Indonesia en crisis: protestas, ministros despedidos y el regreso de viejos rivales al poder
El presidente Prabowo Subianto recurre a un exrival y al aparato militar para enfrentar una de las pruebas más duras de su mandato tras una ola de protestas violentas
Yakarta, Indonesia. – Indonesia, la tercera democracia más grande del mundo, ha sido sacudida por una ola de protestas que ha dejado al menos 10 personas muertas y ha desencadenado una profunda reconfiguración política en el gobierno del presidente Prabowo Subianto. En un giro dramático de los acontecimientos, el mandatario ha designado como ministro de Seguridad a un antiguo rival militar, el general retirado Djamari Chaniago, de 77 años, en un intento por estabilizar un gobierno puesto a prueba por la indignación pública y la presión interna.
Una república en llamas: el origen del estallido
Las protestas comenzaron a fines de agosto, cuando se filtró que los 580 congresistas indonesios estaban recibiendo una bonificación mensual de 50 millones de rupias (3.075 dólares), además de sus ya elevados salarios. Esta suma representa casi diez veces el salario mínimo en Yakarta (569 dólares), y en un país con tejidos sociales frágiles e índices de pobreza aún altos, la indignación no tardó en propagarse como reguero de pólvora.
La furia popular escaló cuando Affan Kurniawan, un conductor de aplicaciones, murió atropellado por un vehículo policial. Su muerte se convirtió en símbolo del abuso del poder estatal contra las clases trabajadoras.
El saldo: muertos, ministros despedidos y una crisis de legitimidad
En respuesta a las masivas movilizaciones y disturbios, Subianto despidió a cinco ministros, entre ellos la muy respetada ministra de Finanzas, Sri Mulyani Indrawati, una veterana del FMI y el Banco Mundial.
El más notable de estos despidos fue el de Budi Gunawan, quien hasta hace poco ocupaba el cargo de Coordinador de Asuntos Políticos y de Seguridad. Su incapacidad para actuar con rapidez ante la violencia, su ausencia reiterada en reuniones claves y problemas de salud precipitaron su destitución.
El regreso de Djamari Chaniago: ¿amigo o enemigo?
La elección de Chaniago como reemplazo de Gunawan no es fortuita. Su nombre remite a uno de los capítulos más turbulentos de la historia reciente de Indonesia. Fue uno de los siete generales que integró el Consejo de Honor de los Oficiales (DKP) en 1998, encargado de investigar los secuestros de activistas opositores al expresidente Suharto.
En ese tiempo, Subianto era comandante del Kopassus, la fuerza especial del Ejército. Como resultado de la investigación, fue hallado culpable de malinterpretar órdenes mientras sus subordinados secuestraban y torturaban a disidentes. Subianto fue despedido deshonrosamente y se exilió en Jordania.
Chaniago tomó su puesto como comandante del Comando Estratégico de Reserva del Ejército (Kostrad). Hoy, más de dos décadas después, estos históricos enemigos están nuevamente ligados, esta vez en un frágil intento de salvación gubernamental.
¿Redención o estrategia política?
El analista político Selamat Ginting, de la Universidad Nacional de Indonesia, sostiene que esta alianza es más que un gesto de reconciliación. “Prabowo necesita apoyo amplio, incluyendo al personal militar retirado y la vieja élite que alguna vez se opuso a él”, afirma. “No se trata solo de perdón, sino de una estrategia de consolidación.”
El retorno de figuras históricas se enmarca dentro de un proceso de reorganización gubernamental que busca reconstruir la legitimidad política. No hay espacio para la fragilidad en un régimen que enfrenta sospechas sobre corrupción, represión policiaca y favoritismo sistémico entre las élites gubernamentales.
Una democracia con memoria: heridas abiertas del 98
Los secuestros de 1998, por los que muchos activistas siguen desaparecidos, no han sido olvidados por la sociedad civil.
“13 de los 22 secuestrados siguen desaparecidos. ¿Cómo podemos confiar en un líder que nunca rindió cuentas?”, cuestiona Nurani Afdhal, portavoz de una ONG de derechos humanos con sede en Yakarta.
Pese a ello, la figura de Subianto ha ido creciendo. Tras años en el ostracismo, ha sido candidato presidencial en múltiples ocasiones y finalmente alcanzó el poder en 2024. Su gobierno es visto por algunos sectores como fuerte, pragmático y necesario frente al avance del extremismo y la desigualdad.
El ejemplo de Erick Thohir: un cambio generacional
Otro cambio importante ha sido la reasignación de Erick Thohir, exministro de Empresas Estatales, ahora en el Ministerio de Juventud y Deportes. Empresario vinculado al mundo del fútbol (fue propietario del Inter de Milán y D.C. United), representa una cara más moderna y menos militarizada del gobierno.
Thohir es también considerado un aliado de Joko Widodo, el anterior presidente, lo que sugiere que Subianto no busca aislarse completamente de la vieja guardia civil, sino más bien construir un equilibrio entre viejos generales y nuevas figuras tecnocráticas.
Prabowo: una figura compleja en un país complejo
Subianto, aclamado por unos y temido por otros, simboliza las paradojas de una Indonesia que aún batalla con su pasado autoritario, mientras intenta fortalecer su modelo democrático. Más allá de la política, su figura representa preguntas profundas: ¿puede un país reconciliarse con su historia sin justicia? ¿Es aceptable reinsertar a figuras manchadas por el pasado en nombre de la estabilidad?
Para Selamat Ginting, la respuesta es matizada: “La legitimidad no siempre viene de la órbita moral. A veces, obedece necesidades técnicas, alianzas estratégicas y el lento arte de gobernar desde la tensión.”
Lo que está en juego para Indonesia
Con una población de más de 275 millones de habitantes, un crecimiento económico en torno al 5% anual y un papel clave en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), Indonesia no puede darse el lujo del caos.
- Es el país musulmán más poblado del mundo.
- Es un hub estratégico para las cadenas de suministro globales.
- Tiene reservas cruciales de minerales como níquel y estaño.
Pese a estos activos, enfrenta desafíos como la corrupción sistémica, el resentimiento rural ante las élites urbanas y la necesidad de integrarse al nuevo orden geopolítico liderado por Estados Unidos y China.
La narrativa del hombre fuerte vuelve a seducir
En tiempos de incertidumbre, figuras como Subianto, con su aureola militar y discurso de orden, suelen ganar terreno. Sin embargo, los márgenes de error son cada vez más estrechos. El uso de la fuerza para silenciar críticas podría sentar precedentes peligrosos. La transparencia y el diálogo siguen siendo los caminos más seguros hacia una gobernanza sostenible.
Por ahora, Indonesia camina por una cuerda floja entre reformismo y autoritarismo restaurado. El nombramiento de Djamari Chaniago deja en claro que el futuro próximo se jugará no tanto en urnas, sino en pasillos oscuros del poder donde la memoria histórica, las lealtades militares y las tensiones sociales chocan en cada esquina.