Robert Redford: el eterno rebelde del cine independiente que cambió Hollywood para siempre

Más que una estrella de cine, Redford fue un revolucionario cultural que convirtió al Sundance Film Festival en la cuna del cine independiente en EE.UU.

Una estrella que brilló más allá de la pantalla

Robert Redford, uno de los íconos más influyentes del cine mundial, falleció a los 89 años en su hogar en Sundance, Utah. Su muerte marca el fin de una era, pero su legado trasciende géneros, generaciones y geografías. Aclamado actor, director ganador del Óscar y un incansable defensor del cine independiente, Redford no sólo dejó su huella en Hollywood: ayudó a reescribir sus reglas.

Redford: la figura que redefine al artista comprometido

Nacido el 18 de agosto de 1936 en Santa Mónica, California, Redford logró algo inusual en la industria del cine: una carrera longeva, exitosa en lo comercial e increíblemente respetada en lo artístico. Su salto a la fama ocurrió con papeles emblemáticos en los años 60 y 70, como en Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969), Todos los hombres del presidente (1976) y El golpe (1973). Pero su verdadero impacto comenzó detrás de las cámaras.

Como director, su obra cumbre fue Gente como uno (Ordinary People, 1980), que ganó cuatro Premios Óscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Dirección. Sin embargo, su mayor acto de rebeldía fue fundar el Sundance Film Festival, evento con el que dio voz y visibilidad a artistas independientes que, de otro modo, hubieran quedado en las sombras del cine comercial.

Sundance: un festival que cambió el juego

Fundado oficialmente en 1985, el Sundance Film Festival se transformó en el epicentro global del cine independiente. Directores como Quentin Tarantino, Steven Soderbergh, Darren Aronofsky y muchos otros encontraron allí su primera plataforma. "Era el lugar donde las películas importaban por lo que querían decir, no por cuánto iban a recaudar", señaló en su momento Redford.

En 2021, más de 70,000 personas asistieron a Sundance, y anualmente genera un impacto económico estimado en $120 millones para el estado de Utah. Visualmente modesto pero culturalmente prominente, el festival representó una llamada de atención al establishment de Hollywood.

Un activista desde las trincheras del arte

Redford no se limitaba a actuar o dirigir: fue un ferviente defensor del medioambiente, las artes y los valores progresistas. Fundó el Sundance Institute con el propósito de capacitar a jóvenes cineastas y dar espacio a cinematografías diversas, incluidas plataformas para comunidades indígenas y cineastas afroamericanos.

En palabras de Hillary Clinton, quien expresó su admiración al enterarse de su fallecimiento: “Campeonó valores progresistas como la protección del medioambiente y el acceso a las artes mientras creaba oportunidades para nuevas generaciones de activistas y cineastas”.

Un legado de impacto medido en generaciones

Colegas, figuras del cine y políticos de todas las tendencias han rendido tributo a Redford. Ron Howard afirmó en X que fue un "cambiador de juego artístico", y la actriz Marlee Matlin dijo que gracias a Sundance su película CODA obtuvo la atención que la llevó al Óscar.

Incluso Donald Trump reconoció su impacto al declarar: “Hubo años en los que no había nadie mejor que Redford”. La amplitud y diversidad de quienes lo lloran dicen más que mil palabras sobre su impacto cultural.

Una visión que traspasó las fronteras del cine

Redford también usó su fama para luchar contra la mercantilización del cine. Denunció la estandarización de las producciones y apostó por historias que profundizan en perspectivas humanas, sociales y políticas.

En su fundación, decenas de filmes emergieron con potentes mensajes sobre identidad, género, raza y justicia social. Sterlin Harjo, director de Reservation Dogs y defensor del cine indígena, declaró: “Mi carrera y mi camino como joven nativo fueron definidos por su compromiso a apoyar el cine independiente y a empoderar narradores nativos”.

¿Quién llenará su vacío?

En una era dominada por algoritmos, IPs y franquicias, el modelo que defendió Redford parece casi utópico. Su legado reabre la discusión sobre qué tipo de historias valen la pena contar y cómo se pueden contar sin renunciar a la autenticidad.

El reto para las nuevas generaciones, y también para grandes plataformas como Netflix y Amazon, será honrar esa visión integrando modelos de producción que respeten tanto la diversidad de voces como la libertad creativa.

El arte como resistencia

En tiempos de polarización, Redford no sólo fue artista sino un símbolo de resistencia. Como activista y figura pública, nunca escondió su visión liberal. Desde su discurso ambientalista hasta su lucha por los derechos civiles, sostuvo una coherencia admirable entre vida pública y privada.

“La misión del artista es mirar al mundo y dar testimonio de su tiempo”, dijo una vez. Y él lo hizo. Testificó lo hermoso, lo cruel, lo posible y lo olvidado del ser humano a través de sus obras.

La última escena

Murió en su hogar, rodeado por su familia y en el lugar que amó: las montañas de Sundance. Ese final, sereno y significativo, resume su vida: alguien que eligió el arte no por fama, sino por trascendencia.

Como expresó el gobernador de Utah, Spencer Cox: “Compartió Utah con el mundo… Y el mundo nunca será el mismo”.

El cine ha perdido a uno de sus rebeldes más lúcidos, un artista cuya visión cambió la forma en que entendemos las historias. Ojalá, en este nuevo mundo digital, la chispa que encendió Redford siga guiando a quienes creen que hacer cine, todavía, puede ser una forma de cambiar el mundo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press