Basel Adra: El cineasta palestino que incomoda a Israel con su cámara

Ganador de un Oscar, perseguido por el ejército y narrador de una realidad silenciada: la historia de un director que desafía al sistema con su arte

Una vida bajo amenaza, una cámara como escudo

En un mundo donde contar la verdad puede costar la libertad —o incluso la vida—, el director palestino Basel Adra ha emergido como una figura valiente y esencial. Con solo una cámara, ha documentado durante años la vida de los palestinos en Masafer Yatta, una región del sur de Cisjordania, expuesta a hostigamientos constantes por parte de colonos y militares israelíes. Su labor ha sido reconocida internacionalmente tras ganar el Oscar al Mejor Documental con “No Other Land”. Hoy, sin embargo, su vida está en riesgo como nunca antes.

Un Oscar que trajo luz... y oscuridad

En marzo de 2024, el filme No Other Land conmovió a jurados y audiencias del Festival Internacional de Cine de Berlín, donde obtuvo su primera gran ovación y premios que luego culminarían en el reconocimiento de la Academia. El documental, codirigido con los israelíes Yuval Abraham y Rachel Szor, y el también palestino Hamdan Ballal, retrata con crudeza el desplazamiento sistemático de residentes palestinos por parte del Estado israelí.

Pero ganar un Oscar no blindó a Adra. Por el contrario, visibilizar lo invisible trajo consigo persecución. Según reportó el propio cineasta a medios internacionales, el pasado sábado nueve soldados israelíes allanaron su casa, interrogaron a su esposa Suha y revisaron su teléfono mientras su bebé de nueve meses estaba presente. “El sistema está diseñado para atacarnos, para aterrorizarnos”, declaró Adra.

Masafer Yatta: Una tierra donde vivir es un acto de resistencia

Masafer Yatta no es solo el escenario de su documental, es su hogar. Esta región fue declarada zona de entrenamiento militar por Israel en los años 80, y desde entonces, sus habitantes —en su mayoría beduinos— viven bajo la permanente amenaza de ser expulsados.

Hoy en día, cerca de 1,000 personas permanecen allí. Son testigos de frecuentes demoliciones de viviendas, confiscación de agua, y destrucción de olivares centenarios. El ejército israelí justifica sus acciones alegando necesidades de “seguridad nacional”, pero para los locales es un desplazamiento lento y calculado.

La situación ha empeorado durante la actual guerra en Gaza. Según datos de B'Tselem, organización israelí de derechos humanos, más de 400 palestinos han sido asesinados en Cisjordania desde el inicio del conflicto, muchos de ellos en operaciones militares que se intensifican bajo la sombra del caos regional.

Cuando el cine se convierte en amenaza política

La cámara de Adra apunta donde otros desvían la mirada. Para el gobierno y los colonos israelíes, eso es una amenaza. Los directores israelíes implicados en el documental han denunciado que tras cada ataque de colonos, llega el ejército a "restaurar orden"… pero no contra los agresores. "Primero los colonos atacan la aldea, después el ejército llega para atacar a los palestinos", denunció Yuval Abraham.

En efecto, el papel doble del Estado —protección activa a los colonos y represión a los palestinos— es un patrón bien documentado. Ya en 2022, un informe de Human Rights Watch calificó este sistema de “apartheid” por la segregación legal y social entre israelíes y palestinos en los territorios ocupados.

“No Other Land”: el documental que incomodó al mundo

El documental ya ha sido proyectado en más de 30 festivales internacionales, donde ha recurrentemente ganado premios del público y de la crítica. Sorprende más aún por su enfoque binacional: israelíes y palestinos filmando juntos. El dispositivo narrativo es simple: Adra filma a su familia, sus vecinos, sus pérdidas. Rachel y Yuval cuentan el otro lado: ¿qué significa ser un israelí testigo del despojo institucional?

Durante una función reciente en Miami Beach, sectores proisraelíes exigieron cerrar el cine por proyectarlo. Fue otro ejemplo de cómo incluso fuera de Palestina, dar voz a los oprimidos es percibido como un acto político radical.

La crítica aplaude el filme tanto por su calidad técnica como por su poder emocional. “Un grito silente pero potente”, escribió The Guardian. “Una obra que trasciende el cine para convertirse en testimonio histórico”, afirmó The New York Times.

Arte como resistencia, cine como refugio

La historia de Adra recuerda a otros artistas que, históricamente, encontraron en el arte un refugio y una trinchera. Como Ai Weiwei en China o Jafar Panahi en Irán, este joven palestino desafía un régimen de control a través del lente de su cámara.

En declaraciones recientes, Adra expresó sus razones: “Filmar es mi manera de existir, de resistir y de decir: estamos aquí”. Su compromiso no empezó con el documental ni terminará tras el Oscar. Desde hace una década documenta abusos en Masafer Yatta, y ha colaborado con medios como Al Jazeera y The Intercept.

¿Hay futuro para la libertad artística en Palestina?

A pesar de la atención internacional y los premios, la situación en Cisjordania sigue empeorando. Los artistas palestinos enfrentan censura, amenazas y exilio. Los intentos de normalizar la ocupación mediante acuerdos diplomáticos o comerciales chocan con estas realidades cotidianas.

Adra es una metáfora de este dilema: ¿puede un creador mantenerse íntegro en un contexto donde incluso filmar tu aldea es subversivo? Él cree que sí. “Mientras ellos destruyen casas, nosotros construimos memoria”, dijo en un panel en Berlín. La memoria, en forma de cine documental, puede ser un acto revolucionario.

Una voz que no será silenciada

A pesar de las amenazas, Basel Adra promete seguir filmando. Su historia ejemplifica cómo el cine no solo es entretenimiento; puede ser también denuncia, refugio, arma y escudo. Que su labor haya llevado a “No Other Land” al escenario más prestigioso del cine mundial es un triunfo, pero también una señal de alarma. El mundo celebra a Adra mientras su país lo persigue.

La pregunta que queda sobre la mesa: ¿puede el arte cambiar realidades bajo ocupación? Adra, con una cámara en una mano y su hija en la otra, responde sin hablar. Ya lo ha dicho todo con su lente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press