Religión, dignidad y resistencia: cómo líderes católicos enfrentan las políticas migratorias de Trump
Obispos, monjas y activistas combaten el miedo y defienden la dignidad humana frente a la represión migratoria en EE. UU.
Un grito de compasión en medio del endurecimiento migratorio
En medio del clima político más polarizado de los últimos tiempos en Estados Unidos, líderes católicos alzan su voz ante lo que consideran una ola de políticas migratorias crueles y deshumanizantes. Durante un panel realizado en la Universidad de Georgetown, varios obispos y religiosas compartieron sus experiencias en la primera línea de la lucha por los derechos de los inmigrantes, denunciando el temor, la fragmentación familiar y la ansiedad generalizada provocada por la agenda antiinmigrante de la administración de Donald Trump.
Los testimonios de estos líderes no solo conmocionaron por sus descripciones vívidas de familias atemorizadas y comunidades desestabilizadas, sino que revelaron una profunda tensión entre los valores conservadores tradicionales de la Iglesia y la necesidad de defender a los más vulnerables en la sociedad estadounidense.
Cuando el Evangelio choca con las políticas migratorias
El obispo auxiliar de Washington, Evelio Menjivar-Ayala, fue contundente: “Lo que veo en los ojos de la gente es dolor y una profunda confusión. ¿A dónde iremos si no somos bienvenidos?”. Su experiencia personal lo convierte en una figura emblemática: llegó a Estados Unidos como inmigrante indocumentado desde El Salvador, en medio de la guerra civil, en 1990. Ahora, es el primer obispo salvadoreño en el país.
Desde esa perspectiva, Menjivar-Ayala condenó la ampliación de facultades para los agentes migratorios, quienes ahora pueden detener personas incluso en iglesias y escuelas, lugares que hasta hace poco eran considerados "refugios sagrados".
“Estas políticas no solo desestabilizan a los inmigrantes individualmente, sino a familias enteras, negocios y comunidades completas”, dijo.
La voz de las hermanas religiosas en defensa de la humanidad
También participó del panel la hermana Norma Pimentel, directora de Catholic Charities del Valle del Río Grande, donde dirige un centro de acogida para migrantes en McAllen, Texas. Relató una visita a un centro de detención que la dejó marcada: “Vi familias en condiciones terribles, lloré. Pero lo más impactante fue ver a los mismos agentes de la Patrulla Fronteriza llorando con nosotros. Uno me dijo al salir: ‘Gracias, hermana, por ayudarnos a recordar que son seres humanos.’”
Su trabajo incansable ha sido reconocido incluso por el Papa Francisco, quien también ha criticado abiertamente la política migratoria estadounidense actual.
Inmigrantes y fe: una relación fracturada
En Los Ángeles, los efectos de estas políticas se sienten en cada banco vacío de las iglesias. El arzobispo José Gómez, el primer latino en dirigir la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), reveló que la asistencia a misa ha caído alrededor de un 30% debido al miedo a ser detenido. “Muchos prefieren no salir de sus casas. La comunidad está paralizada por el miedo.”
La Arquidiócesis ha montado una red de apoyo legal y asistencia económica para inmigrantes detenidos o deportables. Gómez concluyó: “Esto está afectando no solo la Iglesia, sino toda la estructura social y espiritual de nuestras comunidades.”
El choque cultural entre doctrina y política
Aunque la Iglesia Católica comparte posiciones tradicionalmente conservadoras, como su oposición al aborto y al matrimonio igualitario, se encuentra ahora en disonancia con el enfoque político del Partido Republicano sobre inmigración.
En febrero, el Papa Francisco denunció los esfuerzos de deportación masiva, calificándolos como despojadores de dignidad humana. Ese mismo mes, la USCCB finalizó asociaciones de décadas con el gobierno federal para el cuidado de migrantes menores, debido a recortes puestos en marcha por la administración Trump.
Estadísticas que reflejan un drama humano
De acuerdo con datos analizados por The Associated Press, el 40% de los arrestos realizados por el aumento de operaciones federales en agosto no estuvieron relacionados con delitos penales, sino exclusivamente con asuntos migratorios.
El abogado Ashley Feasley del Columbus School of Law recordó una cifra preocupante: más de 4.9 millones de niños ciudadanos estadounidenses viven con al menos un progenitor indocumentado. “¿Qué pasa cuando ese padre es detenido? ¿Qué impacto tiene eso en el tejido familiar y psicológico de estos niños?”, preguntó con evidente dolor.
Resistencia sobre dos ruedas: una fe sobre motores
El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, relató su trabajo en la iniciativa “Knights on Bikes” (“Caballeros sobre dos ruedas”), en colaboración con los Caballeros de Colón. Esta misión busca brindar apoyo espiritual a los migrantes detenidos en centros como el infame "Alligator Alcatraz" del sur de Florida.
Recordó cómo rezó el rosario bajo el sol abrasador afuera del centro, y posteriormente recibió autorización para celebrar misa dentro. “Invitarlos a rezar en ese ambiente deshumanizante es una forma profunda de recordarles que Dios no los ha olvidado.”
Una iglesia nacional atrapada entre la oración y la acción
Mark Seitz, obispo de El Paso, Texas, subrayó lo que para él es una línea de acción clara: “La oración nos mueve a la acción. Ser presencia, amor y apoyo concreto para quienes han sido aterrorizados por estas políticas.”
Desde repartir información sobre derechos legales hasta ofrecer transporte y alimentos, las diócesis están movilizándose como no se veía desde la crisis migratoria de los años 80.
El conflicto que trasciende la frontera: un dilema moral
La política migratoria de Trump ha generado una disyuntiva moral en muchos feligreses católicos conservadores que votaron por el expresidente por convicciones religiosas, pero ven con incomodidad sus medidas contra los inmigrantes.
Mientras algunos justifican el enfoque bajo la bandera de seguridad nacional, otros como Monseñor Seitz argumentan: “No podemos permitir que el miedo a lo desconocido supere nuestra obligación cristiana de amar al prójimo.”
Un futuro incierto, una esperanza viva
Al cerrar el panel, el arzobispo José Gómez compartió una esperanza: “Este país es una nación de inmigrantes. Rezo por una reforma inmigratoria justa y pronto. Ese es mi sueño.”
Más allá de declaraciones, las diócesis católicas ya actúan como redes de contención humana, moral y legal frente a una crisis que trasciende posiciones políticas y desafía los fundamentos de la compasión religiosa.
En tiempos en los que la Iglesia se ve atrapada entre su doctrina y una realidad política convulsa, líderes como Pimentel, Menjivar y Gómez encarnan lo que ellos mismos constantemente repiten: “ver el rostro de Cristo en el migrante que sufre.”