Brasil vs. EE. UU.: Las tensiones crecen tras la condena de Bolsonaro por intento de golpe
La condena al expresidente brasileño Jair Bolsonaro y las reacciones del gobierno de EE. UU. abren un nuevo frente de disputa diplomática con potencial impacto económico
Un fallo histórico con repercusiones internacionales
El 12 de septiembre de 2025, el Tribunal Supremo de Brasil condenó al expresidente Jair Bolsonaro por intento de golpe de Estado luego de las elecciones presidenciales de 2022, en las que fue derrotado por Luiz Inácio Lula da Silva. La decisión, que marca un precedente sin igual en la historia contemporánea de Brasil, ha desatado una crisis diplomática con Estados Unidos, especialmente con la administración del expresidente Donald Trump.
Los cargos contra Bolsonaro
La Fiscalía brasileña presentó pruebas que vinculan directamente a Bolsonaro con intentos de socavar el sistema democrático. Entre ellas, destacan sus reiteradas declaraciones contra la fiabilidad del sistema de votación electrónica, reuniones con asesores para discutir un decreto que suspendiera los resultados electorales y su silencio ante los disturbios que estallaron en Brasilia tras la asunción de Lula.
Según los jueces del Supremo Tribunal Federal (STF), estas acciones evidencian una intención clara de alterar el orden constitucional. La condena ha sido interpretada tanto dentro como fuera del país como un paso firme en la defensa de la democracia brasileña.
Respuesta incendiaria desde Washington
La administración republicana en EE. UU., liderada por Donald Trump y con Marco Rubio como Secretario de Estado, reaccionó con dureza. Trump calificó el juicio como una "cacería de brujas" y expresó estar "muy disgustado" con el resultado. Rubio fue más allá, afirmando en su cuenta de X (antes Twitter) que EE. UU. respondería "en consecuencia" a lo que considera “una amenaza a la democracia”.
La administración Lula no tardó en responder. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil rechazó las declaraciones del secretario Rubio, argumentando que "las amenazas como la hecha hoy [...] no intimidarán a nuestra democracia".
“Un presidente de un país no puede interferir en las decisiones soberanas de otro país. Si decide tomar más acciones, ese es su problema. Nosotros responderemos según se tomen medidas”, dijo Lula en una entrevista televisiva transmitida el jueves.
Posibles represalias económicas
El respaldo explícito de Trump a Bolsonaro no se ha limitado a palabras. En julio, el expresidente anunció un arancel del 50% a productos importados desde Brasil, vinculando directamente esta decisión al escenario judicial del exmandatario brasileño.
Además, el Departamento del Tesoro de EE. UU. impuso sanciones al juez Alexandre de Moraes, quien lideró el proceso judicial contra Bolsonaro, amparándose en la Ley Global Magnitsky. Este tipo de sanciones suele aplicarse contra individuos implicados en violaciones de derechos humanos, y su uso contra miembros del poder judicial de un país como Brasil ha sido visto como una injerencia directa.
Christopher Garman, analista de Eurasia Group, afirmó a medios brasileños que podrían venir más sanciones: "Es probable que la Casa Blanca extienda las sanciones Magnitsky a los demás jueces del Supremo, incluso a sus familias".
Estrategia brasileña para mitigar el impacto
Brasil no ha permanecido inmóvil ante estas amenazas. El senador Rogério Carvalho, líder del gobierno en el Senado, declaró en entrevista que el Ejecutivo ya contempla un plan de contención para proteger a las empresas nacionales. "Estamos buscando con agresividad nuevos mercados para compensar una eventual caída en las exportaciones a Estados Unidos".
Brasil es un importante exportador de productos agrícolas y minerales a EE. UU. En 2024, las exportaciones brasileñas al país norteamericano superaron los USD 32 mil millones, según datos del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior.
En especial, una caída en las ventas de soja, carne y acero brasileño podría tener un impacto directo sobre pequeñas y medianas empresas agroindustriales. Por ello, el gobierno ha iniciado un programa de incentivos para diversificar destinos de exportación en Asia, África y el Medio Oriente.
Dimensiones ideológicas del conflicto
La pugna entre ambos gobiernos también refleja un trasfondo ideológico. Desde que Lula llegó al poder en 2023, ha impulsado una agenda progresista centrada en el medio ambiente, la inclusión social y el fortalecimiento de las instituciones democráticas. En contraste, Trump y su equipo han seguido defendiendo lo que denominan "gobiernos patrióticos" frente al "globalismo".
Esta narrativa incluye la victimización de aliados ideológicos, como Bolsonaro, Viktor Orbán (Hungría) o Giorgia Meloni (Italia), quienes han sido objeto de críticas por afectar las instituciones democráticas en sus países. En este contexto, convertir a Bolsonaro en mártir político en los sectores conservadores de EE. UU. fortalece el discurso de Trump ante las elecciones presidenciales de 2026.
¿Un precedente peligroso?
Expertos en derecho internacional han manifestado su preocupación por la reacción de EE. UU. al proceso judicial brasileño. Para ellos, utilizar herramientas como aranceles y sanciones individuales para influir en los fallos judiciales de otro país podría romper reglas básicas de la diplomacia internacional y sentar un nefasto precedente.
“La independencia judicial es un valor fundamental en los estados democráticos. Atacarla con medidas coercitivas abre la puerta a prácticas propias de las relaciones interestatales más oscuras del pasado”, opinó María Dolores Estévez, jurista especializada en derecho internacional en la Universidad Autónoma de Madrid.
Reacciones en América Latina
Varios gobiernos de la región han expresado su apoyo al proceso legal brasileño. El presidente de Chile, Gabriel Boric, escribió en sus redes sociales: “Respetamos profundamente las decisiones soberanas del pueblo brasileño y sus instituciones. La democracia se defiende con justicia y no con amenazas.”
Por su parte, Gustavo Petro, presidente de Colombia, afirmó que “el juicio contra Bolsonaro es un acto necesario de limpieza democrática para que el continente no repita oscuras etapas de autoritarismo”.
¿Hacia una nueva Guerra Fría ideológica?
Con estas tensiones, algunos analistas sugieren que estamos presenciando una especie de nueva “Guerra Fría ideológica” en América, con gobiernos de extrema derecha apoyados por Trump confrontando a las administraciones progresistas que buscan consolidar la institucionalidad democrática.
En este escenario, el caso Bolsonaro se convierte en una pieza central. La manera en la que se desenvuelva este conflicto diplomático podría marcar un antes y un después en las relaciones entre EE. UU. y América Latina. Para muchos, el enfrentamiento no se reduce a la figura de un exmandatario, sino a la defensa o el ataque de modelos de sociedad diametralmente opuestos.
Datos clave:
- Fecha de condena: 12 de septiembre de 2025.
- Delito: Intento de golpe de Estado.
- Reacción de EE. UU.: Anuncio de tarifas del 50% sobre productos brasileños y sanciones personales.
- Exportaciones de Brasil a EE. UU. en 2024: más de USD 32 mil millones.
- Respaldo internacional: Chile, Colombia y analistas jurídicos apoyan independencia del poder judicial brasileño.
¿Qué puede esperar Brasil?
En un contexto electoral estadounidense, con Trump nuevamente en campaña y tratando de contentar a su base más leal, es previsible que use a Bolsonaro como carta simbólica. Sin embargo, Brasil tiene herramientas de negociación y una fuerte base institucional que le permiten resistir presiones externas sin renunciar a los principios del Estado de derecho.
Los próximos meses serán clave: ¿optará EE. UU. por profundizar el conflicto o buscará canalizar las diferencias mediante la diplomacia? ¿Hasta dónde llegará Lula en la defensa de la soberanía judicial de Brasil? Lo que está claro es que este episodio redefine los límites del poder en la diplomacia internacional contemporánea.