Björn Borg: El 'Ice-Borg' que ardía por dentro y el precio de la grandeza

De leyenda del tenis a una vida marcada por excesos, traumas y redención: el lado oculto de un ídolo escandinavo

Una figura distante que escondía tormentas internas

Björn Borg, uno de los nombres más reverenciados en la historia del tenis, pasó gran parte de su vida oculto tras una fachada de frialdad. Apodado "Ice-Borg" por su compostura casi impermeable en la pista, el sueco dejó una huella imborrable en el deporte, pero también arrastró heridas profundas que narró por primera vez con brutal honestidad en sus memorias tituladas "Heartbeats".

El libro, que será lanzado este 23 de septiembre en Estados Unidos, retrata no sólo los días gloriosos de este 11 veces campeón de Grand Slam, sino los abismos que lo llevaron a la autodestrucción fuera de la cancha: drogas, problemas emocionales, relaciones fallidas y una cirugía por cáncer de próstata.

Un niño furioso con una raqueta

"Me comportaba terriblemente en la cancha; maldecía, hacía trampas... Era insoportable", relata Borg acerca de sus inicios en Södertälje, su ciudad natal. Tan grave era su comportamiento que su club local lo suspendió por seis meses. A su regreso, prometió no abrir la boca más durante los partidos. Así nació el Björn Borg glacial que dominó Wimbledon cinco años consecutivos entre 1976 y 1980.

Pero ese control emocional era una máscara. "Hervía por dentro", confiesa Borg. Le tomó años canalizar su rabia para transformarse en uno de los competidores más tranquilos y estratégicos del circuito profesional.

Dominar la cima y perder el amor por la batalla

Borg alcanzó rápidamente el pináculo del éxito. Ganó su primer título de Grand Slam con sólo 18 años y se convirtió en una sensación global. Ganó 64 títulos ATP entre 1973 y 1981. Su rivalidad con John McEnroe es considerada una de las más intensas de todos los tiempos; el clásico duelo en la final de Wimbledon 1980 aún figura entre los mejores partidos de la historia.

Sin embargo, después de perder ante McEnroe en Wimbledon y el US Open en 1981, algo se quebró en él. "Me senté en una piscina en Long Island después de la final... y no me sentía triste ni enojado por perder. Eso no era yo. Sabía que debía alejarme del tenis", revela. Tenía apenas 25 años.

Para entonces, estaba vacío. El fuego competitivo que lo había impulsado simplemente se apagó. Nunca más jugó otro Grand Slam.

La caída: entre excesos, drogas y desorientación

Tras su retiro, Borg enfrentó el vértigo del silencio. Sin un plan claro ni apoyo real, se entregó a los excesos. Empezó a consumir drogas —especialmente cocaína— en 1982. “La primera vez que probé cocaína, sentí la misma clase de euforia que me daba ganar un partido”, escribe. La adicción no tardó en escalar a niveles peligrosos.

En la década de los 90, fue internado de emergencia en un hospital en Países Bajos luego de una sobredosis de múltiples sustancias. La visión de su padre al pie de su cama en el hospital fue, describe, su mayor vergüenza.

Ese fue el primero de dos episodios que incluyeron hospitalización. El segundo ocurrió en Italia en 1989, una experiencia que hasta ahora muchos interpretaban como un intento de suicidio, pero que Borg aclara que fue un "accidente estúpido".

Famosos, controversias y un hombre en busca de sí mismo

El sueco no se guardó nada. En "Heartbeats" relata anécdotas tan variadas como una comunicación clandestina con Yasser Arafat, las insinuaciones de Donald Trump durante fiestas en los 80, noches con Tina Turner, ilustres cenas con Andy Warhol, confesiones de Hugh Hefner, e incluso amenazas de muerte durante el US Open.

También recuerda haber sido víctima de un asalto a punta de pistola, haber recibido sueldos en efectivo y haber sido perseguido por una mujer que aseguraba ser madre de su hijo, algo que más adelante se comprobó como falso.

La gente se va a sorprender mucho de lo que realmente pasó”, dijo Borg al respecto. “Es un alivio para mí hacer este libro. Me siento mucho mejor. No hay más secretos”.

De la adicción a la redención

El camino de vuelta fue largo. “Tomé decisiones estúpidas. Pero estoy agradecido de haber escapado de ese mundo. Fue difícil reajustarme a la vida común tras dejar el tenis. No había nadie que me guiara”, confesó.

Hoy, Borg es una figura serena que intenta reconstruir su legado no solo como leyenda del tenis sino como ser humano. Tener un diagnóstico de cáncer de próstata en años recientes fue otro llamado de atención que fortaleció aún más su determinación de vivir honestamente.

Una autobiografía diferente

Las memorias de deportistas suelen ser vehículos para exaltar sus gestas, romantizar sus logros y ocultar las caídas. No es el caso de "Heartbeats". Borg ofrece un relato desgarrador, interesante, y profundamente humano que no se detiene en la cifra de títulos ni en las estadísticas.

Este es el libro de alguien que brilló intensamente y luego se consumió en su propia fama. Un relato necesario en tiempos donde la salud mental de los deportistas de élite se discute con más claridad.

Legado de hielo y fuego

El nombre de Björn Borg quedará para siempre en la historia del tenis: es el primer jugador en ganar Wimbledon y Roland Garros tres veces consecutivas; además, ganó seis veces en París. Fue también el primer ídolo moderno del tenis, una celebridad en Europa que llenaba estadios y titulares.

Pero tras ese “Ice-Borg” imperturbable, se escondía un muchacho que deseaba que alguien lo ayudara a entender qué venía después del éxito. En ese sentido, las memorias de Borg son un acto de redención, pero también una advertencia silenciosa para aquellos que idolatramos la cima sin mirar lo que pasa después de la última ovación.

Tuve un buen comienzo y un buen final”, concluye con serenidad. Con "Heartbeats", Borg no solo escribe sobre su vida: ofrece una montaña rusa emocional que, como sus mejores partidos, emociona hasta el último punto.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press