Un legado explosivo: Alemania enfrenta las bombas olvidadas de la Segunda Guerra Mundial en el mar Báltico

Alemania lidera una ambiciosa operación para rescatar más de un millón de toneladas de municiones sumergidas, mientras las amenazas ambientales y geopolíticas se intensifican en Europa

Un pasado que regresa desde las profundidades

Durante décadas, el fondo del mar Báltico ha escondido un secreto potencialmente mortal: aproximadamente 1.6 millones de toneladas de municiones pertenecientes a la Segunda Guerra Mundial. Cañones, bombas, minas y proyectiles fueron arrojados deliberadamente al mar al final del conflicto, como una solución rápida para evitar futuros enfrentamientos en Alemania.

Hoy, ese pasado olvidado comienza a emerger como una amenaza ambiental y de seguridad persistente para Europa. En un esfuerzo sin precedentes, el gobierno alemán ha lanzado un proyecto de limpieza marina que busca recuperar, desactivar y destruir estos artefactos bélicos antes de que provoquen desastres mayores.

¿Por qué están esas bombas en el mar?

Tras la Segunda Guerra Mundial, las potencias aliadas ordenaron destruir el armamento alemán remanente. Esto derivó en una operación masiva en 1946 en la que trenes cargados con municiones llegaron a los puertos alemanes de la costa y fueron embarcados mar adentro. Las municiones fueron arrojadas en puntos definidos. Sin embargo, debido a prácticas inadecuadas y la dinámica de los mares, muchas municiones fueron depositadas fuera de esas zonas, esparciéndose por el lecho marítimo.

Dirk Schoenen, un veterano buzo alemán de 60 años, es parte del equipo encargado de extraer estos explosivos del fondo marino. "El desafío es que nunca sabemos exactamente qué encontraremos allí abajo", comenta al regresar de una inmersión frente a Boltenhagen.

Una amenaza creciente para el medio ambiente

La corrosión ha comenzado a liberar sustancias tóxicas como derivados de TNT, considerados altamente cancerígenos, al ecosistema marino. Estudios del GEOMAR Helmholtz Centre for Ocean Research Kiel revelan que estos compuestos están siendo absorbidos por moluscos y peces, acumulándose en la cadena alimentaria.

Si bien los niveles generales aún están por debajo de los umbrales perjudiciales para los humanos, en varias muestras las concentraciones "se acercaron a niveles críticos", advirtió el instituto en un informe publicado en febrero. Esto es especialmente preocupante en el Báltico, ya que su conexión con el Atlántico es limitada, lo que impide la renovación del agua marina durante décadas.

Cifras alarmantes de contaminación submarina

  • Aproximadamente 1.6 millones de toneladas de municiones sumergidas en el mar del Norte y Báltico.
  • Se estima que hay al menos 900 toneladas concentradas en una sola zona frente a Boltenhagen.
  • El gobierno alemán ha destinado 100 millones de euros al proyecto piloto y estudios relacionados.

Un proyecto logístico y tecnológico de alta complejidad

La limpieza se está llevando a cabo desde la Baltic Lift, una plataforma automóvil grúa flotante. Los buzos extraen cuidadosamente los proyectiles bajo la observación constante de equipos en la superficie que monitorean las operaciones vía cámaras en tiempo real. Una vez rescatadas, las municiones se depositan en canastas y permanecen bajo el agua hasta que un barco especializado las transporta a tierra firme para su neutralización segura.

"Este no es un trabajo rutinario", asegura Schoenen. Usa tres pares de guantes para prevenir el contacto directo con las municiones y reconoce que, aunque la mayoría de los explosivos pueden manipularse con cautela, el riesgo siempre está presente.

Explosión o envenenamiento: dos amenazas posibles

Las probabilidades de que estas municiones exploten espontáneamente son bajas pero no inexistentes. Los detonadores de las minas marinas y bombas aéreas sin detonar se vuelven más sensibles al paso del tiempo, sobre todo al contacto con oxígeno o manipulación abrupta.

Los expertos coinciden en que la mayor preocupación actual es la contaminación química. No sólo afecta al medio natural, sino también a la industria pesquera y turística de los países ribereños del mar Báltico.

La geopolítica no ayuda

Mientras buzos alemanes rescatan municiones del pasado, el conflicto entre Rusia y la OTAN añade una capa más tensa al marco operativo. El mar Báltico, compartido por países como Polonia, Suecia, Finlandia y Rusia, se ha convertido en una zona estratégica, con incidentes frecuentes como drones sospechosos, sabotajes submarinos y operaciones militares encubiertas.

La presencia constante de aviones de combate respondiendo a incursiones aéreas rusas hace que los esfuerzos de limpieza se vean aún más apremiantes. Volker Hesse, ingeniero marino a cargo de coordinar el programa, señala que "la urgencia no sólo es ambiental, también es estratégica".

Un problema más grande de lo que parece

El caso del mar Báltico no es una excepción. Otras regiones del mundo también enfrentan problemas similares, incluyendo:

  • El mar Negro, que acumula armamento de conflictos recientes y pasados, incluyendo la guerra en Ucrania.
  • El sudeste asiático, con restos de las guerras de Vietnam y Camboya.
  • Las Islas del Pacífico, donde los Estados Unidos ejecutaron pruebas nucleares y vertieron residuos militares.

"Esto es definitivamente un problema global", reafirma Hesse. "Y requiere soluciones multilaterales, sostenibles y coordinadas. No podemos permitir que el legado de una guerra terminada hace 80 años siga dictando nuestros riesgos ambientales actuales".

Hacia una solución más segura y automatizada

La meta del proyecto alemán es establecer precedentes técnicos para una limpieza automatizada a gran escala. Esto implicaría:

  • Uso de robots submarinos para identificación y manipulación de explosivos.
  • Construcción de plantas incineradoras flotantes para destruir las municiones sin llevarlas tierra adentro.
  • Desarrollo de métodos no invasivos para análisis de toxicidad y cartografía del fondo marino.

Los datos recolectados en este proyecto piloto, junto con tres iniciativas similares realizadas el año pasado, ayudarán a diseñar tecnologías más seguras y eficientes para restaurar los ecosistemas marinos.

El futuro del mar Báltico depende del presente

La situación del mar Báltico es un recordatorio urgente de que la memoria histórica incluye también una responsabilidad ambiental. Las decisiones que se tomaron en nombre de la paz futura —arrojar bombas al mar para evitar nuevos conflictos— han terminado creando un nuevo tipo de guerra silenciosa, contra la naturaleza.

El camino hacia una solución es arduo, pero al menos ha comenzado. La pregunta que queda por responder es si el mundo está dispuesto a seguir el ejemplo de Alemania para limpiar los daños del pasado y evitar los riesgos del mañana.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press