a reducir sus emisiones voluntariamente, anticipando potenciales normas futuras.

Una tendencia regresiva en el monitoreo ambiental

La propuesta de eliminar este programa coincide con otros recortes dentro de la EPA que apuntan a reducir la red de monitoreo de calidad del aire. Estos cambios, según Joseph Goffman, exjefe de la Oficina de Aire y Radiación bajo Joe Biden, son un doble golpe para el combate del cambio climático:

“Eliminar el programa equivale a dejar a los estadounidenses ciegos respecto a la contaminación climática”, afirmó Goffman. “Sin estos datos, ninguna política pública, comunidad ni empresa puede tomar decisiones informadas para reducir emisiones ni proteger la salud pública”.

¿Qué dice la EPA?

Lee Zeldin, quien asumió la EPA bajo la administración Trump, ha mantenido consistentemente una línea crítica hacia regulaciones ambientales que, según él, interfieren con la competitividad económica y perjudican a las comunidades trabajadoras. En su comunicado sobre la propuesta, dijo:

“El Programa de Reporte de Gases de Efecto Invernadero no mejora la calidad del aire. Solo impone costos innecesarios que afectan la prosperidad del país.”

Zeldin insiste en que la EPA puede cumplir con sus obligaciones legales bajo la Ley de Aire Limpio sin este programa, al que considera redundante y excesivamente oneroso.

Impacto económico vs. impacto climático

Zeldin estima que se ahorrarán $2.400 millones al eliminar esta medida, sin que ello comprometa la salud humana ni el medio ambiente. No obstante, quien examine con detenimiento la relación costo-beneficio quizás se sorprenda.

  • El presupuesto del programa representa menos del 0.1% del total del gasto ambiental federal.
  • Los beneficios indirectos de salud pública por reducción de contaminación se estiman en miles de vidas salvadas por año, debido a la mejora en la calidad del aire.
  • Los costos de desastres naturales relacionados con el cambio climático (huracanes, incendios forestales, sequías) han alcanzado más de $165 mil millones tan solo en 2022, según NOAA.

¿Vale la pena ahorrar $2.4 mil millones frente a cifras tan alarmantes?

Un patrón de desmantelamiento ambiental

Este movimiento forma parte de una tendencia mayor dentro de la actual administración estadounidense, en la que regulaciones anteriormente consolidadas están siendo revisadas o eliminadas. El día que Zeldin anunció esta propuesta, también celebró lo que llamó “el mayor día de desregulación en la historia de Estados Unidos”.

El plan tampoco sorprende si se considera el historial de la política ambiental bajo Trump: la administración anterior eliminó más de 100 regulaciones ambientales, incluyendo protecciones a cuerpos de agua y límites a emisiones vehiculares.

¿Qué está en juego para el planeta?

Eliminar este programa no haría que las emisiones desaparezcan, simplemente haría que nadie sepa con certeza quién las produce. En palabras de múltiples científicos climáticos, esto es lo equivalente a apagar el radar justo cuando el avión entra en terreno turbulento.

Estados Unidos es el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero en el mundo después de China. Cualquier debilitamiento en su estructura de monitoreo puede tener consecuencias globales, especialmente en un momento donde los acuerdos internacionales como el Acuerdo de París exigen mayor transparencia y rendición de cuentas.

El poder de los datos para impulsar soluciones

La información generada por el programa ha sido clave también para el desarrollo de soluciones empresariales, académicas y regulatorias. Desde el diseño de nuevas tecnologías de captura de carbono, hasta el desarrollo de estrategias de inversión sostenible por parte de fondos de inversión.

Eliminar esa base de datos no solo pone obstáculos a funcionarios públicos, sino también a toda una generación de científicos, ingenieros y empresas que desean transformar la industria desde adentro.

Llamados a la acción

El anuncio aún debe pasar por una fase de comentarios públicos que durará al menos seis semanas tras su publicación oficial en el Registro Federal. Numerosas organizaciones, universidades y ciudadanos ya han manifestado su intención de oponerse firmemente al plan.

“No podemos luchar contra lo que no podemos ver”, advirtió Doniger. Y quizás esa sea la frase que defina el corazón del debate ambiental moderno.

El futuro está en juego

Mientras las olas de calor rompen récords, los incendios arrasan bosques y las tormentas tropicales se intensifican año tras año, la transparencia en las emisiones podría ser una de nuestras herramientas más valiosas.

La propuesta de la EPA da la espalda no solo a ese conocimiento, sino también a su uso como catalizador para una política climática basada en hechos y ciencia. Como ciudadanos, activistas y habitantes de un planeta al límite, debemos preguntarnos: ¿queremos un futuro informado o uno en la niebla?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press