Espionaje, escándalos políticos y diplomacia estancada: El delicado ajedrez entre Asia y Oceanía

Desde Corea del Sur hasta Australia, tensiones diplomáticas, luchas internas por el poder y redes de espionaje exponen la fragilidad geopolítica de la región

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Australia y sus intentos fallidos por ampliar su influencia en el Pacífico

En una muestra de la compleja red de alianzas y competencias que dominan el Pacífico Sur, el primer ministro australiano Anthony Albanese finalizó recientemente visitas diplomáticas a Papúa Nueva Guinea y Vanuatu sin lograr firmas claves de tratados de seguridad. Estas negociaciones, pensadas para contrarrestar las crecientes influencias de China en la región, se estancaron por motivos burocráticos y preocupaciones internas.

Durante su visita a Port Moresby, Albanese prometió formalizar un tratado de defensa con Papúa Nueva Guinea. Sin embargo, la esperada aprobación del tratado en el gabinete papú no se concretó. En su lugar, ambos líderes—Albanese y su homólogo James Marape—se limitaron a emitir un comunicado conjunto donde afirman que el texto ya fue acordado, pero sigue pendiente de firma. La razón: falta de tramitación en los gabinetes de ambos países.

Este revés diplomático se suma al que tuvo días antes en Vanuatu, donde tampoco logró firmar un acuerdo bilateral. El primer ministro vanuatense, Jotham Napat, expresó preocupaciones sobre cómo ese tratado podría limitar las opciones de financiamiento para infraestructuras importantes provenientes de terceros países, como China.

“Las democracias no son como los regímenes autoritarios. Tienen procesos, y nosotros los respetamos”, afirmó Albanese ante los medios, en clara defensa de su estrategia diplomática.

Desde el polémico tratado de seguridad firmado en 2022 entre las Islas Salomón y China, Australia ha intensificado sus esfuerzos para contrarrestar el avance de Beijing en la región. La firma de un acuerdo con Papúa Nueva Guinea posicionaría a este país como el tercer aliado militar de Australia tras EE.UU. y Nueva Zelanda.

¿China mueve piezas tras bambalinas?

Analistas internacionales no han tardado en especular sobre la influencia de China en estas decisiones. Cuando se le preguntó a Marape si Beijing estaba presionando para evitar el tratado, su respuesta fue clara: “Por favor, mostremos respeto hacia China. Esta demora no tiene ninguna relación con presiones externas”.

No obstante, el temor no es infundado. El crecimiento estratégico de China incluye puertos, telecomunicaciones y acuerdos militares, lo cual provoca alarma entre países como EE.UU. y Australia. Canberra, de hecho, ve como vital ganar influencia en Oceanía para evitar bases navales o instalaciones industriales chinas cerca de su geografía.

Corea del Sur: religión, política y corrupción se cruzan

Mientras tanto, en el otro extremo del continente asiático, Corea del Sur enfrenta un terremoto político-religioso. La líder de la Iglesia de la Unificación, Hak Ja Han, compareció ante fiscales especiales acusada de intentar sobornar a la esposa del expresidente encarceldado Yoon Suk Yeol.

La viuda del controvertido reverendo Sun Myung Moon es sospechosa de haber canalizado regalos lujosos y favores políticos a través de allegados de la familia presidencial, en busca de concesiones para operaciones de negocio en Corea y el extranjero.

El caso tomó un giro dramático cuando el Tribunal de Seúl emitió una orden de arresto para Kweon Seong-dong, legislador del partido conservador y aliado cercano de Yoon. Kweon es acusado de destruir pruebas relacionadas con los sobornos. Aunque niega haber recibido dinero, su inmunidad parlamentaria ya fue levantada por la legislatura.

Esto se suma a otros escándalos que rodean a la familia del expresidente Yoon, quien ya fue destituido, y que enfrenta cargos tan graves como intento de golpe militar mediante imposición de ley marcial en 2023.

Una iglesia que ha sobrevivido a décadas de polémicas

La Iglesia de la Unificación, también conocida como la ‘secta Moon’, fue fundada por Sun Myung Moon en los años 1950. Durante mucho tiempo ha sido objeto de críticas por su supuesta participación en negocios turbios y nexos con políticos conservadores.

Hak Ja Han, quien tomó las riendas del movimiento tras la muerte de su esposo, enfrenta ahora no solo acusaciones de soborno, sino de haber expandido silenciosamente la red de poder de la iglesia hacia negocios en Camboya, Japón y Estados Unidos.

A pesar de negar encuentros personales con la esposa del expresidente Yoon, las acusaciones de corrupción continúan creciendo, abriendo una herida profunda en la credibilidad del sistema político surcoreano.

El caso Yuanjun Tang: ¿espionaje bajo el disfraz del activismo?

En Nueva York, otra historia inquietante ha salido a la luz. Yuanjun Tang, un disidente chino de 68 años que había vivido en EE.UU. desde 2002 tras escapar de una prisión en China, se declaró culpable de espiar para el régimen chino.

Durante años, Tang encabezaba protestas frente al consulado chino y fundó una organización pro-democracia. Sin embargo, de forma paralela, estaba enviando reportes e imágenes a los servicios de inteligencia de China.

Su motivación, según documentos judiciales, era obtener autorización para volver a visitar a su familia en China. Fue arrestado tras grabar imágenes en un acto conmemorativo de las víctimas de la masacre de Tiananmén en Manhattan.

Christopher G. Raia, director adjunto del FBI en Nueva York, afirmó: “La traición de Tang va en contra de los valores que decía defender. Es un caso emblemático del programa de ‘represión transnacional’ de China.”

Este programa ha sido ampliamente documentado por agencias federales estadounidense. Consiste en una combinación de presiones, chantajes y hasta espionaje, ejecutado por Pekín para acallar voces disidentes en el extranjero.

No es un caso único: en 2022, dos hombres fueron detenidos por operar una ‘comisaría secreta’ en Chinatown, y en 2023 otro académico chino-estadounidense fue encontrado culpable de recolectar información sobre activistas de Hong Kong y Tíbet.

Un tablero de ajedrez geopolítico

Lo que une estos tres episodios —el fallido impulso diplomático de Australia, los escándalos político-religiosos en Corea del Sur y el caso de espionaje en EE.UU.— es la manifestación de una nueva guerra fría en desarrollo, en la que los jugadores no solo son los gobiernos, sino también instituciones religiosas, ONGs y ciudadanos.

Mientras China refuerza su presencia a través de iniciativas económicas y operaciones encubiertas, actores como Australia intentan defender su zona de influencia. Al mismo tiempo, Corea del Sur lucha por limpiar su sistema político de las profundas infiltraciones de corrupción y favoritismo.

La región Asia-Pacífico se convierte así en el escenario principal de una competencia geopolítica total, donde las fronteras de lo legal, lo ético y lo diplomático se vuelven cada vez más borrosas.

El equilibrio de poder en la región dependerá no solo de acuerdos bilaterales o cumbres internacionales, sino de la capacidad de cada nación para proteger la transparencia, la soberanía y los valores democráticos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press