El dilema moral y político de la UE ante la guerra en Gaza: ¿Es momento de actuar con más firmeza contra Israel?

Bruselas propone sanciones históricas para presionar a Israel en medio de una catástrofe humanitaria sin precedentes

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El contexto: una guerra de casi dos años y una crisis humanitaria en Gaza

Desde el 7 de octubre de 2023, cuando Hamás lanzó un mortal ataque contra Israel, el conflicto en la Franja de Gaza ha escalado a niveles alarmantes. Han pasado ya 23 meses desde que se desencadenó esta guerra, que ha dejado una secuela desgarradora: más de 65.000 palestinos muertos, decenas de miles de desplazados y una infraestructura casi totalmente destruida, según cifras de los ministerios de salud del enclave.

Mientras tanto, Israel sostiene que sus ataques están dirigidos exclusivamente contra objetivos vinculados a Hamás y niega la existencia de hambruna generalizada en Gaza, argumentando que permite la entrada de ayuda humanitaria suficiente.

Una Unión Europea dividida, pero presionada a actuar

En este contexto, la Unión Europea, históricamente cautelosa respecto a conflictos con implicaciones geopolíticas profundas, ha comenzado a mover ficha. La jefa de política exterior del bloque, Kaja Kallas, ha presentado esta semana la propuesta más severa hasta la fecha para presionar a Israel a detener su ofensiva militar y aliviar el sufrimiento en Gaza:

  • Imposición de aranceles especiales a productos israelíes.
  • Sanciones contra 10 líderes de Hamás, colonos israelíes extremistas y dos ministros del gobierno de Netanyahu: Itamar Ben-Gvir (Seguridad Nacional) y Bezalel Smotrich (Finanzas).
  • Congelación de activos en Europa y prohibición de entrada al espacio Schengen para los sancionados.

No se trata de castigar a Israel o al pueblo israelí, sino de presionar al gobierno para que cambie de rumbo y termine con el sufrimiento en Gaza”, afirmó Kallas con contundencia.

Impacto económico: el factor que podría cambiar el tablero

Las medidas de aranceles no son simplemente simbólicas. El bloque europeo es el mayor socio comercial de Israel, con importaciones anuales que rondan los €15.900 millones. De estas, un importante 37% se beneficiaba de arancel cero gracias al Acuerdo de Asociación UE-Israel.

La propuesta pretende reemplazar estas condiciones con aranceles que podrían alcanzar del 8% al 40%, dependiendo del producto, lo que equivaldría a un impacto directo de €230 millones anuales.

“No estamos proponiendo suspender el comercio con Israel. Estamos proponiendo suspender sus preferencias comerciales”, explicó un alto funcionario europeo.

La polémica política: ¿división o oportunidad para definición moral?

Aunque la propuesta de sanciones ha conseguido atraer atención, existe profunda división entre los 27 miembros del bloque. Países como Hungría, República Checa y Alemania mantienen posiciones más favorables hacia Israel, mientras que otros como Irlanda, Bélgica y España exigen acciones más enérgicas para salvaguardar los derechos humanos.

El comisario de Comercio de la UE, Maroš Šefčovič, defendió las medidas como una “respuesta cuidadosamente estudiada ante una situación cada vez más urgente”, tras una revisión del artículo 2 del Acuerdo de Asociación, que estipula el respeto de derechos humanos como condición clave.

Las figuras clave que generaron controversia

Entre los sancionados propuestos, destacan dos nombres que han sido símbolos de la línea dura del actual gobierno israelí:

  • Itamar Ben-Gvir: Líder del partido ultraderechista Otzma Yehudit, ha sido acusado de incitar al odio contra los palestinos y de apoyar a colonos agresivos.
  • Bezalel Smotrich: Ministro de Finanzas y una de las figuras centrales del movimiento de colonización ilegal en Cisjordania.

El cambio de postura de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también ha generado revuelo, ya que históricamente ha sido percibida como una firme aliada de Israel. Su llamado reciente a imponer sanciones y suspender parcialmente acuerdos comerciales marca un punto de inflexión.

La respuesta israelí: resiliencia y rechazo frontal

En respuesta, el ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, señaló categóricamente que “Israel no cederá ante amenazas” y que las sanciones no harán mella en su soberanía.

“El Estado de Israel es una nación soberana orgullosa, y no se doblegará por la presión internacional mientras su seguridad esté en juego”, escribió en una carta enviada a Von der Leyen.

Protestas en Europa y presión desde la sociedad civil

Mientras tanto, miles de ciudadanos en ciudades europeas como Ámsterdam, Barcelona y Berlín han salido a las calles exigiendo medidas contundentes. Las protestas han puesto en jaque la legitimidad del bloque ante lo que consideran una inacción prolongada frente al genocidio en Gaza.

“No puede haber paz sin justicia” se lee en muchas pancartas, donde europeos de distintas confesiones y orígenes claman porque se deje de financiar la maquinaria de guerra israelí. Las ONG también han expresado apoyo masivo a la decisión del Parlamento Europeo de iniciar este camino, aunque algunos la consideran insuficiente.

¿Un riesgo calculado? Los límites de la estrategia europea

El paso dado por Bruselas está lleno de aristas. Por un lado, representa una oportunidad para reposicionar a la UE como un actor coherente con sus principios en el escenario internacional.

Pero, por otro lado, podría afectar su influencia política y económica en otros terrenos de la región: desde las relaciones con el lobby pro-Israel hasta la cooperación en inteligencia contra el terrorismo islamista.

Además, las sanciones no contemplan cortar el comercio de armas, una limitación importante señalada por activistas y legisladores de izquierda como Ska Keller (Alemania) y Manu Pineda (España). Sus críticas apuntan a que la UE sigue siendo cómplice indirecta al no suspender este comercio militar.

La variable interna: elecciones europeas y cálculo político

Un elemento oculto en estas decisiones es el factor político interno. Con elecciones europeas a celebrarse próximamente, y la creciente impopularidad de políticas exteriores “tibias”, varios comisarios han entendido que la percepción pública de pasividad les pasa factura. La presión ciudadana, especialmente entre los jóvenes, se ha convertido en un catalizador relevante.

Según una encuesta del European Council on Foreign Relations, el 62% de los ciudadanos europeos cree que la UE debe suspender su apoyo a Israel si no respeta los derechos humanos en Gaza.

¿Moneda de cambio o principios?

El gran dilema para Bruselas es decidir si mantiene su “neutralidad estratégica” o si, como abogan varios expertos en derechos humanos, adopta una posición moral más clara.

Como dijo Riccardo Noury, portavoz de Amnistía Internacional Italia: “No se puede tener relaciones comerciales normales con un país acusado de crímenes de guerra en tiempo real”.

Y esto es justo lo que está en juego ahora. No se trata únicamente de sanciones, ni consecuencias económicas. Se trata de si la Unión Europea está dispuesta a que sus tratados y valores tengan un peso político real, incluso si eso supone afectar relaciones estratégicas complejas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press