¿Están fallando los vehículos eléctricos en Europa? El caso Ford y el panorama incierto del mercado
Entre predicciones optimistas y la dura realidad de la demanda, Ford recorta empleos en su planta eléctrica de Colonia mientras Europa desacelera su transición energética
Un golpe al corazón eléctrico de Ford en Alemania
Ford Motor Co. ha confirmado que reducirá hasta 1,000 puestos de trabajo en su planta de automóviles eléctricos ubicada en Colonia, Alemania. Aunque esta decisión busca realizarse principalmente a través de salidas voluntarias y paquetes de indemnización, representa un duro revés para una de las apuestas industriales más importantes del gigante estadounidense en Europa.
El anuncio se suma a la reestructuración anunciada en noviembre de 2024, donde Ford indicó una reestructuración de 4,000 empleos en Europa y el Reino Unido, de los cuales 2,900 afectarían directamente a trabajadores en Alemania.
¿Qué ha fallado? La demanda tímida y el retiro de subsidios
"En Europa, la demanda de autos eléctricos es significativamente menor que las previsiones de la industria", declaró oficialmente Ford. Esta afirmación resume una preocupación creciente para toda la industria automotriz: el entusiasmo proyectado por los vehículos eléctricos no está siendo respaldado con el volumen de compradores esperado.
Para contextualizar, los vehículos eléctricos alcanzaron un 15.6% del mercado europeo en lo que va del año hasta julio, comparado con un 12.5% en el mismo periodo del año anterior. Aunque esta cifra representa un crecimiento, sigue estando por debajo de las proyecciones optimistas realizadas por fabricantes y entidades gubernamentales. Uno de los factores clave ha sido la retirada de los subsidios gubernamentales en Alemania, un golpe directo a los precios de adquisición para el consumidor promedio.
El efecto dominó: una planta en modo de supervivencia
La planta de Colonia, que produce una versión eléctrica del SUV Explorer, ha anunciado que reducirá sus operaciones a un solo turno al día a partir de enero. Esta reducción de turnos no solo impacta directamente a la plantilla laboral, sino que también revela un redimensionamiento completo de la expectativa de producción.
Aunque Ford vendió 260,000 vehículos de todos los tipos en Europa durante los primeros siete meses del año —un aumento modesto del 0.7%—, su participación de mercado se mantuvo estable en 3.3%, según la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles. Sin embargo, este leve ascenso no ha sido suficiente para justificar la expansión proyectada previamente.
Un problema más grande: la desaceleración eléctrica europea
Ford no está sola. Varias automotrices han empezado a reajustar sus estrategias ante un panorama ambiguo del mercado eléctrico europeo. Mientras países como Noruega han liderado con éxito la adopción, otras economías clave como Alemania, Francia, e Italia no han producido la demanda esperada tras la disminución de incentivos fiscales.
El problema no se limita al precio de compra. Otros factores como la infraestructura de carga limitada, la falta de innovación en modelos accesibles y la incertidumbre energética también han afectado la percepción del consumidor europeo medio.
El divorcio entre la política y la realidad del mercado
A nivel político, la UE ha presionado por una transición energética que prohíba la venta de vehículos de combustión interna a partir de 2035. Pero el camino hacia ese objetivo parece más tumultuoso de lo que muchos esperaban. La brecha entre los compromisos gubernamentales y la realidad económica se ha hecho más evidente.
Irónicamente, muchas de las políticas que buscaban impulsar el cambio al vehículo eléctrico (VE) se han vuelto insostenibles en medio de crisis fiscales nacionales, inflación y presiones industriales. La retirada de los subsidios en Alemania es un ejemplo claro de este fenómeno.
Ford ante un dilema global
Este ajuste europeo también plantea preguntas sobre la estrategia global de Ford respecto a los vehículos eléctricos. Mientras en Estados Unidos Ford continúa invirtiendo fuertemente en electrificación —con proyectos como su nueva planta en Tennessee—, los tropiezos en Europa podrían obligarlos a reconsiderar su implementación a nivel mundial.
Bill Ford, presidente ejecutivo de la compañía, ha expresado en varias ocasiones que la movilidad eléctrica es el “futuro ineludible” de la industria. Sin embargo, el compromiso parece entrar ahora en una etapa más pragmática: ¿cómo lograr ese futuro si los consumidores no están listos para abrazarlo?
El consumidor europeo: entre el entusiasmo y el escepticismo
Un estudio realizado por EY en 2023 reveló que aunque el 52% de los europeos consideraría un auto eléctrico como su próximo vehículo, solo un 28% lo había hecho efectivamente. ¿La razón? El precio elevado, las preocupaciones sobre la autonomía y la falta de cargadores accesibles.
Además, algunas ciudades europeas han comenzado a imponer nuevas regulaciones sobre la movilidad que afectan tanto a los VEs como a los autos regulares, generando confusión y frustración entre los consumidores.
¿Una pausa o una advertencia?
La pregunta que se impone ahora es si esta desaceleración en la demanda se trata de una pausa pasajera o de una advertencia estructural. ¿Está Europa verdaderamente lista para la revolución eléctrica o se ha adelantado a sus propias capacidades?
En el caso de Ford, la reducción de operaciones en Colonia no es solo un ajuste numérico, sino un recordatorio claro de que el entusiasmo empresarial debe acompañarse siempre de una lectura correcta del mercado.
El futuro del vehículo eléctrico en Europa aún no está escrito. Pero si algo nos deja claro este episodio de Ford es que la transición energética no solo depende de baterías, tecnología o regulaciones. Depende, sobre todo, de las decisiones del consumidor.