Emmys 2025: Una noche de sorpresas, sátiras y redención para la televisión
Entre un repunte histórico en audiencia, premios inesperados y una polémica —aunque fructífera— campaña de donación, los premios Emmy recuperan terreno en la era del streaming y del fútbol americano
Los Premios Emmy 2025 no solo marcaron un repunte significativo en audiencia tras años de caídas, sino que ofrecieron una mezcla de comentario social, sátira hollywoodense y un inesperado foco benéfico. Conducida por el comediante Nate Bargatze y transmitida desde el Peacock Theater de Los Ángeles, la 77ª edición de los Emmy parece haber encontrado una fórmula necesaria para volver a cautivar al público.
Una audiencia en ascenso: el mejor dato desde 2021
La transmisión atrajo a 7.42 millones de televidentes, según datos de Nielsen divulgados por CBS. Esta cifra representa un aumento del 8% respecto a la edición anterior en septiembre de 2024, y un notable 70% más que el mínimo histórico de 4.3 millones televidentes registrado durante la edición de enero de 2024 (retrasada por la huelga de guionistas y actores).
No se veía una cifra tan alta desde 2021, cuando también CBS aprovechó un lead-in de la NFL, mostrando una vez más el poder combinado del deporte rey de EE.UU. y el espectáculo televisivo. De hecho, la NFL sigue siendo competencia directa e insuperable para los Emmy, incluso cuando algunos mercados occidentales contaron con fútbol americano justo antes de la gala del domingo.
De “The Studio” a Colbert: los grandes ganadores
Mientras que en décadas anteriores gigantes como Seinfeld o ER arrasaban en audiencias y premios por igual, hoy las series reconocidas —como “The Studio” o “The Pitt”— no logran cifras masivas, pero sí reciben el beneplácito de la crítica.
Una de las ovaciones más emotivas fue para el comediante y presentador Stephen Colbert, quien se consagró entre aplausos. También Tramell Tillman hizo historia al ganar en la categoría de Mejor Actor de Reparto por su papel en Severance, consolidando la transición del talento negro hacia roles protagónicos estilizados y emocionales.
La sátira del tiempo premiada... y cuestionada
Uno de los momentos más comentados de la gala fue el “gag benéfico” de Bargatze. El conductor abrió la noche anunciando una donación de $100,000 a los Boys & Girls Clubs of America, con una original (y polémica) condición: se restarían $1,000 por cada segundo que los discursos se pasaran de tiempo, y se sumarían $1,000 por cada segundo que se quedaran cortos.
El resultado fue, por momentos, hilarante y vergonzoso. Actores como Hannah Einbinder abrazaron el riesgo: “Yo pagaré la diferencia”, bromeó. Pero a medida que avanzaba la noche, el reloj virtual marcaba -$60,000, y el ambiente se tornaba incómodo hasta para el anfitrión.
Críticas al enfoque "condicional" de la filantropía
Aunque al final Bargatze terminó donando una suma total de $250,000 y CBS aportó otros $100,000, la estrategia dividió opiniones. “Este momento fue más que la donación; fue una plataforma para nuestra misión”, expresó Lisa Anastasi, jefa de desarrollo institucional del Boys & Girls Clubs.
Sin embargo, no todos compartieron ese entusiasmo. El estratega en recaudación de fondos T. Clay Buck lanzó una crítica frontal: “La generosidad no debería ser un gimmick. Las comunidades no son decorado”. Y añadió que transformar la necesidad en espectáculo socava el significado de la filantropía.
¿Puede la televisión competir con el fútbol y el streaming?
En palabras de Bargatze durante su sketch inaugural: "Los shows que ganan un Emmy tendrán el mayor nivel artístico", a lo que su compañero Mikey Day replicó, "¿Y también tendrán las mayores audiencias?" — "Ni cerca," respondió Bargatze, "La mayoría estará viendo fútbol o Yellowstone".
Y es que la fragmentación del ecosistema televisivo ha hecho casi imposible igualar los niveles de audiencia de comienzos de siglo: en el año 2000, más de 21 millones de personas vieron los Emmy. La última vez que superaron los 10 millones fue en 2018.
La nostalgia de los '90 y los dilemas del prestigio actual
Hoy, las series más premiadas no son necesariamente las más populares. Aquella época dorada en la que el prestigio iba de la mano con la audiencia ha quedado atrás. Ahora, producciones galardonadas como “Adolescence” atraen a nichos específicos, mientras que Yellowstone y la NFL son los verdaderos reyes del rating.
Además, el problema se agrava cuando las premiaciones coinciden con eventos deportivos. Mientras los Globos de Oro o los Grammy luchan por no desaparecer, los Emmy también deben adaptarse a un entorno cambiante. Incluso a Hollywood ya no le interesan tanto los premios como los clicks y los memes generados en redes sociales.
Más allá de la pantalla: literatura, diversidad y la mirada crítica
No solo la televisión vivió una noche relevante. La misma semana se entregaron los Premios American Book Awards, los cuales destacan la diversidad cultural en la literatura. Autores como Percival Everett y Joy Reid fueron honrados por obras que combinan denuncia social, historia afroamericana y un potente mensaje anti-censura.
La Fundación Before Columbus, que entrega los premios desde 1976, afirmó: “No hay cuotas para la diversidad. Los ganadores reflejan lo que naturalmente ocurre en una sociedad literaria plural”.
Este paralelismo entre literatura y televisión abre una interrogante interesante: ¿puede el arte —en cualquiera de sus formas— coexistir con la necesidad de visibilidad y rating sin sacrificar su esencia?
Una mezcla de sátira, arte y responsabilidad social
Este año, los Emmy lograron mucho más que premiar lo mejor de la televisión: fueron una radiografía de la industria cultural estadounidense. Entre críticas a la superficialidad hollywoodense, campañas de donación con sabor a reality show y una audiencia redimida, la gala dejó en claro que la televisión aún tiene espacio para reinventarse, resistiendo al streaming, las huelgas y hasta la NFL.
Y aunque tal vez nunca vuelvan los números de antaño, sí regresó una chispa esencial: el deseo de ver, debatir y recordar lo que sucede en una noche de Emmy.