Cambio climático vs. política: cuando las decisiones ideológicas amenazan la salud pública

A medida que crece la evidencia científica sobre los impactos del calentamiento global, algunas decisiones políticas buscan revertir los avances regulatorios. ¿Es negarlo una estrategia o una omisión irreparable?

La creciente montaña de evidencia científica

El cambio climático ya no es un problema del mañana: es un desafío presente y urgente. Así lo afirma categóricamente la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS), una de las instituciones científicas más respetadas del mundo, en un reciente informe que denuncia los intentos de la administración del expresidente Donald Trump de revocar hallazgos científicos críticos relacionados con el calentamiento global.

Este reporte reafirma la validez del “hallazgo de peligro” de 2009 (Endangerment Finding), un pilar fundamental en la política ambiental estadounidense que establece que los gases de efecto invernadero liberados por la acción humana constituyen una amenaza directa a la salud y el bienestar de la población.

Según la NAS: "La evidencia de que el cambio climático causado por el ser humano daña la salud pública es indiscutible" y, además, afirma que desde 2009 la ciencia ha fortalecido su postura mediante nuevos estudios, observaciones e impactos medibles.

¿Qué significa el 'Endangerment Finding'?

En 2009, la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA) concluyó oficialmente que los gases de efecto invernadero representan un peligro para la salud humana. Esta declaración dio sustento legal a regulaciones clave para reducir las emisiones contaminantes, especialmente de sectores como el transporte y la producción eléctrica.

Revocar este hallazgo equivaldría a desmontar gran parte de la estructura legal que ha permitido avanzar en la protección ambiental, y podría abrir la puerta para eliminar innumerables leyes que limitan la contaminación.

Los intentos de reversión bajo la administración Trump

En su cruzada por reducir regulaciones consideradas onerosas para la economía, el expresidente Trump y su administración intentaron argumentar que:

  • Los modelos climáticos exageran el calentamiento proyectado.
  • Los efectos del clima sobre la economía son menores de lo dicho.
  • Un mayor nivel de CO₂ en la atmósfera puede ser positivo, porque ayuda al crecimiento de las plantas.

A pesar de estos argumentos, la comunidad científica respondió con dureza. La Sociedad Meteorológica Estadounidense, junto con otros 85 expertos climáticos, declaró que los documentos del gobierno estaban “llenos de errores” y “no aptos para informar políticas públicas”.

El daño ya tangible: salud, economía y medioambiente

Más allá del debate político, los efectos del cambio climático ya se pueden ver, tocar y sentir. Según el informe de la NAS, el impacto en la salud pública incluye:

  • Incrementos en olas de calor, que en EE.UU. causan más muertes que cualquier otro desastre natural combinado.
  • Mayor prevalencia de enfermedades respiratorias debido a la contaminación del aire.
  • Diseminación de enfermedades transmitidas por insectos, como el dengue y la enfermedad de Lyme.
  • Cambios en la producción de alimentos debido a la disminución de rendimientos agrícolas.
  • Impacto psicológico por la pérdida de hogares y comunidades debido a desastres naturales intensificados.

“El daño que enfrenta Estados Unidos por el cambio climático inducido continuará empeorando, y los extremos actuales se convertirán en las normas del mañana,” indica el informe de la NAS.

El contraste con la visión internacional

Mientras Estados Unidos retrocedía en política ambiental durante los años de Trump, Europa y otras regiones avanzaban. En 2019, la Unión Europea lanzó el Pacto Verde Europeo, con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono para el año 2050. Incluso potencias emergentes como China e India comenzaron a introducir mejoras regulatorias ante la presión científica y social.

La retirada temporal de EE.UU. del Acuerdo de París en 2020 fue vista como una decisión aislacionista que ponía en riesgo la cooperación global, al tratarse de uno de los países históricamente responsables por mayores emisiones de carbono.

¿Qué dicen los datos?

  • Según la EPA, el dióxido de carbono representa el 79% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el hombre en EE.UU.
  • Un estudio publicado en The Lancet en 2023 estimó que el cambio climático fue responsable de más de 250,000 muertes adicionales anuales en todo el mundo desde 2017.
  • La NOAA afirma que 2023 rompió récords de temperatura global, siendo el año más cálido desde que se tiene registro.

¿Por qué esta lucha importa más allá de EE.UU.?

Estados Unidos es responsable de aproximadamente el 14% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Su comportamiento regulatorio tiene un efecto dominó sobre otros países y sobre empresas multinacionales. Permitir que la ciencia sea manipulada o ignorada por intereses políticos puede sentar precedentes peligrosos.

Además, al ser una potencia científica, las decisiones que toma EE.UU. en torno a sus políticas climáticas tienen influencia directa sobre las prioridades de investigación a nivel mundial.

Negacionismo climático: ¿política o estrategia de poder?

No se puede analizar esta batalla sin abordar lo ideológico. El rechazo a aceptar la ciencia del cambio climático muchas veces responde a intereses económicos (petróleo, carbón, industria automotriz), pero también a una visión donde el crecimiento económico a corto plazo prima sobre la sostenibilidad.

Como escribió Shirley Tilghman, presidenta del comité de NAS y exrectora de Princeton, en la introducción del informe: “A diferencia de terremotos o volcanes, sobre los cuales no tenemos control, el daño climático es algo que podemos abordar ahora.”

Una opinión necesaria: la ciencia no es negociable

Desde este blog adoptamos una postura clara: la evidencia científica sobre el cambio climático es contundente, y no puede ser ignorada por conveniencia política. La posibilidad de revocar legislaciones fundamentales sobre la base de informes sesgados es una amenaza directa para la salud pública, el medioambiente y la justicia global.

Negar la ciencia climática en 2025 no es una postura neutral, es una elección que impacta a millones.

Es necesario recordar que la ciencia no es ideología. Y aunque pueda ser incómoda para ciertos intereses, es la única herramienta verificada que tenemos para anticipar y abordar los desafíos que se avecinan.

¿Qué podemos hacer como sociedad?

  • Exigir políticas públicas basadas en evidencia, no en intereses corporativos.
  • Respaldar el financiamiento a instituciones científicas y universidades que trabajan para mejorar nuestra comprensión del clima.
  • Participar informadamente en elecciones y debates públicos sobre sostenibilidad.
  • Modificar hábitos de consumo que redundan en una menor huella de carbono.

Porque, como subraya la NAS, “la ventana de acción significativa se está cerrando”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press