Los Ataúdes de Fantasía en Ghana: Arte, Identidad y Muerte en una Misma Caja

Más allá de lo funerario: cómo los ataúdes personalizados en Ghana redefinen la muerte a través del arte y la cultura

Cuando la muerte se convierte en un lienzo para narrar historias de vida, lo que podría parecer el momento más sombrío se transforma en un espectáculo de color, símbolos y profundo significado. Esto es exactamente lo que ocurre en Ghana, especialmente entre el pueblo Ga de Accra, donde los ataúdes de fantasía —o Abebuo— van mucho más allá de su propósito utilitario: representan la identidad, ocupación, estatus y sueños de quienes se despiden de este mundo.

Un ataúd que habla: la tradición del Abebuo

La palabra Abebuo significa “proverbio” en el idioma local. Cada ataúd de fantasía es una especie de metáfora visual cuidadosamente tallada en madera: una última declaración, un mensaje codificado que la persona fallecida deja para ser leído, comprendido y celebrado por los vivos.

En esta tradición, no basta con depositar el cuerpo en una caja. Si el fallecido era agricultor, su ataúd podría tener la forma de una mazorca de maíz, una regadera o un arado. Aquellos que trabajaban vendiendo pescados son representados con cofres-islas decorados con tilapias, meros o cangrejos minuciosamente detallados.

De campesinos a jefes tribales: ¿qué ataúd le corresponde a quién?

En Ghana, la elección del ataúd no es un capricho, sino un reflejo de linaje y posición social. Los jefes tribales pueden ser enterrados en ataúdes con forma de león, un animal que evoca poder, liderazgo y valentía. Las familias reales del barrio de Labadi, por ejemplo, asocian su linaje con el gallo, y ese diseño está reservado exclusivamente para ellos.

Como bien explica Eric Kpakpo Adotey, carpintero especializado en estos ataúdes, “las personas olvidan momentáneamente el dolor por la pérdida; se maravillan con el ataúd y el ambiente cambia. Ríen, lloran, celebran. Todo se equilibra en ese momento”.

El papel del arte en transformar el duelo

Los funerales ghaneses son célebres por su carácter festivo. Lejos del luto solemne occidental, se hacen con música, danza y coloridos trajes. En estos contextos, el ataúd de fantasía aparece como la pieza central de una ceremonia que busca celebrar la vida. Las emociones oscilan entre la tristeza y la fascinación, generando un contraste emotivo y profundamente humano.

Como explica el carpintero Nicolas Ablorh Annan: “Empezamos como una tradición Ga, pero ahora ya todo Ghana está interesado. Lo hacemos como negocio familiar, sin rituales. Algunos ataúdes ni siquiera llegan a ser usados en velorios; son pedidos como obras de arte por museos del extranjero”.

Del taller de carpintería a los museos

Hoy en día, muchos de estos ataúdes tienen un segundo destino: museos y galerías de arte contemporáneo en todo el mundo. Se estima que el 15% de la producción de ataúdes de fantasía en Ghana se destina a exposiciones internacionales desde los años 90, cuando el Musée National d’Art Moderne en París y varias galerías en Japón, EE.UU. y Alemania comenzaron a adquirirlos (fuente: Brooklyn Museum).

Las figuras más populares tienden a ser animales (peces, aves, crustáceos), medios de transporte (automóviles, aviones), objetos de trabajo (zapatos, martillos, bolígrafos), y símbolos de estatus (botellas de cerveza, teléfonos celulares).

La construcción de cada ataúd tarda entre 10 y 14 días. Los precios oscilan entre los $700 y $2,000 dólares, dependiendo del tipo de madera y el grado de complejidad en la elaboración.

De generación en generación: herencia y técnica

Muchos talleres, como el de la familia Annan en Teshie, zona costera de Accra, han pasado el arte de confeccionar estos ataúdes de padres a hijos. Para ellos, más allá de una expresión cultural, representa un medio de vida.

Los talleres funcionan como pequeños centros culturales: lugares donde visitantes pueden ver piezas terminadas o incluso hacer pedidos personalizados. A veces, los mismos familiares del difunto vienen con ideas claras; otras, buscan el consejo del carpintero para dar forma al “último retrato” de su ser querido.

¿Un arte únicamente fúnebre o también social?

Estos ataúdes no solo transportan cuerpos; también transmiten mensajes sociales. En una nación de profundo sincretismo religioso donde conviven el cristianismo, islam, animismo y tradiciones culturales seculares, los ataúdes de fantasía no generan rechazo; más bien son aceptados como medio de expresión personal.

Sin embargo, también existen críticas. Algunos sectores más conservadores del país consideran estas expresiones como ritos “excesivos” y costosos, incluso innecesarios. Pero la mayoría sigue considerando esta práctica como un orgullo nacional.

Estética de la muerte: una rareza africana que desafía estereotipos

En muchas culturas occidentales, la muerte se representa con colores oscuros, solemnidad y una tendencia a ocultar el cadáver. Lo que hace Ghana es exactamente opuesto: mostrar la muerte como parte de la vida, usarla como oportunidad para contar historias, validar identidades y reunir a comunidades enteras en el arte colectivo del duelo.

Curiosamente, este mismo principio ha comenzado a atraer la atención de psicólogos sociales y antropólogos de todo el mundo, quienes ven en esta práctica un modelo para repensar las formas de despedirnos de los seres amados.

Valor emocional e impacto cultural

Según un estudio del African Studies Quarterly, los ataúdes de fantasía no solo aportan significado a los sobrevivientes, sino que ayudan en el proceso psicológico de aceptación de la pérdida. Este fenómeno se ha comparado con las prácticas memoriales japonesas o mexicanas, donde el reconocimiento profundo del difunto ayuda al duelo colectivo.

“Morir nunca fue tan vivo”

No es exagerado afirmar que estos ataúdes transforman la muerte en una experiencia vital. Hacen que lo intangible —el alma, la memoria, la identidad— tome una forma sólida, visible y colorida. Morir, en Ghana, puede tener forma de pescado, pájaro o botella de soda, pero nunca de olvido.

En palabras de Eric Kpakpo, uno de los artesanos más veteranos: “No vendemos cajas; contamos vidas”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press