¿Justicia juvenil o mano dura? La pugna política por reformar el sistema penal en Washington D.C.
Las recientes propuestas del Congreso para endurecer la ley en la capital de EE.UU. reavivan un viejo debate sobre autonomía, control federal y la criminalización de la juventud
Un nuevo frente en la lucha política: las reformas penales en D.C.
En un giro que ha encendido el debate político y reactivado tensiones históricas, la Cámara de Representantes de Estados Unidos ha aprobado dos proyectos de ley que buscan reformar drásticamente el sistema de justicia penal juvenil en el Distrito de Columbia (D.C.). Las propuestas—lideradas por los republicanos—reducen la edad de imputabilidad de 24 a 18 años y obligan a aplicar sentencias mínimas obligatorias equivalentes a las de los adultos, anulando las políticas locales del distrito.
Ambas iniciativas han dividido la opinión pública y generado preocupación en sectores pro derechos civiles que ven estos intentos como una amenaza directa al principio de autogobierno del distrito. La acción es parte de un patrón más amplio de intervención federal impulsado por el expresidente Donald Trump, quien ha capitalizado sobre la imagen de una capital plagada por el crimen para justificar mayores controles desde Washington.
Los proyectos de ley aprobados: más que un simple cambio legal
El primero de los dos proyectos, titulado “Acta de Crímenes de DC”, fue aprobado con 240 votos a favor y 179 en contra. Sorprendentemente, 30 demócratas votaron alineados con los republicanos. Esta ley no solo rebaja la edad de los delincuentes juveniles, sino que también obliga al fiscal general de D.C. a publicar en línea estadísticas sobre delitos juveniles, una medida que muchos críticos ven como un intento de estigmatización.
El segundo proyecto, conocido como D.C. Juvenile Sentencing Reform Act, logró un margen más estrecho con 225 votos a favor y 203 en contra. Ocho demócratas apoyaron la legislación, mientras que el republicano Thomas Massie fue el único de su partido en oponerse a ambas leyes.
“D.C. define como delincuente juvenil a personas hasta los 24 años. Eso son siete años más que muchas otras jurisdicciones”, afirmó el presidente del Comité de Supervisión de la Cámara, James Comer.
¿Autonomía local o intervención federal? Un conflicto con raíces profundas
Desde la aprobación de la Home Rule Act en 1973, Washington D.C. ha disfrutado de un grado limitado de autogobierno. Sin embargo, el Congreso todavía conserva autoridad sobre sus leyes y su presupuesto. Es decir, la capital—paradójicamente—no tiene el mismo grado de autonomía que los estados, a pesar de ser el epicentro político del país.
El actual choque legislativo representa uno de los mayores desafíos al autogobierno del distrito en décadas. Para muchos residentes y defensores del derecho a la autodeterminación, la intervención del Congreso es más que una medida de seguridad: es una imposición política enmascarada bajo argumentos de seguridad pública.
“Lo que está haciendo el Congreso es robar nuestra capacidad de hacer nuestras propias leyes. No hay otra forma de verlo,” declaró Darby Hickey, asesora política del colectivo DC Justice Lab.
¿Crisis de seguridad o narrativa conveniente?
El timing de estos proyectos no es azaroso. Desde que Donald Trump dejó la presidencia, ha sido constante crítico del manejo de las ciudades gobernadas por demócratas, argumentando que están sumidas en el “caos y el crimen.” El propio Trump ordenó patrullajes con la Guardia Nacional durante su mandato, y muchos republicanos han apoyado esta visión catastrofista.
No obstante, los datos arrojan una realidad compleja. Aunque D.C. ha visto fluctuaciones en las tasas delictivas, los expertos afirman que usar estos números para justificar reformas tan agresivas es una sobre reacción político-partidista.
“La criminalidad no ha alcanzado niveles nunca antes vistos como dicen. Lo que sí es nuevo es la narrativa alarmista que alimenta decisiones autoritarias desde el Congreso,” dijo Misty Thomas Zaleski, directora ejecutiva del Council for Court Excellence.
¿Una estrategia masiva contra ciudades dominadas por demócratas?
Según Ankit Jain, senador en la sombra por D.C., lo que ocurre en la capital es solo el inicio. Advierte que de aprobarse estas leyes en el Senado, sentarán un precedente preocupante que permitirá a los republicanos intervenir también en otras ciudades lideradas por demócratas.
“Esto no se detendrá aquí. Si logran fijar esta estrategia como efectiva, irán por Chicago, San Francisco, Atlanta... cualquier ciudad donde tengan una narrativa de descontrol y desorden,” enfatizó Jain.
¿Justicia para quién? Las repercusiones sobre jóvenes afroamericanos e hispanos
En D.C., más del 90% de los jóvenes en el sistema penal son afroamericanos o latinos. Por tanto, endurecer las penas y reducir la edad penal implica cambiar directamente las posibilidades de reinserción para miles de adolescentes racializados.
Estudios señalan que los jóvenes menores de 25 años aún presentan un desarrollo neurológico incompleto en el área del juicio y la toma de decisiones. Varios sistemas legales modernos reconocen esta vulnerabilidad, aumentando el acceso a tribunales juveniles especializados e implementando programas de rehabilitación en lugar de prisión.
Reducir la edad penal y homologar las penas con las de adultos contradice décadas de investigación en psicología del desarrollo y criminología.
“Mandar a un joven de 18 años directamente a prisión con adultos es cerrar la puerta a la rehabilitación. Es una trampa que genera más reincidencia,” alertó la defensora juvenil Carla Rivera.
La reacción universitaria: la otra batalla por la libertad escolar en California
Simultáneamente, en la costa oeste se libra otra ofensiva: el gobierno federal ha congelado fondos de investigación a la Universidad de California (UCLA), alegando supuestas fallas en el manejo de incidentes de antisemitismo. Detrás de la medida, un patrón: nuevas condiciones que buscan limitar becas de diversidad, prohibir ciertos tipos de manifestaciones y acceder a bases de datos estudiantiles sensibles.
“La administración Trump está utilizando la ley de derechos civiles como excusa para desmantelar la autonomía universitaria,” señaló la Asociación Americana de Profesores Universitarios (AAUP), que presentó una demanda junto a otras organizaciones y sindicatos.
Se estima que el sistema universitario de California, que depende de más de $17 mil millones anuales de fondos federales, podría enfrentar una reducción sin precedentes si las demandas del gobierno se mantienen vigentes.
Una visión de Estados Unidos en 2025: ¿Estado federal autoritario?
Desde leyes penales más estrictas hasta recortes presupuestarios y amenazas a la libertad académica, ciertos analistas observan un patrón creciente: el uso del aparato federal como herramienta para castigar ideologías disidentes o territorios controlados por la oposición política.
La congresista demócrata Jasmine Crockett no lo dijo entre líneas: “Trump está usando una lógica totalitaria para imponer su visión sobre minorías y ciudades adversas. Este es solo un ensayo general,” señaló.
Con nuevas leyes aún por debatirse en la Cámara, una ciudadanía frustrada por su falta de representación plena en el Congreso y universidades bajo presión, el debate sobre equilibrio de poderes y justicia equitativa se vuelve más urgente y actual.
Lo que sucede en D.C. no es una excepción; podría ser el modelo que otros estados y ciudades enfrenten en el futuro cercano. Ante ello, la resistencia legislativa y judicial se convierte en la única línea de defensa para un ideal democrático en riesgo.