Claudia Sheinbaum y el nuevo grito de independencia: Una declaración de soberanía ante la presión externa

La primera presidenta de México marca un inicio firme al declarar que 'ninguna potencia extranjera decide por nosotros' en el histórico Grito de Independencia

El primer Grito de Independencia con voz de mujer

En la noche del 15 de septiembre de 2025, la historia se reescribió desde el balcón del Palacio Nacional de México. La presidenta Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera mujer en presidir la tradicional ceremonia del "Grito de Independencia" en los 215 años de esta conmemoración. Pero no fue solo su género el que marcó un cambio: su mensaje fue contundente, soberano y sin titubeos ante la presión internacional.

Acompañada por su gabinete, miles de mexicanos reunidos en el Zócalo capitalino y una audiencia global con la mirada puesta en ella, Sheinbaum pronunció palabras que ya están resonando en la historia política del país: “Ninguna potencia extranjera decide por nosotros”. Un claro mensaje que alude —aunque sin nombrarlo directamente— a Estados Unidos y a su presión sobre temas de seguridad, narcotráfico y migración.

Un mensaje que recorre más allá del símbolo

La ceremonia del Grito no es una instancia para anuncios políticos, sino para manifestaciones simbólicas de unidad e identidad nacional. Sin embargo, al incluir temas tan relevantes como la soberanía y la independencia política, Sheinbaum trasladó el acto ceremonial a un escenario geopolítico. De esta manera, dejó claro que, aunque su gobierno coopere con Estados Unidos, las decisiones se toman en territorio mexicano con plena autonomía.

Su declaración tuvo un peso especial considerando las recientes tensiones bilaterales. El gobierno estadounidense ha insistido en que México redoble esfuerzos contra los cárteles del narcotráfico, incluso proponiendo la intervención directa de tropas en territorio mexicano, propuesta que también fue realizada durante la administración de Donald Trump.

La relación con Estados Unidos: una cuerda floja diplomática

Desde hace años, la relación entre México y Estados Unidos se ve salpicada por fricciones constantes. La lucha contra el fentanilo y la seguridad fronteriza son temas prioritarios para Washington. De hecho, según cifras del U.S. Customs and Border Protection, en 2024 se han confiscado más de 10.000 kilos de fentanilo en la frontera sur.

Pero para Sheinbaum, esas acciones deben entenderse desde una lógica nacional: “Lo hacemos porque es lo correcto para el pueblo mexicano, no por presión externa”, ha afirmado rotundamente en diversas ocasiones. Su gobierno ha entregado a varias figuras del crimen organizado a las autoridades estadounidenses, pero siempre cuidando el mensaje de que es una cuestión de seguridad propia.

Un tono más firme que el de López Obrador

Aunque fue parte del proyecto de AMLO, Claudia Sheinbaum ha demostrado que gobernará con su propio estilo. Mientras López Obrador optaba por una estrategia de “abrazos, no balazos”, que fue duramente criticada, Sheinbaum ha actuado con más firmeza. Ha fortalecido la cooperación con agencias de inteligencia y militares, pero sin ceder soberanía.

Esto, sin embargo, no ha evitado que se le cuestione desde ambos lados del espectro político. Mientras en México algunos sectores la acusan de ser demasiado colaboradora con Washington, en Estados Unidos se insiste en que su gobierno aún no hace lo suficiente.

El papel simbólico de una mujer al frente

Por primera vez en más de dos siglos, el grito de “¡Viva México!” retumbó con voz femenina. Y eso importa. Más allá de la geopolítica, la imagen de una mujer ondeando la bandera de la nación desde el punto más emblemático del país tiene una carga emocional y simbólica inmensa.

No se trató simplemente de seguir la tradición, sino de reinterpretarla. La presidencia de Sheinbaum es la culminación de una lucha feminista y democrática que ha ganado terreno en América Latina, una región históricamente dominada por élites masculinas.

La independencia en el siglo XXI: ¿De quién?

La conmemoración de la independencia frente al dominio español hace dos siglos y pico sirve ahora como punto de partida para hablar de otros tipos de dominación contemporánea: la económica, la diplomática y la militar. En ese sentido, Sheinbaum tocó una fibra nerviosa de la política latinoamericana: el deseo de soberanía real en un mundo cada vez más globalizado y presionado por grandes potencias.

Sus palabras también resuenan en otros gobiernos de la región, especialmente en los que recientemente también han tenido roces con Washington, como los de Colombia, Brasil y Argentina. De alguna forma, Sheinbaum se posiciona como una líder con potencial articulador en el sur global, en momentos en que el multilateralismo intenta resistir el embate de los bloques y las tensiones este-oeste.

Fiesta, pero con mensaje

El tradicional desfile militar del 16 de septiembre no fue tampoco solo una celebración. Desde la tribuna oficial, Sheinbaum reiteró que “No es posible la injerencia en nuestra patria”. Fue aplaudida por su gabinete y por miles de soldados que, por meses, han sido parte esencial del combate al crimen organizado.

Con banderas ondeando y el himno resonando por la capital, no quedó duda de que este nuevo capítulo de la vida institucional de México no solo cambiará nombres y cargos, sino también formas de relación internacional.

¿Cómo afecta esto a la región?

La independencia simbólica que Sheinbaum proclama también obliga a otros países latinoamericanos a repensar su propia relación con Estados Unidos. En momentos en que gobiernos como el de Lula da Silva en Brasil enfrentan sus propios dilemas de soberanía judicial y política —como en el caso Bolsonaro—, la postura firme de México podría formar parte de una nueva narrativa regional.

En otras palabras, Sheinbaum no solo habló por México. En su papel como una de las principales figuras políticas del continente, sus palabras resuenan como una reafirmación de principios soberanos para toda América Latina.

Un nuevo paradigma: seguridad con dignidad

Para México, la lucha contra el crimen organizado es una exigencia interna, no una imposición externa. Así lo ha querido dejar claro Sheinbaum. Y eso representa un giro importante. La historia reciente de América Latina está repleta de polémicos episodios de colaboración con agencias extranjeras que resultaron en violaciones de derechos humanos, desde el Plan Colombia hasta la Iniciativa Mérida.

Sheinbaum apuesta por un modelo más digno de colaboración internacional: respeto mutuo y beneficios tangibles para la población mexicana. Es una tarea difícil, pero representa un paradigma necesario para evitar repetir errores del pasado.

¿Qué sigue?

Claudia Sheinbaum parece dispuesta a llevar a México por un camino de reafirmación soberana, con responsabilidad y sin caer en discursos vacíos o rupturas innecesarias. El reto será mantener ese equilibrio mientras se enfrenta a un entorno global altamente polarizado y a una región latinoamericana donde los intereses geopolíticos se tejen con hilos cada vez más complejos.

Pero si algo ha dejado claro el primer Grito de la era Sheinbaum es que, en México, ya no basta con conmemorar la independencia… ahora se defiende día a día.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press