El oro del mar: Cómo la búsqueda de ámbar en el Báltico se ha convertido en una experiencia terapéutica
Entre historia, ciencia y bienestar, la recolección de ámbar en Alemania está viviendo un renacimiento como pasatiempo revelador y reconfortante
Imagina dar un paseo a orillas del mar, sintiendo el crujir de las algas bajo tus pies, observando las olas y escudriñando con atención cada rincón de la arena. De pronto, algo brilla: una pieza pequeña, dorada, quizás con una encajada huella del pasado. Es ámbar, el ‘oro del mar’.
Una costumbre ancestral que revive
Durante milenios, pueblos asentados a lo largo del Mar Báltico —desde Dinamarca y Alemania hasta Polonia y los países bálticos— han coleccionado ámbar. En la actualidad, esta resina fosilizada no solo es un recuerdo popular entre turistas, sino también una vía para reconectarse con la naturaleza, desconectar del estrés diario y sumergirse en una tradición tan antigua como fascinante.
Axel Kramer: el hombre que encontró su camino entre resinas
“He estado recolectando ámbar desde que tenía seis años”, cuenta Axel Kramer, guía naturalista de 66 años, con ese brillo especial en los ojos reservado para quienes viven su vocación. Él no solo encuentra las codiciadas piezas amarillas con una facilidad que raya en la magia, sino que también organiza excursiones para enseñar a otros a encontrarlas.
“He tenido ejecutivos de grandes empresas arrastrándose a cuatro patas sobre la playa, eufóricos por descubrir una pequeña pieza”, asegura entre risas.
¿Qué es el ámbar y por qué se le considera tan especial?
Contrario a lo que muchos piensan, el ámbar no es una piedra ni un mineral. Se trata de resina fosilizada de antiguos árboles, que tiene entre 30 y 45 millones de años en el caso del ámbar báltico. Esta resina fue transportada por glaciares desde los bosques de Finlandia y Suecia hasta las costas actuales del Báltico durante la Edad de Hielo.
Al ser pegajosa, muchas veces el ámbar contiene insectos o fragmentos vegetales atrapados —lo que lo convierte en una valiosa cápsula del tiempo.
¿Cómo saber si es ámbar real?
- Prueba de flotación: Si lo colocas en agua salada concentrada y flota, es ámbar.
- Prueba del frote: Al frotarlo con un paño de lana, se carga electrostáticamente y atrae pequeños pedazos de papel.
- Luz ultravioleta: Cuando se expone a luz negra, el ámbar brilla en color amarillo intenso.
Estas herramientas han permitido que aficionados experimentados y novatos distingan con más facilidad el verdadero ámbar de simples piedras o lo que podría ser plástico a la deriva.
Una riqueza más allá del dinero
Según Vollrath Wiese, biólogo y experto en ámbar del museo Casa de la Naturaleza en Cismar, “existen hasta 120 variedades comerciales de ámbar”, desde tonos casi negros hasta blancos lechosos, pasando por los característicos amarillos-miel traslúcidos. “La transparencia depende del número de burbujas microscópicas en el interior”, explica mientras exhibe algunas de las piezas más valiosas de su colección personal.
En términos económicos, el ámbar puede valer desde unos pocos euros por gramo hasta más de 1.000 euros si incluyen inclusiones zoológicas exóticas como lagartijas o escorpiones.
Sin embargo, para Kramer y sus aprendices, el verdadero valor está en la experiencia misma. “Muchas personas me dicen que recolectar ámbar es mejor que el yoga”, ríe. “Te hace feliz. Es pura terapia”.
Turismo de ámbar: una moda con raíces profundas
En años recientes, las excursiones para recolectar ámbar se han multiplicado en las localidades costeras del norte de Alemania, especialmente en lugares como Dahme, un apacible pueblo conocido por su tradición marinera. Estas caminatas guiadas tienen un costo de entre 10 y 20 euros e incluyen una completa introducción al folklore, la geología y las técnicas de búsqueda.
“Me parece emocionante, divertido y hasta adictivo”, comenta Marion Ruprecht, una participante asidua de estos recorridos, quien lleva cuarenta años vacacionando en Dahme. “No hay mejor plan para la noche. Me relaja y me reconcilia con el mundo”.
Una tradición envuelta en magia y medicina alternativa
En la Edad Media, el ámbar era considerado un amuleto con poder protector contra brujas y demonios. Hoy en día, en una mezcla de creencia popular y marketing, muchos padres en Alemania colocan collares de ámbar a sus bebés para aliviar el dolor del proceso de dentición. Incluso existen collares para perros —disponibles en tiendas costeras— que presuntamente alejan las garrapatas.
Más allá de sus posibles (aunque no comprobadas) propiedades terapéuticas, recolectar ámbar conecta a las personas con una tradición milenaria, la naturaleza y —sobre todo— consigo mismas.
El resurgir de una joya viva
La popularidad creciente de estas excursiones apunta a una necesidad más profunda: la búsqueda de experiencias significativas fuera del mundo digital y del consumismo acelerado. Caminar frente al mar en busca de un pequeño fragmento de historia natural se convierte en un acto casi meditativo. Es como hallar belleza en la simplicidad y fortuna en el azar.
“Recolectar ámbar no se trata de encontrar riquezas… se trata de encontrarte a ti mismo”, concluye Kramer, mientras guía otra caminata esperanzada por las arenas del Báltico.