Ataque israelí en Doha: ¿nueva era de la guerra de precisión o escalada regional?
El reciente ataque balístico israelí desde el Mar Rojo contra líderes de Hamás en Qatar redefine los límites del poder militar avanzado y reaviva tensiones diplomáticas en Medio Oriente
Una ofensiva sin precedentes: misiles desde el Mar Rojo
El 9 de septiembre de 2025, el mundo fue testigo de un notable cambio en la táctica militar israelí. Aviones de combate lanzaron misiles balísticos desde el espacio aéreo sobre el Mar Rojo para atacar a líderes de Hamás reunidos en Doha, Qatar. El ataque provocó la muerte de seis personas en la capital qatarí y dejó perpleja a la comunidad internacional, no solo por su precisión, sino también por sus implicaciones estratégicas y diplomáticas.
Según un funcionario de defensa estadounidense, que habló bajo condición de anonimato, la operación empleó una maniobra "más allá del horizonte", es decir, desde fuera del espacio aéreo qatarí. Este método apunta a eludir las defensas antiaéreas y evitar cualquier violación directa de la soberanía nacional de países aliados clave como Arabia Saudita.
Velocidad hipersónica e imposibilidad de interceptación
Los misiles viajaron a velocidades supersónicas, dificultando su detección y anulación. Como explica Sidharth Kaushal, experto en misiles del Royal United Services Institute (RUSI), “estamos hablando de apenas unos minutos desde el lanzamiento hasta el impacto”. Incluso si los sistemas de defensa estadounidenses o qataríes hubiesen captado la amenaza, la posibilidad de interceptación habría sido mínima.
Qatar dispone de baterías de misiles Patriot, pero estos no son eficaces contra misiles en fase exoatmosférica. Para tal escenario, se requiere un sistema como el Terminal High Altitude Area Defense (THAAD). Aunque Doha adquirió este sistema durante la administración Trump, todavía no se confirma si estaba operativo en el momento del ataque.
Impacto político: Qatar herido y la región en vilo
El ataque llegó en un momento diplomáticamente delicado. Qatar actuaba como mediador en las negociaciones de cese al fuego entre Israel y Hamás, en un intento por calmar una guerra de casi dos años que ha dejado más de 42.000 muertos en Gaza y cerca de 2 millones de desplazados. El bombardeo no solo interrumpió estas conversaciones, sino que también causó fricciones entre Doha, Tel Aviv y Washington.
Qatar denuncia el ataque como una violación intolerable de su soberanía. Adicionalmente, teme que este precedente justifique acciones similares en futuro contra otros países mediadores o neutrales en el conflicto. El temor regional crece por la posibilidad de que Israel utilice misiles balísticos como arma geopolítica disuasoria sin necesidad de penetrar espacio aéreo enemigo.
Estrategia israelí: precisión, anonimato y mensaje regional
Según un oficial israelí no identificado, alrededor de diez aviones participaron en la operación, lanzando una cantidad similar de misiles. Aunque Israel no ha confirmado los detalles ni los tipos de armas empleadas, expertos como Jeffrey Lewis, del Middlebury Institute of International Studies, especulan que podría tratarse de variantes del Golden Horizon o misiles balísticos Sparrow.
Estos misiles, con alcance estimado de hasta 2.000 km, permiten "ataques a distancia segura", evitando riesgos para las aeronaves israelíes y permitiendo un alto grado de anonimato. Tal capacidad fue demostrada también en junio de 2025, cuando Israel emprendió una ofensiva de 12 días contra Irán usando armas de largo alcance, incluyendo similares misiles aire-tierra.
¿Normalización con Arabia Saudita en peligro?
Uno de los aspectos más significativos de esta ofensiva fue su intento por evitar violar el espacio aéreo saudí. Israel ha trabajado durante años para lograr la normalización diplomática con Arabia Saudita, al estilo de los Acuerdos de Abraham. Atacar desde el Mar Rojo, sin sobrevolar territorio saudí, reduce las consecuencias diplomáticas y mantiene las puertas parcialmente abiertas hacia un futuro acuerdo jurídico-político con Riad.
El experto Kaushal destaca que “hay un factor político importante: no estás violando el espacio aéreo saudí ni su soberanía en el proceso”, lo que sugiere que la estrategia israelí va más allá de lo militar y apunta hacia considerar profundamente la dimensión diplomática regional.
EE.UU. e Israel: aliados incómodos
La relación entre Estados Unidos, Israel y Qatar ha sido compleja. A pesar de que el Comando Central de EE.UU. (CENTCOM) opera desde la base aérea de Al Udeid en Qatar, la coordinación en este caso fue deficiente o nula. Washington informó a Doha del ataque solo “tras la detonación de los misiles”, lo cual indignó a las autoridades qataríes.
La Casa Blanca no ha emitido comentarios oficiales sobre el ataque, derivando cualquier consulta hacia el gobierno israelí. Este silencio marca una línea ambigua en la política exterior norteamericana, dejando entrever prioridades estratégicas sobre sus propias alianzas.
Una ventana a los conflictos del futuro
El empleo de misiles balísticos lanzados desde el aire ya no es producto exclusivo de la doctrina rusa o china. En el caso de Israel, este tipo de armamento permite lanzar ataques quirúrgicos con letalidad máxima y coste diplomático mínimo. También lanza un mensaje a Irán, Hezbolá y otros enemigos regionales sobre la capacidad israelí de golpear a larga distancia con escasa posibilidad de represalia directa.
Además, este tipo de operativos plantea preguntas preocupantes sobre el futuro: ¿Qué impide que un Estado utilice esta táctica contra terceros países, incluso amigos, si sus intereses están en juego? ¿Estamos viendo el nacimiento de una era de guerra balística con precisión geopolítica?
Reacción global: advertencia o precedente
Qatar ha llevado el caso ante foros internacionales como la Liga Árabe, la ONU y la Organización para la Cooperación Islámica. El Consejo de Seguridad discutió el incidente en una sesión de emergencia, aunque sin resolución concreta hasta el momento. Mientras tanto, varios países del Golfo expresaron informalmente su preocupación por el peligroso precedente sentado por la operación israelí.
Incluso estados como Omán y Kuwait —históricamente neutrales— podrían reconsiderar acercamientos diplomáticos hacia Israel. La percepción de vulnerabilidad y de ataque sin aviso, pone en duda la capacidad de cualquier infraestructura diplomática para resistir la embestida de intereses militares.
El reciente ataque en Doha no es sólo un episodio más en el prolongado conflicto israelí-palestino. Es un parteaguas estratégico y técnico. Cambia la naturaleza de las guerras asimétricas en Medio Oriente y plantea desafíos complejos en términos de legalidad internacional, disuasión y soberanía nacional.
Una región al borde de un salto tecnológico militar
Hoy, Qatar, Arabia Saudita, Irán, y otros países de la región enfrentan una decisión crítica: adaptarse y expandir sus defensas antimisiles hacia el espacio estratosférico o quedar expuestos ante ataques sorpresivos de alta tecnología.
La era de la supremacía aérea tradicional parece llegar a su fin. Los nuevos protagonistas son las balísticas silenciosas, los radares supersónicos, los satélites de alerta temprana y los centros de comando con análisis en tiempo real. Todo esto, al servicio de una geopolítica más arriesgada y volátil.