Trabajadores surcoreanos detenidos en Georgia: una crisis diplomática que revela heridas profundas
La detención masiva de empleados surcoreanos en una planta de baterías en EE.UU. ha despertado indignación, tensado relaciones bilaterales y expuesto las fallas de un sistema migratorio obsoleto
Una llegada con sabor a alivio e indignación
El viernes 12 de septiembre de 2025, un vuelo chárter de Korean Air aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Incheon, al oeste de Seúl. A bordo iban más de 300 trabajadores surcoreanos recientemente liberados tras haber estado detenidos por varios días en Georgia, Estados Unidos.
Las imágenes transmitidas por televisión mostraban escenas de aplausos por parte de altos funcionarios del gobierno surcoreano que recibían a los trabajadores, muchos de ellos visiblemente agotados y usando mascarillas. Pero más allá del alivio por su regreso, la llegada estuvo cargada de una creciente sensación de traición e indignación nacional.
La redada en Georgia: detonante de una controversia
Todo comenzó el 4 de septiembre, cuando funcionarios de inmigración de Estados Unidos llevaron a cabo una masiva redada migratoria en una planta de baterías en construcción en el campus del gigante automotriz Hyundai, cerca de Savannah, Georgia. En total, alrededor de 475 personas fueron detenidas en el operativo, entre ellas cientos de ciudadanos surcoreanos.
La planta es producto de una inversión conjunta entre Hyundai y LG Energy Solution, y forma parte de una estrategia más amplia de expansión industrial surcoreana en EE.UU. que contempla decenas de fábricas de baterías, semiconductores y astilleros.
Muchos de los trabajadores estaban en Estados Unidos con visas de turista a corto plazo o a través del Programa de Exención de Visado (ESTA). Estas visas no permiten legalmente trabajar en el país. Aun así, por años, había existido una “tolerancia informal” sobre su empleo temporal mientras montaban infraestructura para grandes conglomerados coreanos. Esto cambió abruptamente con la redada.
Escenas indignantes: esposados de pies y manos
Si hubo algo que agudizó más el enojo en Corea del Sur, fue la publicación por parte del gobierno estadounidense de imágenes donde algunos trabajadores surcoreanos aparecían esposados de manos, tobillos y con cadenas a la cintura, al más puro estilo de delincuentes violentos.
Estas escenas, que rápidamente circularon en medios asiáticos y redes sociales, provocaron un aluvión de críticas tanto contra Estados Unidos como contra las fallas del sistema diplomático coreano. Diversos ciudadanos, figuras mediáticas y políticos expresaron su consternación.
“Somos sus aliados estratégicos. Esto es inaceptable”, escribió en su cuenta de X el columnista Kwon Do-yeon, voz frecuente en temas de la política exterior coreana.
Una herida para la alianza Seúl-Washington
La alianza entre Corea del Sur y Estados Unidos ha sido uno de los pilares geoestratégicos más sólidos en Asia-Pacífico las últimas décadas. De hecho, Seúl alberga cerca de 28,500 tropas estadounidenses y es parte vital del diseño de disuasión frente a Corea del Norte y China.
Sin embargo, la detención de los trabajadores en Georgia ha sido vista como un desprecio por parte de Washington hacia su socio. No se trata solo del acto policial, sino de cómo ocurrió, sin coordinación suficiente, sin aviso, y con un trato desproporcionado.
El presidente surcoreano, Lee Jae Myung, en una rueda de prensa celebrada poco después del aterrizaje del vuelo en Incheon, expresó: “Fue el propio presidente Trump quien detuvo el proceso de deportación para escuchar nuestra posición. Agradecemos el gesto, pero la crisis ya había causado mucha humillación innecesaria.”
Visados obsoletos para una economía globalizada
La raíz estructural del problema responde a la inadecuación del sistema migratorio estadounidense respecto a los trabajadores técnicos extranjeros que realizan labores especializadas pero temporales.
Según el investigador Choi Jin-Wook del Instituto de Política Exterior de Corea, “Estados Unidos quiere atraer inversión surcoreana pero no ha hecho lo suficiente por crear un corredor de talento simétrico. Las visas de trabajo no están adaptadas a las nuevas formas de cooperación industrial.”
Los trabajadores detenidos eran en su mayoría técnicos, ingenieros e instaladores altamente calificados que desempeñaban tareas específicas para montar infraestructura. Sin embargo, como no eran contratados por empresas estadounidenses propiamente, quedaban atrapados en un limbo jurídico.
Más de 20 megaproyectos coreanos en EE.UU.
Corea del Sur ha invertido de manera agresiva en Estados Unidos en los últimos años. Se estima que hay más de veinte megaproyectos industriales surcoreanos en curso dentro del territorio estadounidense.
- Plantas de baterías: en Georgia, Michigan, y Tennessee.
- Fábricas de semiconductores: Samsung tiene una gran iniciativa en Texas.
- Industria naval: con fábricas en expansión en Pensilvania.
Estas inversiones, codiciadas por los estados debido a los miles de empleos que generan, han sido usadas por la Casa Blanca como ejemplos de cooperación sólida. Irónicamente, estos mismos proyectos hoy se ven ensombrecidos por la rigidez migratoria estadounidense.
Trump intercede, pero el daño ya está hecho
Durante las negociaciones para liberar a los detenidos, el expresidente y actual presidente Donald Trump intervino directamente. Según declaraciones del gobierno surcoreano, Trump pidió pausar la deportación para dar espacio a que algunos trabajadores que desearan quedarse en EE.UU. pudieran hacerlo. Uno de ellos optó por esa posibilidad.
Sin embargo, analistas aclaran que el gesto llegó demasiado tarde, ya que el escándalo mediático y diplomático había estallado. “Trump es pragmático, pero su administración no coordinó bien desde el inicio”, afirmó Naomi Yoon, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Yonsei.
El factor geoestratégico: ¿China al acecho?
No se puede ignorar el contexto estratégico que rodea estos acontecimientos. En medio de la creciente competencia entre China y Estados Unidos por liderar la producción de baterías y tecnología limpia, Corea del Sur es un socio de primer orden. La fragilidad de la relación con Seúl puede terminar beneficiando a Pekín.
China ya ha aprovechado momentos de tensión entre aliados del Pacífico para atraer inversión surcoreana. De hecho, algunas empresas que antes operaban en EE.UU. han empezado a diversificar su presencia industrial hacia el sudeste asiático y la propia China continental.
¿Qué sigue para los trabajadores y para la diplomacia?
Aunque la mayoría de los trabajadores han sido repatriados de forma voluntaria y sin cargos mayores, muchos relataron haber sufrido condiciones traumáticas durante su detención en el centro migratorio de Folkston, Georgia. Las autoridades surcoreanas han prometido asistencia psicológica y compensaciones para quienes lo soliciten.
Por ahora, el caso ha servido para reactivar un viejo reclamo: la necesidad urgente de un acuerdo bilateral de movilidad laboral entre Corea del Sur y EE.UU., especialmente en industrias estratégicas.
Mientras tanto, la opinión pública en Corea del Sur sigue empujando hacia una revisión del rol de su país como socio político y económico de Washington, cuestionando hasta qué punto sigue existiendo simetría en la relación.
Una lección sobre alianzas en tiempos complejos
En definitiva, este caso no se trata solo de temas migratorios, sino de algo aún más profundo: la naturaleza de las alianzas en una era de transición multipolar. Cuando los trabajadores de uno de tus principales aliados son esposados y tratados como criminales, incluso mientras construyen el futuro económico que ambos necesitaban, es inevitable que surjan interrogantes incómodos.
Las democracias necesitan sólidas relaciones, pero para que sean duraderas deben basarse en respeto mutuo, coordinación intercultural y una adecuada adaptación de normas jurídicas. Es una lección que, esperemos, Washington y Seúl hayan comenzado a tomar en serio.