Sudán del Sur al Borde: Tensiones Políticas, Llamado a las Armas y una Paz Frágil

La destitución de Riek Machar desata una ola de incertidumbre que amenaza con romper la ya tambaleante paz en la nación más joven del mundo

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Un nuevo capítulo en la larga crisis política

Sudán del Sur, el país más joven del mundo desde su independencia en 2011, enfrenta una nueva amenaza a su frágil estabilidad. La reciente destitución e imputación de Riek Machar, líder histórico de la oposición y hasta hace poco Primer Vicepresidente, marca un punto de inflexión en la historia reciente del país. Acusado de asesinato, terrorismo y crímenes contra la humanidad, Machar ha sido puesto bajo arresto domiciliario y excluido del proceso político nacional.

El conflicto Kiir-Machar: raíces de una guerra civil

La enemistad política entre Riek Machar, un Nuer, y el presidente Salva Kiir, un Dinka, no es nueva. Comenzó en 2013 con una lucha de poder dentro del partido gobernante, el SPLM. Este conflicto derivó rápidamente en una devastadora guerra civil que cobró más de 400.000 vidas y desplazó a millones de ciudadanos.

En 2018, bajo presión internacional, ambas partes firmaron un acuerdo de paz que permitió la formación de un gobierno de unidad. Machar fue reinstalado como Primer Vicepresidente, pero las tensiones latentes nunca se resolvieron del todo.

Un llamado a la movilización: ¿guerra inminente?

La SPLM/A-IO (Movimiento/Ejército Popular de Liberación de Sudán en Oposición), ahora liderada temporalmente por Nathaniel Oyet, ha respondido a la imputación de Machar con un mensaje alarmante: un llamado a sus simpatizantes para "reportarse al servicio nacional" y usar "todos los medios disponibles para recuperar su país y soberanía".

Mientras que esta declaración ha sido interpretada por muchos como un llamado a la guerra, el vocero militar del grupo, coronel Lam Paul Gabriel, ha intentado aminorar su gravedad, alegando que no han recibido órdenes oficiales de combate.

Implicaciones internacionales

Las tensiones internas en Sudán del Sur tienen resonancia más allá de sus fronteras. Naciones Unidas mantiene una importante misión de paz en el país, con más de 17.000 efectivos desplegados. Un regreso a la violencia generalizada podría desencadenar una nueva crisis de refugiados y desestabilizar a toda la región del Cuerno de África.

Además, Estados como Estados Unidos, Noruega y el Reino Unido, que han sido patrocinadores del proceso de paz, observan con preocupación los recientes acontecimientos. Estos países temen que la imputación de Machar y el colapso del acuerdo podrían borrar una década de esfuerzos diplomáticos e inversión millonaria en ayuda humanitaria y reconstrucción.

¿Justicia o persecución política?

Puok Both Baluang, portavoz del ahora arrestado Machar, ha denunciado las acusaciones como una "cacería de brujas política", cuyo verdadero objetivo sería sabotear definitivamente el acuerdo de paz. Según Baluang, Machar no recibió un juicio justo y está siendo usado como chivo expiatorio para justificar la consolidación del poder de Kiir.

“Creemos que los principales beneficiarios del acuerdo de paz son los ciudadanos de Sudán del Sur, que anhelan ver su cumplimiento”, declaró Baluang.

Una etnicidad al borde del abismo

El conflicto en Sudán del Sur se ha visto indiscutiblemente marcado por la división étnica entre los Dinka y los Nuer. Machar y Kiir representan a estos grupos, y su lucha por el poder ha exacerbado tensiones intercomunitarias que han dejado huellas profundas e irreparables. Grupos de derechos humanos han documentado masacres, violaciones sistemáticas y hambrunas inducidas como armas de guerra.

Si Machar es eliminado permanentemente del tablero político, muchos temen que los Nuer vean su marginación como una afrenta existencial que podría arrastrarlos nuevamente a la lucha armada.

Posibles escenarios futuros

  • Reactivación de la guerra civil: Si el llamado a las armas se materializa, Sudán del Sur podría regresar a los niveles de violencia de 2013-2018.
  • Reconfiguración política: Oyet podría consolidar el SPLM/A-IO bajo nuevos liderazgos y buscar alianzas internas o internacionales que le den legitimidad como nuevo eje opositor.
  • Negociación forzada: Frente al riesgo de una guerra, actores internacionales podrían forzar nuevas conversaciones entre Kiir y facciones disidentes.

La reacción del gobierno y el estado de derecho

El gobierno de Kiir ha defendido las acusaciones señalando que están fundamentadas en la acción de grupos armados vinculados a Machar, quienes recientemente tomaron una guarnición militar en el norte del país. Este incidente habría sido el detonante de la decisión de arrestar a líderes del SPLM/A-IO, incumpliendo flagrantemente los protocolos del acuerdo de paz.

Organizaciones internacionales han advertido que mientras el proceso judicial no respete las garantías del debido proceso, será percibido como un instrumento de represión política.

Lecciones del pasado

Las experiencias pasadas alertan que la exclusión de líderes clave rara vez conduce a la paz duradera. En países como Ruanda, Côte d'Ivoire o República Centroafricana, los intentos gubernamentales de “limpiar” la oposición han derivado en sanguinarios ciclos de violencia.

Sudán del Sur, un país cuya economía depende un 90% del petróleo y que apenas ha comenzado a reconstruirse tras una década de guerra, no puede darse el lujo de otra guerra civil más.

La comunidad internacional ante un dilema difícil

¿Debe la ONU y los países donantes seguir apoyando a un gobierno que parece revertir los compromisos firmados? El dilema no es simple. Si bien respaldar a Kiir podría ser visto como una forma de mantener la “estabilidad”, también legitimaría tácticas autoritarias que violan los acuerdos alcanzados.

La posibilidad de que actores no estatales, tanto políticos como étnicos, tomen las armas aumentaría el riesgo de que el conflicto se desplace hacia una guerra multinodal difícil de contener.

El futuro de la paz está en juego

La eliminación de Riek Machar de la vida política de Sudán del Sur no resolverá los problemas estructurales del país. Las heridas abiertas entre comunidades, la marginación económica y el clientelismo político seguirán avivando llamas que ninguna sentencia judicial podrá sofocar.

Como dijo el investigador Alek Mango del International Crisis Group: “Sudán del Sur no necesita vencedores, necesita reconciliación real. La paz no se firma, se construye cada día.”

Una voz para los inocentes

Finalmente, no olvidemos que quienes más sufren estas decisiones son los civiles. Más de 2 millones de personas viven como desplazados internos, y otras 2 millones han buscado refugio en países vecinos. El hambre, las enfermedades y la inseguridad continúan marcando su día a día.

La comunidad internacional y la sociedad sursudanesa deben exigir el cumplimiento de todos los puntos del acuerdo de paz. No se puede permitir que la inestabilidad emocional y política de unos pocos lleve al desastre a millones.

Sudán del Sur está ante una encrucijada. ¿Escogerá el camino de las armas o el de la reconciliación? La historia, una vez más, está en marcha.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press