Malaui en la encrucijada: elecciones, crisis y la lucha por una democracia robusta

Después de una histórica anulación electoral en 2019, los ciudadanos malauíes regresan a las urnas en medio de crisis económica, escasez de combustible e intensas luchas políticas

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El contexto: elecciones de alto voltaje

Malaui, una nación enclavada en el sureste de África, se enfrenta nuevamente a una jornada electoral crítica, un momento cargado de tensión, esperanza y desafíos. Las elecciones presidenciales del país han cobrado notoriedad a nivel internacional desde 2019, cuando los tribunales anularon los comicios debido a graves irregularidades. Fue solo la segunda vez en la historia de África que un tribunal anulaba unos resultados presidenciales y la primera vez que tal decisión resultaba en el retiro de un presidente en funciones.

Ahora, en 2025, las urnas se convierten una vez más en el epicentro del porvenir malauí. Las elecciones del 10 de septiembre no solo determinarán quién liderará al país durante los próximos cinco años, sino que marcarán también un referéndum tácito sobre la calidad y profesionalización de su democracia.

¿Quiénes son los protagonistas?

En esta contienda electoral se enfrentan principalmente dos figuras familiares:

  • Lazarus Chakwera: teólogo y ex predicador de 70 años, actualmente presidente y candidato para un segundo mandato. Su presidencia inició con entusiasmo reformista luego de vencer en la repetición electoral de 2020, tras el escándalo de 2019. Sin embargo, una fuerte crisis económica ha empañado su gestión.
  • Peter Mutharika: veterano político de 85 años y expresidente, cuya primera elección (2014) fue seguida de un escándalo electoral en 2019. Aunque fue destituido por la justicia electoral, vuelve a la arena con fuerza, rodeado de una aureola de controversia por haber elegido como compañero de fórmula al exjefe de la comisión electoral responsible del irregular proceso de 2019.

También se presentan otros 15 candidatos, incluyendo Joyce Banda, quien asumió la presidencia entre 2012 y 2014 tras la muerte del hermano mayor de Mutharika. Ella busca retornar al poder como una opción alternativa al polarizado binomio Chakwera-Mutharika.

Elecciones bajo la lupa: cambios y vigilancia

Desde el caos legal de 2019, Malaui reformó su ley electoral e incorporó un sistema de mayoría absoluta (50%+1), lo que podría derivar en una segunda vuelta si ningún candidato logra el umbral en la primera.

Para una sociedad que ha atestiguado protestas masivas, intervenciones judiciales transformadoras y un escrutinio internacional fuerte, los malauíes llegan a esta elección con una mezcla de desconfianza y orgullo. Las expectativas están puestas no solo en quién gana, sino en cómo se lleva a cabo todo el proceso.

La Comisión Electoral de Malaui está bajo intensa supervisión. Cualquier fallo procedimental podría detonar nuevas olas de protestas, como las ocurridas de 2019 a 2020, o incluso ataques más organizados contra las estructuras del sistema democrático.

Crisis económica: una bomba de tiempo electoral

El gobierno de Chakwera ha enfrentado turbulencias considerables. Un elemento central en estas elecciones es el colapso económico de Malaui:

  • Inflación: subió del 8% en 2020 al 27% en 2024.
  • Escasez de maíz: el alimento básico en la dieta malauí se ha vuelto inasequible para amplias capas de la población.
  • Falta de combustible: las estaciones de servicio presentan filas eternas, tanto que se pronostica que estas serán más largas que las de los centros de votación.
  • Desastres climáticos: ciclones, inundaciones y otros choques relacionados con el cambio climático han asolado repetidamente el sector agrícola, la base de la economía.

Atravesando esta compleja red de problemas económicos, Chakwera ha intentado atraer apoyo con mensajes de transformación estructural y alianzas internacionales, mientras que Mutharika promete una recuperación basada en su experiencia, pese al escepticismo por su historial previo.

Una historia de esperanza: fe en la justicia y el poder del voto

La anulación del fraude electoral en 2019, seguida por unas elecciones apenas un año después, sorprendió al continente. Un editorial del New York Times en 2020 catalogó el caso malauí como “un punto brillante para la democracia africana”.

La Corte Constitucional de Malaui fue internacionalmente aplaudida por una sentencia sólida, basada en los principios de legalidad electoral. La decisión simbolizó una esperanza para una región donde los fraudes han sido ignorados o justificados por intereses geopolíticos.

Ese precedente ha dado más ímpetu a organizaciones de la sociedad civil, como la coalición Human Rights Defenders Coalition (HRDC), y medios de comunicación independientes. Hoy, esos mismos actores están desempeñando un rol clave al monitorear el proceso, educación cívica y protección del voto.

¿Quién ganará?

Los analistas prevén una contienda reñida, con fuertes indicios de que ningún candidato alcanzará el 50% necesario en la primera vuelta. Esto podría empujar al país a una segunda ronda electoral, como ya ocurrió en 2020.

Aquí algunos factores que pueden influenciar el resultado:

  • Voto urbano vs. rural: mientras que las zonas urbanas demandan reformas rápidas económicas, las zonas rurales suelen priorizar subsidios agrícolas, caminos, y acceso a servicios básicos, que ambos candidatos prometen aumentar, aunque sin detallar cómo financiarlo.
  • La diáspora: aunque no todos los malauíes en el extranjero votan, tienen una influencia significativa a través del financiamiento de campañas y redes digitales.
  • Juventud: más del 50% de la población malauí tiene menos de 25 años, un segmento que podría volcar la balanza, dependiendo de su nivel de participación electoral.

Una advertencia regional

La elección en Malaui también sirve como campana de alerta para Africa austral. Con países como Zimbabue y Mozambique enfrentando tensiones similares en sus procesos electorales, la transparencia y éxito en Malaui puede constituir una guía o advertencia.

Lo que está en juego no es solo el liderazgo local, sino la viabilidad de las instituciones democráticas en una región donde las elecciones muchas veces son vistas con cinismo y temor, más que con esperanza.

Llamado a la participación

Mientras los malauíes enfrentan largas filas para combustible y comida, existe una pregunta más profunda y fundamental: ¿harán fila también por su democracia?

La participación electoral podría ser la variable más crítica. Si los votantes responden, si sus voces se escuchan y si el proceso se respeta, Malaui puede salir de estas elecciones no solo con nuevos líderes, sino también con una narrativa poderosa: la de una nación que sigue redefiniendo lo que puede y debe significar una democracia africana en el siglo XXI.

Como escribió la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie: "Lo que una nación cree sobre su presente moldea radicalmente su forma de imaginar el futuro." Hoy, Malaui vuelve a tener la pluma en mano para escribir el siguiente capítulo de su historia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press