TikTok, Trump y un acuerdo pendiente: ¿soberanía digital o estrategia política?
Estados Unidos y China negocian el futuro de TikTok mientras se intensifica el debate sobre seguridad nacional, libertad de expresión y propiedad tecnológica.
Una amenaza repetida y una salvación en proceso
A pesar de repetidos intentos por restringir la presencia de TikTok en Estados Unidos, el gobierno de Donald Trump ha optado por extender múltiples veces el plazo que permitiría a la plataforma operar de forma legal, mientras se sigue negociando una transición de propiedad a compañías estadounidenses. El trasfondo de esta historia no es meramente tecnológico, sino una compleja batalla geopolítica cargada de tensiones comerciales, competencia cultural y el dilema creciente sobre la soberanía digital en la era de las redes sociales.
¿Qué hay realmente detrás del acuerdo?
Lo que se sabe hasta ahora es limitado pero clave: según declaraciones oficiales del secretario del Tesoro, Scott Bessent, y de autoridades chinas, ambas naciones han alcanzado un «consenso básico de estructura» sobre TikTok. El objetivo es sencillo en papel: asegurar que la aplicación esté bajo control estadounidense, transfiriendo la propiedad —o al menos las operaciones norteamericanas— a una empresa que respete las leyes de EE.UU.
La empresa Oracle aparece como un posible socio que tomaría responsabilidades relacionadas con los datos de los usuarios y la seguridad del contenido. No está claro si otras gigantes tecnológicas como Apple o Google también están implicadas en el acuerdo de forma directa.
La raíz del conflicto: ¿un algoritmo peligroso?
Más allá del control empresarial, la pieza central del conflicto es el algoritmo de TikTok: ese enigmático sistema de recomendación que define qué videos vemos y que es ampliamente considerado como el secreto del éxito global de la app. Las autoridades estadounidenses temen que, bajo la legislación china, ese algoritmo y los datos recolectados puedan ser usados por el gobierno asiático con fines de vigilancia, manipulación o competencia desleal.
Según Pew Research Center, el 80% de quienes apoyan prohibir TikTok lo hacen por preocupaciones sobre la seguridad de los datos personales. Sin embargo, el mismo estudio revela que el 33% de los encuestados se oponen a una prohibición, y otro tercio simplemente no está seguro.
Una batalla con antecedentes
Este no es el primer asalto legal y político contra TikTok. En 2020, Trump ya intentó vetar la aplicación por decreto, obligando a ByteDance (empresa matriz china de TikTok) a vender su división estadounidense. En aquel entonces, Walmart y Oracle también sonaron como posibles compradores, pero el proceso se congeló tras varios fallos judiciales y cambios de administración. Ya en su segundo mandato, Trump parece haber suavizado su tono: ha dicho tener un "lugar cálido" hacia TikTok y celebra los más de 15 millones de seguidores que tiene en la plataforma.
No obstante, en enero firmó una orden ejecutiva para extender el plazo de negociación, reflejando la complejidad de tomar una decisión clara en un entorno político y tecnológico volátil.
¿Es TikTok realmente una amenaza para EE.UU.?
La respuesta es probablemente mucho más ambigua de lo que dicta el discurso político. TikTok, con sus 170 millones de usuarios en EE. UU., se ha convertido en un esquema de identidad digital, entretenimiento y también de noticias para millones de jóvenes. Su influencia en la cultura pop norteamericana —desde bailes virales hasta tendencias políticas— es innegable.
Sin embargo, las preocupaciones no desaparecen. El Comité de Inversión Extranjera en EE.UU. ha mantenido investigaciones abiertas sobre TikTok y ByteDance, enfocándose en cómo se recolectan, almacenan y usan los datos de los ciudadanos estadounidenses. Uno de los puntos más controversiales es si TikTok podría llegar a censurar contenido sensible para el gobierno chino, aunque hasta la fecha no hay pruebas concluyentes de ello.
Algoritmos, democracia y manipulación
Los algoritmos son cajas negras con más poder del que entendemos. La preocupación sobre TikTok no es exclusiva a Estados Unidos: India prohibió la app en 2020, y la Unión Europea ha advertido a ByteDance sobre el cumplimiento del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR). Sin transparencia sobre cómo TikTok jerarquiza contenido, aumenta el temor de que todo —desde decisiones de compra hasta percepciones políticas— pueda ser manipulado.
¿Y qué sucede si el algoritmo cambia o se modera una vez que el control cambie a manos estadounidenses? ¿Se resolverá la polémica o simplemente cambiará de forma?
Propiedad tecnológica: ¿una nueva guerra fría?
El conflicto por TikTok no es un episodio aislado. Representa una constante creciente: la lucha por el control de plataformas tecnológicas estratégicas entre Occidente y China. Huawei, Alibaba, DJI y otras empresas han sido objeto de bloqueos o restricciones. Lo que empezó como una tensión comercial parece ahora una batalla por el control del futuro digital.
En palabras del experto en relaciones internacionales Ian Bremmer, "la soberanía digital será uno de los principales puntos de fricción del siglo XXI". TikTok, por su popularidad y sofisticación algorítmica, es simplemente el soldado más visible del momento.
La economía del contenido en juego
La incertidumbre en torno a TikTok también impacta a miles de creadores de contenido y pequeñas empresas que generan ingresos a través de la plataforma. Cuando Trump amenazó con el veto inicial en 2020, un estudio de Oxford Economics encontró que TikTok había contribuido al menos con $4.6 mil millones al PIB de EE.UU. en 2022, además de generar más de 224,000 empleos directos e indirectos en el país.
Una repentina desaparición o cambio abrupto en las reglas de juego podría romper ese ecosistema de un día para otro.
¿Y qué quieren realmente los estadounidenses?
El pueblo estadounidense presenta posturas divididas. Alrededor del 33% apoya la prohibición, el 33% la rechaza, y el resto está indeciso. El debate no se centra tanto en el entretenimiento que ofrece la app, sino en si un producto cultural tan integrado en la vida cotidiana debe depender de una empresa cuyos compromisos legales y políticos son opacos para Occidente.
El riesgo, temen algunos analistas, es abrir la puerta a una política de bloqueos arbitrarios contra aplicaciones extranjeras, lo cual puede ser replicado por otros países, afectando a Silicon Valley. Como dijo Rebecca MacKinnon, experta en derechos digitales: "Defender la seguridad nacional no puede ser excusa para erosionar la libertad digital".
¿Qué sigue ahora?
El siguiente plazo de negociación está marcado para el 17 de septiembre. Aunque Trump ha indicado que lo volvería a extender, las presiones son múltiples: los legisladores republicanos exigen un cierre inmediato, los gigantes tecnológicos quieren claridad, y millones de usuarios quieren simplemente subir su próximo video sin temor al veto.
La historia de TikTok en Estados Unidos aún está lejos de concluir. Pero lo que está claro es que la plataforma se ha convertido en algo más profundo que una simple app de entretenimiento: es un campo de batalla por el alma del Internet contemporáneo, donde se enfrentan las ideas de libertad, seguridad, poder económico y liderazgo digital global.
¿Se puede realmente americanizar TikTok sin perder su esencia? Esa será la pregunta clave en los próximos meses.