Gaza bajo fuego: una guerra sin tregua y una población al límite

Israel intensifica su ofensiva sobre Gaza mientras miles de palestinos enfrentan desplazamientos, hambre y muerte. ¿Estamos siendo testigos de una nueva Nakba en pleno siglo XXI?

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Una ofensiva sin pausa en Gaza

La madrugada del pasado sábado se tornó trágica nuevamente para Gaza. Una nueva oleada de ataques aéreos israelíes dejó al menos 32 personas muertas en distintos barrios de la ciudad. Las imágenes de humo emergiendo de los edificios derruidos, cuerpos recuperados bajo los escombros y familiares llorando frente a los hospitales volvieron a circular con crudeza por redes sociales y medios de comunicación internacionales.

Entre las víctimas, según informaron fuentes médicas en el hospital Al-Shifa, se encontraban 12 niños, una madre con sus tres hijos y múltiples miembros de la misma familia. El objetivo de estos ataques, según argumenta el ejército israelí, es eliminar la presencia de milicianos de Hamás, supuesta causa detrás de estas operaciones militares. Sin embargo, estos bombardeos afectan directamente a miles de civiles que han quedado atrapados entre las líneas del conflicto.

Evacuaciones masivas… pero imposibles

Mientras Israel insta a la población de Gaza a evacuar de inmediato y trasladarse al sur, las agencias humanitarias advierten sobre la falta de condiciones mínimas para hacerlo. El portavoz militar israelí Avichay Adraee indicó que más de 250.000 personas ya han salido de la ciudad, una cifra que contrasta con los cálculos de la ONU, que hablan de cerca de 100.000 desplazados entre mediados de agosto y septiembre.

El problema no solo radica en el coste prohibitivo de abandonar Gaza —se estima que trasladarse al sur puede costar hasta 1.000 dólares— sino también en la falta de opciones viables para salvarse. Como declaró un voluntario de Médicos Sin Fronteras: “No hay ningún lugar seguro en Gaza, ni al norte ni al sur. Estamos presenciando una limpieza demográfica por asfixia”.

Críticas internacionales y protestas en Europa

Mientras miles de personas sufren en Gaza, las voces de denuncia han comenzado a multiplicarse fuera del enclave. En el marco de la Vuelta Ciclista a España, por ejemplo, protestas pro-palestinas sorprendieron a corredores, organizadores y espectadores cuando grupos de ciudadanos exhibieron banderas palestinas e interrumpieron el paso del pelotón.

En la 15ª etapa de la carrera, una manifestación provocó incluso un choque entre ciclistas cuando un manifestante se acercó demasiado al grupo con una bandera. La iniciativa simbolizó el sentir de muchos ciudadanos europeos: una combinación de frustración, impotencia y deseo de visibilizar el sufrimiento palestino bajo la ofensiva israelí.

Rosana Prieto, una concejala local del noroeste de España, describió la necesidad de hablar por los que no tienen voz: “A veces desde pueblos pequeños podemos enviar mensajes grandes. Esto va más allá de la política. Se trata de humanidad”.

Una crisis humanitaria que supera todos los límites

Más del 90% de los 2 millones de habitantes de Gaza han sido desplazados, según datos de Naciones Unidas. Los hogares destruidos superan los 300.000 y los hospitales están al borde del colapso. Muchos de ellos funcionan sin combustible y con escasos suministros médicos, tratando de salvar vidas en medio de la desesperación. Las condiciones, según la OMS, ya reúnen todos los elementos de una catástrofe sanitaria.

Más de 64.700 palestinos han muerto desde el comienzo del conflicto, la mitad de ellos mujeres y niños, de acuerdo con autoridades de salud en Gaza. Y aún quedan 48 rehenes israelíes en manos de Hamás, lo que añade un componente delicado a cualquier intento de alto el fuego o negociación diplomática.

El drama de los hogares improvisados

Ante la falta de refugio y las constantes evacuaciones exigidas por Israel, miles de civiles buscan desesperadamente una alternativa. Naciones Unidas informó recientemente que más de 86.000 tiendas de campaña y suministros temporales están retenidos a la espera de permisos para su ingreso a Gaza por parte de Israel. En otras palabras, la población está atrapada, sin poder desplazarse ni resguardarse adecuadamente.

¿Estamos frente a una nueva Nakba?

El término Nakba, que en árabe significa “catástrofe”, se refiere al éxodo forzado de más de 700.000 palestinos durante la guerra de 1948. Muchos académicos, activistas y voces internacionales han comenzado a utilizar nuevamente este término para describir lo que está ocurriendo en 2024.

La diputada francesa Clémentine Autain declaró recientemente en una sesión parlamentaria: “Lo que estamos presenciando en Gaza es una repeición contemporánea de la Nakba: desplazamientos masivos, destrucción sistemática de viviendas y un intento de borrar del mapa una identidad nacional”.

El rol de Occidente

A pesar de las denuncias por parte de organismos humanitarios y gobiernos europeos, el apoyo militar y logístico occidental a Israel no se ha frenado. Estados Unidos, por ejemplo, ha aprobado miles de millones de dólares en asistencia militar, lo que para críticos del conflicto supone una legitimación de la estrategia israelí.

Las palabras de António Guterres, secretario general de la ONU, parecieron resumir el sentir internacional: “Los niveles de sufrimiento humano en Gaza son inaceptables. Necesitamos un alto el fuego inmediato y total acceso humanitario sin restricciones”.

¿Hacia dónde va Gaza?

Tras más de nueve meses de guerra, la pregunta que ronda a políticos, periodistas y ciudadanos es: ¿cómo se reconstruye Gaza? La infraestructura está destruida, la economía colapsada y la juventud fragmentada por traumas difíciles de dimensionar. Por ahora, ni la comunidad internacional ni los actores del conflicto parecen tener una hoja de ruta clara para el día después.

Mientras tanto, miles de madres seguimos contando los minutos entre un bombardeo y otro con la esperanza de que nuestros hijos sobrevivan a otro día de fuego y desolación.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press