Robert Redford: El Forajido de Hollywood que Cambió el Cine para Siempre
Un repaso a la vida y legado del ícono cinematográfico que desafió los cánones, inspiró una revolución fílmica y nos enseñó el poder del arte independiente
Del galán de California al rebelde del celuloide
Robert Redford no fue sólo el rostro encantador y la sonrisa traviesa de Hollywood en los años 70. Fue un revolucionario, un visionario y una figura paternal para el cine independiente. Tras su fallecimiento a los 89 años en su amada casa de Sundance, Utah, el mundo del cine da un paso atrás para reflexionar sobre un legado irrepetible.
Redford nació el 18 de agosto de 1936 en Santa Mónica, California. Su juventud fue marcada por un espíritu indomable y una pasión por el arte. Estudió dibujo y pintura y, aunque entró a la universidad con una beca de béisbol, el destino lo llevó a las artes escénicas. Su inicio fue en Broadway en los años 50, pero fue la TV la que lo introdujo en los hogares estadounidenses con series como The Twilight Zone y Alfred Hitchcock Presents.
El ídolo dorado que no se conformó con ser un ídolo
En los años 70, Robert Redford ya era sinónimo de estrella. Su participación en clásicos como The Candidate (1972), The Way We Were (1973) y Three Days of the Condor (1975) consolidó su estatus. Pero fue su trabajo con Paul Newman en Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969) y The Sting (1973) lo que creó una dupla legendaria en la historia del cine.
Ambas cintas no solo fueron éxitos de taquilla, sino que establecieron un nuevo estándar para la química en pantalla. “Siempre sentí que Paul y yo teníamos un tipo de relación bromista que traspasaba las cámaras”, dijo Redford en una entrevista en 2003. Años más tarde, su amistad serviría de inspiración e incluso daría nombre al renombrado Sundance Film Festival.
“Ordinary People”: el salto del actor al director
En 1980, Redford sorprendió al mundo al pasarse a la dirección. Su debut como director fue Ordinary People, una obra íntima y devastadora que retrató los traumas familiares con una sensibilidad poco común en ese entonces.
La película no solo ganó cuatro premios Oscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Director, sino que también venció a pesos pesados como Raging Bull de Martin Scorsese. Con ello, Redford demostró que su talento iba mucho más allá de su apariencia. Tenía una mirada cinematográfica madura, empática y audaz.
El nacimiento de una utopía: Sundance
En 1981, desencantado con los caminos que tomaba Hollywood, Robert Redford decidió crear una plataforma para dar voz a cineastas emergentes. Así nació el Sundance Institute y, posteriormente, el Sundance Film Festival, hoy considerado una meca cinematográfica para narrativas innovadoras e independientes.
“Para mí, la palabra que debe subrayarse es independencia,” decía Redford. “Quería crear un espacio donde artistas desconocidos pudieran ser escuchados”. Entre los directores descubiertos gracias a Sundance figuran Quentin Tarantino, Steven Soderbergh, Darren Aronofsky y Paul Thomas Anderson.
Más allá del cine: el activista
Redford nunca fue ajeno a la política ni al compromiso social. Su corazón estaba tan involucrado en causas medioambientales como en historias humanas. Fue un defensor de la Ley de Aire Limpio y del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales. Su amor por la naturaleza se reflejó tanto en su vida personal como en filmes como A River Runs Through It.
Además de su activismo ambiental, fue una voz crítica constante dentro del sistema político estadounidense. Su papel en The Candidate (1972), donde interpretó a un candidato idealista a senador, sirvió como sátira política y se mantiene vigente décadas después. La frase final, “¿Y ahora qué hacemos?”, resuena como una crítica a la falta de dirección en la política contemporánea.
Una carrera que desafió los límites y géneros
Redford se movía cómodamente entre géneros —thrillers políticos, dramas románticos, westerns y películas de aventuras— y con igual facilidad detrás y delante de las cámaras. En 1984, su interpretación en The Natural como un mítico bateador fue emblemática. Pero fue en 2013, con All is Lost, donde se entregó a una actuación solitaria y minimalista que le valió algunos de los elogios más sinceros de su carrera.
En palabras del crítico de cine Richard Roeper: “Sin decir prácticamente una palabra, Redford comunica una enciclopedia de emociones humanas”.
La despedida del forajido: "The Old Man and the Gun"
En 2018, Redford anunció su retiro actoral con The Old Man and the Gun. Interpretando a un criminal encantador de la tercera edad, Redford pareció despedirse del cine con una sonrisa cómplice, fiel a su arquetipo de forajido encantador.
“Ya con más de 80 años, es tiempo de pasar más tiempo con mi esposa y mi familia”, confesó a la prensa. Fue un adiós sin dramatismo, pero lleno de gratitud y coherencia.
Un padre, un esposo, un humano
Redford fue esposo, padre de cuatro hijos (dos ya fallecidos) y compañero de vida de Sibylle Szaggars, artista con quien compartía una profunda visión espiritual y estética del mundo. Pese a su fama, siempre intentó mantener su vida personal lejos de los focos.
“He sido muchas cosas, pero sobre todo, he intentado ser una buena persona,” dijo una vez. Y sus actos lo validaron.
La huella que dejó en el arte y en la sociedad
- Más de 40 películas como actor, 10 como director.
- Ganador del Oscar como director, y del Oscar Honorífico en 2002.
- Fundador de Sundance, plataforma clave para al menos 60 directores debutantes que hoy son referentes.
- Medalla Presidencial de la Libertad, entregada en 2016 por el presidente Barack Obama.
- Incansable defensor ambiental y opositor activo a la expansión petrolera en parques nacionales.
¿Qué aprendemos de Redford?
La trayectoria de Redford nos recuerda que no hay contradicción entre el arte y la conciencia. Puede uno ser estrella, bello, exitoso y, aun así, elegir caminos difíciles, levantar la voz contra el status quo, construir en vez de consumir y ofrecer oportunidades en lugar de cerrarlas.
Hoy, su figura es más necesaria que nunca en un cine que a menudo se debate entre vacíos blockbusters y narrativas que olvidan lo humano. Redford demostró que la autenticidad es revolucionaria, y que un solo hombre puede cambiar la forma de hacer cine cuando cree en los demás.
Robert Redford fue, es y será el eterno forajido con corazón de artista. El cine le debe mucho, pero nosotros más.