Inundaciones en Pakistán: una nueva crisis humanitaria alimentada por el clima
Más de 2.4 millones de desplazados, miles de pueblos bajo agua y una ayuda que llega tarde: la tragedia en Punjab y el sur de Asia se repite mientras el cambio climático recrudece
El desastre que no cesa
Una vez más Pakistán enfrenta una crisis humanitaria derivada de inundaciones devastadoras. Esta vez, la zona más afectada es la provincia de Punjab, al este del país, donde millones han tenido que abandonar sus hogares debido al rápido aumento de las aguas provocadas por lluvias intensas y la liberación de agua desde represas en la vecina India.
Según la Autoridad de Gestión de Desastres de Pakistán, desde que comenzó el desastre a finales de junio, el agua ha arrasado con más de 4,000 aldeas, desplazado a alrededor de 2.4 millones de personas, afectado a más de 4.5 millones y se ha cobrado la vida de al menos 950 personas en todo el país.
Un patrón que se repite
Las escenas no son nuevas para el pueblo pakistaní. En 2022, Pakistán sufrió una de sus peores inundaciones en la historia reciente, alimentada por lluvias monzónicas prolongadas y el derretimiento acelerado de glaciares. Ese desastre dejó más de 1,739 muertos y causó cuantiosas pérdidas económicas. Hoy, lo que vemos es una reiteración del mismo patrón.
Detrás de estos eventos está el factor común: el cambio climático. El país, que emite menos del 1% de los gases de efecto invernadero a nivel global, es uno de los 10 más vulnerables frente al calentamiento global, según el Índice de Riesgo Climático Global.
Un peligro inminente
En los últimos días, la atención se centró en la ciudad de Jalalpur Pirwala, un gran asentamiento urbano con más de 700,000 habitantes. Allí, el agua alcanzó el nivel crítico antes de comenzar finalmente a disminuir, según las autoridades. Sin embargo, el peligro se ha trasladado a otras regiones cercanas como Shujaabad y Liaquatpur, donde los ríos Sutlej y Chenab han desbordado sus cauces y devorado pueblos enteros.
Los equipos de rescate —a pesar de sus esfuerzos— no alcanzan. Testimonios de ciudadanos relatan cómo decenas de aldeanos debieron correr para salvar la vida cuando el agua llegó hasta los tejados. "Escapamos con lo que llevábamos puesto", dijo Naseem Mai, una mujer de 50 años desplazada junto a sus hijos. Como ella, miles viven ahora en campamentos improvisados o a la intemperie, con poco acceso a servicios básicos.
Gobierno bajo presión
La jefa de gobierno de Punjab, Maryam Nawaz Sharif, ha visitado las zonas afectadas y ordenó mejorar las condiciones de las operaciones de rescate. Equipos ministeriales fueron enviados y se impuso la obligatoriedad del uso de chalecos salvavidas y aros de flotación en todas las misiones de evacuación, luego de que 18 personas murieron por el vuelco de dos embarcaciones en Jalalpur Pirwala y Rahim Yar Khan.
No obstante, la población reclama más que presencia política. Muchos desplazados piden mantenerse con las carpas donadas incluso después de que baje el nivel del agua, pues anticipan que tardarán meses en reconstruir sus hogares. “Nos urge ropa, medicamentos y seguridad alimentaria”, replican desde los campos de refugiados temporales.
Una crisis agravada por la desigualdad
Las mujeres y los niños son los más afectados en esta emergencia. Las familias relatan que en los primeros días del desastre los dueños de embarcaciones privadas cobraban hasta por llevar a bebés, ante la desesperación de quienes intentaban huir de las zonas anegadas. Una vez más, la falta de regulación en la respuesta humanitaria expone a los más vulnerables a abusos.
La ministra federal Marriyum Aurangzeb, presente en los operativos, aseguró que ningún ciudadano será abandonado. "Nos hemos desplegado con barco tras barco, ningún pakistaní será dejado atrás", prometió, aunque la población aclama acción más allá de los discursos.
¿Y después qué?
Se estima que la emergencia persistirá al menos dos semanas más en algunas regiones, mientras las aguas se dirigen al sur, hacia la provincia de Sindh, históricamente vulnerable. En 2022, grandes porciones de Sindh quedaron bajo agua durante meses, destruyendo cultivos y medios de vida.
El desastre actual plantea preguntas urgentes sobre la resiliencia estructural del país y la respuesta de la comunidad internacional. ¿Por qué, pese a las experiencias previas, no existen sistemas de alerta temprana más eficientes? ¿Dónde están las inversiones comprometidas tras la COP27 para adaptar las infraestructuras de países como Pakistán al nuevo clima extremo?
El cambio climático no espera
Pakistán es un ejemplo ilustrativo de cómo la crisis ambiental deja cicatrices humanas. Como subrayó el periodista de The Guardian Shah Meer Baloch, "El cambio climático no es un problema del futuro. Está matando hoy".
El país necesita más que ayuda de emergencia. Requiere una transformación profunda en planificación urbana, sistemas de riego, protección de riberas e inversión en infraestructura resistente al clima. También necesita que el mundo cumpla con la promesa de financiamiento climático acordada en foros internacionales.
Mientras tanto, los cientos de miles desplazados en Punjab continúan resistiendo —bajo carpas, con ropas mojadas y sin certeza alguna—, atrapados entre el agua que arrasa sus viviendas y la política que tarda en construir soluciones duraderas.