Siria y su crisis silenciada: ¿camino a una nueva generación perdida?
Entre desplazamientos forzados, escuelas destruidas y una aguda crisis humanitaria, la infancia siria sigue atrapada en un ciclo de guerra y abandono
Una cicatriz que no cierra: la tragedia en Sweida
Más de una década después del inicio de la guerra civil siria, el país continúa enfrentando múltiples frentes de crisis. Uno de los escenarios más recientes y poco visibilizados tuvo lugar en Sweida, una provincia del suroeste del país donde estallaron enfrentamientos sectarios entre clanes beduinos suníes y miembros de la minoría drusa durante el verano pasado. El saldo fue devastador: cientos de civiles muertos y más de 187,000 personas desplazadas, en su mayoría drusos expulsados de sus hogares en medio de un resurgimiento de tensiones religiosas.
Mientras tanto, escuelas que deberían estar recibiendo a estudiantes al inicio del ciclo escolar han sido transformadas en refugios improvisados para los desplazados. La situación plantea no solo un desafío humanitario, sino también un dilema ético y social: ¿qué futuro le espera a los niños sirios privados de educación y estabilidad?
La educación: otra víctima de la guerra
Según datos de la ONU, el 40% de las escuelas en Siria están fuera de servicio debido a daños estructurales provocados por bombardeos, saqueos o la ocupación de fuerzas armadas y desplazados. Esto ha dejado a alrededor de 2.5 millones de niños fuera del sistema educativo en un país donde más del 50% de la población eran menores de edad al inicio de la guerra.
Adam Abdelmoula, coordinador humanitario de la ONU para Siria, alertó sobre la gravedad de la situación, insistiendo en que la apertura de nuevos campos de desplazados no es la solución. "Lo último que Siria necesita es ver más campos levantarse", declaró, sugiriendo en su lugar alternativas como el uso de centros juveniles, edificios públicos, alquileres subsidiados o programas de reconstrucción de viviendas.
El choque entre realidades: apertura escolar y desplazamientos masivos
En varias zonas de Siria, el año escolar comenzó en septiembre de forma desigual: mientras algunas regiones, donde las condiciones lo permitieron, abrieron sus aulas a inicios de mes, otras lo hicieron más tarde o no han abierto del todo. En Sweida, las escuelas se han convertido en albergues improvisados para familias desplazadas sin alternativas, lo que dejó a miles de estudiantes sin acceso a la educación presencial.
Esta situación, cada vez más común, se entrelaza con la falta de una política nacional articulada que ofrezca soluciones reales y sostenibles a los desplazados. El gobierno de Damasco y las autoridades drusas locales se encuentran actualmente en un punto muerto, sin acuerdos visibles ni una hoja de ruta funcional para garantizar el retorno seguro de las comunidades expulsadas.
La paradoja humanitaria en Siria: menos restricciones pero menos recursos
Paradójicamente, en los últimos meses se ha visto una reducción en las restricciones para las organizaciones humanitarias. Abdelmoula indicó que se ha registrado un aumento significativo en la "permisividad" del gobierno sirio hacia las labores de ayuda, destacando una mejor coordinación entre agencias internacionales, apertura de fronteras con Jordania y Turquía y plena funcionalidad del aeropuerto de Damasco.
Sin embargo, este paso adelante ha sido opacado por un retroceso económico: el financiamiento para operaciones humanitarias en Siria ha alcanzado sus niveles más bajos en años. Esta disminución de fondos limita drásticamente la capacidad de respuesta ante emergencias, perjudicando a los más vulnerables, especialmente niños, mujeres embarazadas y personas mayores desplazadas sin atención sanitaria ni medios de subsistencia básicos.
La vida en el limbo: historia de Lina y sus hijos
Lina (nombre ficticio), madre de tres hijos, es uno de los rostros invisibles de esta historia. Su hogar fue destruido durante los combates en Sweida. Ahora, comparte una aula parcialmente dañada con otras tres familias donde duermen sobre colchonetas, sin privacidad ni condiciones mínimas de higiene. Sus hijos, que solían estudiar en la misma escuela donde ahora habitan, llevan más de 4 meses sin clases.
"Lo único que quiero es volver a casa. Los niños preguntan todos los días cuándo van a volver a estudiar, y yo no tengo respuestas", relata Lina con voz quebrada. Como ella, más de un millón de madres desplazadas enfrentan decisiones imposibles día a día, sin apoyo suficiente del Estado ni garantías de seguridad para regresar a sus comunidades.
La infancia siria: una generación amenazada
La educación desempeña un rol irremplazable en la construcción de paz y reconciliación nacional. Proveer escuelas funcionales no solo garantiza formación académica, sino también estabilidad psicológica, socialización y un sentimiento de pertenencia que disminuye el riesgo de reclutamiento por parte de grupos extremistas o redes criminales.
De acuerdo con UNICEF, “cada año fuera de la escuela disminuye un 10% la probabilidad de que un niño retome su trayectoria educativa”. Esto significa que los menores desplazados durante años podrían caer en un círculo vicioso de pobreza, exclusión y desesperanza, especialmente si las condiciones actuales no mejoran.
En el peor de los escenarios, Siria podría ver una “generación perdida” de millones de niños y adolescentes sin estudios, sin expectativas y sin voz en la reconstrucción de su país.
Alternativas posibles: ¿hay esperanza?
A pesar de los obstáculos, la comunidad internacional, organizaciones humanitarias e incluso la diáspora siria han logrado avances. Algunos ejemplos incluyen:
- La rehabilitación exprés de escuelas en zonas más o menos estables usando materiales reciclables.
- La implementación de programas educativos móviles con autobuses escolarizados.
- Educación virtual con acceso gratuito a internet satelital en campamentos.
- Alianzas con universidades extranjeras para formar a maestros dentro y fuera del país.
Pero estos esfuerzos, aunque valiosos, representan una gota en el océano frente a la magnitud del desastre. Se necesita apoyo a gran escala, iniciativa política y sobre todo, voluntad de reconstruir un pacto nacional que incluya a los más olvidados: los niños desplazados.
¿El silencio es complicidad?
Resulta angustiante que en un mundo hiperconectado, la tragedia siria haya desaparecido del radar mediático internacional. Mientras otros conflictos ocupan titulares e inyectan millones en ayuda, Siria permanece como una herida abierta que no cierra ni conmueve como antes. Pero cada día que se ignora esta realidad, se pierde una batalla más contra la barbarie del olvido.
Es momento de reactivar la conciencia global sobre lo que ocurre en Siria, amplificar las voces silenciadas de los desplazados y presionar a gobiernos e instituciones internacionales para implementar soluciones humanitarias urgentes. Porque una generación privada de educación es una generación condenada al silencio y a la resignación.
Como dijo el escritor sirio Khaled Khalifa antes de morir en 2023: “El exilio más cruel no es vivir fuera del país, sino crecer dentro de él sin futuro”.