¿Fue envenenado Alexei Navalny? Las nuevas revelaciones que apuntan al Kremlin

Yulia Navalnaya afirma que dos laboratorios independientes confirmaron que su esposo fue asesinado por envenenamiento. ¿Qué implica esto para Putin y el futuro de Rusia?

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Por décadas, Alexei Navalny fue el rostro de la oposición rusa, un símbolo de resistencia frente al autoritarismo de Vladimir Putin. Su muerte en febrero de 2024, en una aislada prisión ártica, provocó indignación internacional pero también muchas dudas. Hoy, más de medio año después, su viuda Yulia Navalnaya lanza una bomba informativa: dos laboratorios independientes en el extranjero han concluido que Navalny fue asesinado mediante envenenamiento.

¿Estamos ante una confirmación tardía, o la punta del iceberg de un acto deliberado por parte del Estado ruso para silenciar a su enemigo más vocal?

Una historia de lucha contra el poder

Navalny saltó a la fama como investigador de la corrupción en Rusia. Desde YouTube y redes sociales, expuso desfalcos y lujos excesivos de funcionarios públicos, incluyendo varios vídeos virales apuntando directamente al círculo íntimo de Putin. En 2013, quedó en segundo lugar en las elecciones a la alcaldía de Moscú, consolidando su rol como principal figura opositora.

Pero su activismo tuvo un alto costo: múltiples arrestos, procesos judiciales políticamente motivados, y finalmente una condena de 19 años bajo cargos ampliamente considerados como ficticios.

El primer atentado: Novichok 2020

No es la primera vez que Navalny se enfrenta al intento de ser silenciado mediante veneno. En agosto de 2020, sufrió un envenenamiento mientras viajaba en avión de Tomsk a Moscú. Fue hospitalizado de emergencia y posteriormente trasladado a Berlín, donde los análisis confirmaron la presencia del agente neurotóxico Novichok, un poderoso químico desarrollado por la Unión Soviética.

La intervención de laboratorios de Alemania, Francia y Suecia, además de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), corroboró esta versión. Navalny responsabilizó directamente a Putin. El Kremlin, por supuesto, negó todo.

La muerte en prisión y los silencios del Kremlin

Navalny murió el 16 de febrero de 2024 en la colonia penal IK-3, ubicada por encima del círculo polar ártico. Los informes oficiales rusos explicaron que "se descompensó tras una caminata" y luego falleció por arritmia. No ofrecieron autopsias creíbles ni información independiente.

El secretismo fue tal que incluso el acceso de sus abogados al cuerpo fue limitado y, por semanas, se impidió a su familia darle sepultura. Todo esto alimentó teorías de envenenamiento o asesinato premeditado.

Yulia Navalnaya rompe el silencio

En un video publicado recientemente, la viuda del disidente asegura que pudo extraer muestras biológicas del cuerpo de Navalny fuera de Rusia, y las envió a dos diferentes laboratorios en países distintos.

“Ambos laboratorios llegaron a la misma conclusión: Alexei fue asesinado. En concreto, fue envenenado”, declaró Navalnaya. Agregó también que, pese a los resultados, los laboratorios han optado por no publicar sus hallazgos por “consideraciones políticas”.

“Les exijo que hagan públicos los resultados. Basta de apaciguar a Putin bajo pretextos geopolíticos. Mientras ustedes guardan silencio, él sigue matando”, sentenció.

¿Qué se sabe del presunto veneno?

Yulia Navalnaya no especificó la sustancia utilizada en este segundo caso. Tampoco los laboratorios implicados han publicado su análisis. Este secretismo ha generado escepticismo en algunos sectores, pero también llamadas a la acción por parte de organizaciones internacionales.

El portal alemán Der Spiegel y el sitio de investigación Bellingcat habían advertido desde 2021 que Navalny corría alto riesgo de ser asesinado si regresaba a Rusia, donde fue detenido inmediatamente al aterrizar tras recuperarse en Alemania.

Por tanto, la teoría de un segundo envenenamiento no resulta descabellada, especialmente considerando el entorno cerrado en el que estaba detenido.

Otros sospechosos casos en la era Putin

El uso de venenos como arma política no es nuevo bajo el gobierno de Putin. Recordemos algunos casos:

  • Alexander Litvinenko (2006): Exespía del FSB, asesinado en Londres con polonio-210, un isótopo radiactivo. El Reino Unido responsabilizó directamente a agentes rusos.
  • Sergey Skripal (2018): Exagente doble envenenado con Novichok en Salisbury, Inglaterra. Él y su hija sobrevivieron, pero una ciudadana británica falleció.
  • Vladimir Kara-Murza: Activista que vivió dos intentos de envenenamiento (2015 y 2017). Ambos casos siguen impunes.

Como patrón, todos los casos comparten la intención de enviar un mensaje intimidatorio y dejar huella del poder omnipresente del Kremlin.

¿Qué implican estas nuevas revelaciones?

De confirmarse oficialmente este nuevo envenenamiento, tendríamos que hablar de una metodología sistemática del Estado ruso para eliminar a sus críticos más influyentes. Desde una prisión de máxima seguridad, bajo vigilancia 24/7, no es concebible que algo de esa magnitud ocurriera sin complicidad institucional.

Además, pondría en jaque a los gobiernos occidentales, en particular a Alemania, Francia y Estados Unidos, que han afrontado la represión rusa con tibieza últimamente, enfocados en otros frentes como Ucrania o Medio Oriente.

¿Quién es Yulia Navalnaya hoy?

Desde la muerte de su esposo, Yulia Navalnaya ha tomado el rol de portavoz del movimiento opositor. No solo ha denunciado el asesinato, sino que también ha viajado por Europa exigiendo sanciones más fuertes, protección para disidentes rusos y una investigación internacional real sobre la muerte de Alexei.

Muchos analistas la comparan con Svetlana Tijanóvskaya, la líder opositora bielorrusa que se exilió tras las elecciones amañadas de 2020. Ambas mujeres encarnan un nuevo rostro del liderazgo político en el exbloque soviético: combativas, formadas, y profundamente comprometidas con la democracia.

El silencio del Kremlin y el miedo como arma

La respuesta del gobierno ruso ante estas graves acusaciones ha sido... la habitual: silencio. Ningún funcionario ha respondido directamente a Yulia Navalnaya y los medios estatales continúan promoviendo la idea de “problemas de salud preexistentes”. Incluso llegaron a afirmar que Navalny sufría de "una docena de enfermedades distintas".

Este patrón sugiere un uso sistemático del terror para desincentivar la disidencia, ahogando cualquier intento de oposición con una mezcla de violencia institucionalizada, cárcel y censura.

Reacción internacional: entre la empatía y la pasividad

Aunque líderes como Emmanuel Macron, Olaf Scholz y Joe Biden han expresado su pesar por la muerte de Navalny, hasta ahora no se han impuesto nuevas sanciones concretas directamente asociadas con este caso.

La pregunta ética y política es evidente: ¿Hasta qué punto Occidente está dispuesto a tolerar asesinatos de Estado a cambio de "estabilidad internacional"?

Un futuro incierto pero no silenciado

Navalny fue uno de los líderes más carismáticos y valientes que ha visto Rusia en las últimas décadas. Y aunque su muerte sea un trágico recordatorio del precio de oponerse en una dictadura moderna, su legado —y ahora el activismo de su viuda— puede seguir encendiendo la chispa de la esperanza.

“Mi esposo no murió por nada. Esto no se va a quedar así”, sentenció Yulia Navalnaya.

Por ahora, el enigma del nuevo veneno, del encubrimiento forense y del silencio de Putin permanece. Pero mientras haya voces fuera de Rusia dispuestas a escuchar, tal vez el eco de Navalny siga golpeando los muros del Kremlin.

Más información sobre el legado de Alexei Navalny en su página oficial.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press