Tensión en alta mar: el abordaje de un buque pesquero venezolano por la Marina de EE.UU. en aguas disputadas

El incidente entre un destructor estadounidense y una embarcación de pesca venezolana reaviva el conflicto diplomático entre Caracas y Washington

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Un abordaje que aviva las brasas del conflicto

El reciente abordaje de una embarcación pesquera venezolana por parte de personal armado de un destructor de la Marina de los Estados Unidos ha desatado una nueva crisis entre Caracas y Washington. El gobierno venezolano denunció que el incidente ocurrió en aguas jurisdiccionales de Venezuela, encendiendo una vez más las tensiones políticas y militares entre ambos países.

Yván Gil, ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, denunció el hecho como una "acción hostil e ilegal" y advirtió que forma parte de una provocación mayor encaminada a justificar una escalada militar en el Caribe. “Aquellos que ordenan estas provocaciones buscan un incidente que justifique una intervención armada”, expresó en rueda de prensa desde Caracas.

¿Qué ocurrió exactamente?

Según las autoridades venezolanas, el incidente tuvo lugar esta semana cuando un destructor de la Marina estadounidense abordó un buque pesquero de bandera venezolana con autorización oficial para operar en aguas del país. En dicha embarcación viajaban nueve pescadores civiles que, durante ocho horas, estuvieron retenidos sin comunicación bajo custodia de 18 militares estadounidenses armados que inspeccionaron el buque sin justificación aparente.

Gil mostró imágenes durante la conferencia donde, presuntamente, se observa el buque venezolano junto al destructor estadounidense y parte del personal armado. También difundió un video corto grabado por los propios pescadores que muestra el momento del abordaje, aunque aún no ha sido autenticado por fuentes independientes.

Washington guarda silencio

Hasta el momento, la Casa Blanca no ha emitido ningún comunicado oficial sobre el incidente, lo cual ha sido interpretado en Caracas como una forma de evasión ante una acción unilateral. La falta de explicación por parte del gobierno estadounidense solo ha añadido tensión a una ya volátil relación bilateral.

Un conflicto que viene de lejos

Los roces entre Estados Unidos y Venezuela no son nuevos. Las tensiones actuales tienen su origen en la política exterior aplicada por la administración de Donald Trump, que incluyó sanciones económicas, congelamiento de activos, y el reconocimiento de líderes opositores como legítimos presidentes temporales. En marzo de 2020, el Departamento de Justicia estadounidense llegó incluso a acusar formalmente al presidente Nicolás Maduro de narcotráfico internacional y terrorismo, ofreciendo $15 millones por información que lleve a su arresto.

En agosto de 2025, la Casa Blanca volvió a las andadas al ordenar el despliegue de unidades navales en el Caribe para luchar contra el narcotráfico. Esto fue justificado por el expresidente Trump como una forma de interceptar embarcaciones cargadas de drogas provenientes de Venezuela y otros países. Pero para el gobierno de Caracas, esta operación representa una violación directa a su soberanía.

La sombra del Tren de Aragua

En paralelo al abordaje marítimo se encuentra el reciente anuncio de Trump sobre la destrucción de una embarcación que, según él, transportaba a miembros del Tren de Aragua, una peligrosa banda criminal nacida en Venezuela y ya con presencia en varios países latinoamericanos. Afirmó que la nave provenía de costas venezolanas y fue interceptada y destruida por unidades estadounidenses en el mar Caribe, resultando en la muerte de 11 personas.

El detalle es que Washington no presentó ninguna evidencia que respaldara la operación, y Caracas respondió acusando a EE.UU. de realizar ejecuciones extrajudiciales. Diosdado Cabello, ministro del Interior, calificó la versión estadounidense como “una tremenda mentira” y sugirió que la embarcación destruida posiblemente transportaba personas desaparecidas que nada tenían que ver con narcotráfico.

Un conflicto político con potencial explosivo

Analistas internacionales coinciden en que estos incidentes no deben verse de forma aislada. El Caribe se ha transformado en una zona estratégica en disputa, no solo por temas de narcotráfico, sino también por razones geopolíticas. La presencia reforzada de tropas estadounidenses y el llamado del gobierno venezolano a que sus ciudadanos se integren en las milicias dan cuenta de un clima prebélico.

“El gobierno venezolano ha activado la defensa integral de la nación y llamado a sus ciudadanos a dirigirse a los cuarteles para entrenarse”, declaró Gil, subrayando la necesidad de preparar a la población ante un posible intento de incursión extranjera.

Por su parte, el politólogo Félix Seijas afirmó en entrevista con El Nacional: “La política exterior de Estados Unidos bajo Trump apostó a la presión máxima. Ahora parece estar dispuesta a provocar un incidente armado que podría ser el pretexto para una intervención más abierta”.

¿Legalidad o derecho internacional?

Desde el punto de vista legal, el abordaje de un buque pesquero en aguas territoriales venezolanas sin autorización internacional representa una violación del Convenio de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), que garantiza la soberanía de los estados sobre sus aguas jurisdiccionales hasta las 12 millas náuticas desde su costa.

“Si el abordaje ocurrió en aguas venezolanas sin autorización ni motivo razonable, esto podría considerarse un acto de agresión bajo la Carta de las Naciones Unidas”, explicó el abogado internacionalista Carlos Patiño.

La influencia electoral también cuenta

No puede dejarse de lado el cálculo electoral detrás de estas acciones. Algunos analistas plantean que el endurecimiento de la política hacia Venezuela busca ganar votos dentro del electorado cubano y venezolano-americano en estados clave como Florida. Estas comunidades han sido tradicionalmente opuestas al chavismo y podrían ver con buenos ojos una administración firme y confrontacional.

En este sentido, el periodista y experto en relaciones internacionales Andrés Cañizález explicó: “Trump ha entendido que demonizar a Maduro y mostrar músculo militar en el Caribe tiene una utilidad electoral directa. No se trata solo de controlar drogas, se trata de mandar mensajes políticos internos”.

¿Qué sigue ahora?

Tras el incidente, la cancillería venezolana ha anunciado que llevará el caso ante organismos multilaterales, incluyendo la ONU y la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). También ha pedido la solidaridad de otras naciones de la región frente al “expansionismo militar estadounidense”.

Mientras tanto, los pescadores del buque abordado regresaron con vida, pero con el susto incrustado en la memoria. “Pensamos que no saldríamos de esa”, dijo uno de ellos, cuya identidad se mantiene reservada por razones de seguridad. “Estábamos pescando merluza cuando de pronto nos rodeó un barco gris enorme y no sabíamos dónde meternos”.

Entre narrativas enfrentadas, silencio diplomático del lado estadounidense, y una creciente militarización de la región, este episodio no solo complica aún más las ya tensas relaciones entre Caracas y Washington. También pone de relieve el riesgo de un conflicto armado impulsado tanto por intereses geopolíticos como electorales.

En alta mar, donde las fronteras se vuelven difusas y la fuerza suele imponerse a la diplomacia, lo que está en juego no es solo la soberanía de un país, sino la estabilidad de toda una región.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press