Jay-Z, Broadway y el casino que no fue: la batalla por el futuro de Times Square
El rechazo al proyecto del Caesars Palace en Nueva York expone las tensiones entre desarrollo, cultura y poder en el corazón del entretenimiento mundial
Times Square, el corazón palpitante de Nueva York y símbolo mundial del entretenimiento, se convirtió recientemente en escenario de una batalla tan simbólica como real. En el centro de esta disputa estuvo un ambicioso plan para construir un casino Caesars Palace, respaldado por el magnate del hip hop Jay-Z y su empresa Roc Nation, y su posterior rechazo por parte de una comisión comunitaria local.
¿Cómo una propuesta de más de 5.400 millones de dólares, con promesas de inversión social y revitalización urbana, terminó siendo derribada por un grupo vinculado al teatro? Aquí analizamos esta historia desde todos los ángulos posibles.
El proyecto que prometía transformar Times Square
La idea parecía invencible sobre el papel: transformar una torre de oficinas en el número 1515 de Broadway - hogar del Minskoff Theatre, donde actualmente se presenta el musical "El Rey León" - en un complejo de lujo que incluiría hotel, casino y un centro de entretenimiento bajo la prestigiosa marca Caesars Palace.
Jay-Z, uno de los impulsores del proyecto, afirmó que un casino de clase mundial tenía todo el sentido en Nueva York, considerada la capital del entretenimiento global. Además, la propuesta buscaba no competir con Broadway, sino complementarlo.
"Los visitantes del casino comprarán entradas, llenarán butacas, reservarán cenas antes de los espectáculos y mantendrán los hoteles llenos en la zona", dijo Jay-Z en una entrevista reciente con la revista City & State.
Además del respaldo de Roc Nation, el proyecto contaba con el apoyo de figuras influentes como el reverendo Al Sharpton y el excomisionado de la policía de Nueva York Bill Bratton. También prometía una inversión comunitaria de 250 millones de dólares, incluyendo un museo de derechos civiles y un plan de seguridad diseñado por Bratton.
El poder del teatro y la resistencia de Broadway
Pero no todo el mundo estaba entusiasmado. A pesar del glamour financiero del proyecto, los dueños de teatros, productores y sindicatos culturales de Broadway montaron una férrea oposición. En diversas ocasiones, manifestaciones ruidosas y audiencias comunitarias repletas reflejaron el rechazo coreografiado con precisión dramática.
La Broadway League, principal grupo gremial del teatro en EE. UU., mostró su desacuerdo argumentando que el casino desviaría la atención del teatro, afectaría al negocio local y pondría en riesgo la sostenibilidad de una escena que apenas comienza a recuperarse del golpe histórico de la pandemia de COVID-19.
"Esto fue una muestra despreciable de cobardía", exclamó Marc Holliday, CEO de SL Green, principal desarrollador del proyecto, en la reunión donde el comité rechazó la propuesta.
Racismo sistémico, inclusión y el papel de Jay-Z
La dimensión racial tampoco tardó en aflorar. Sharpton denunció el voto de la comisión - integrada exclusivamente por personas blancas - como un intento más de preservar el control histórico del entretenimiento en Times Square, adverso a actores afrodescendientes.
"Recordaremos esto en la comunidad", subrayó Sharpton tras el rechazo.
El argumento de Jay-Z y Sharpton se encuadra en una perspectiva de justicia e inclusión económica, y planteaban este casino como un catalizador de oportunidades para comunidades... excluidas sistemáticamente del crecimiento urbano.
La carrera por los casinos en Nueva York
La propuesta en Times Square no era la única compitiendo por una de las tres licencias de casino que el estado de Nueva York planea otorgar a fines de 2024. Entre los demás aspirantes se encuentran:
- Un casino de Hard Rock al lado del estadio Citi Field en Queens
- Un proyecto de Bally's en el Bronx, en un campo de golf antes administrado por una empresa de Donald Trump
- Un megacasino en Coney Island
- La expansión del Empire City Casino en Yonkers, por MGM
- Un gigantesco proyecto de Resorts World en el hipódromo Aqueduct, en Queens
Desde que los votantes aprobaron en 2013 un referéndum para permitir hasta siete casinos de gran envergadura, se otorgaron licencias a cuatro ubicados en la zona norte del estado. Hasta el momento, ningún casino con juegos de mesa ha sido aprobado dentro de la ciudad de Nueva York.
¿Es Times Square compatible con el juego?
El punto de discordia esencial es si el modelo de casino y la cultura de Broadway pueden coexistir sin que una termine devorando a la otra. Si bien Las Vegas logró integrar espectáculos teatrales en sus casinos, en Nueva York la estructura turística, empresarial y cultural es distinta.
Broadway es más que un negocio: es una institución. Genera más de 14.000 millones de dólares anuales en actividad económica y emplea a más de 90.000 personas directa e indirectamente. ¿Podría el ruido y la afluencia masiva de un casino a pocos metros afectar su atracción única?
Jay-Z argumentaba lo contrario: que al no incluir tiendas minoristas ni espectáculos propios, los visitantes del casino irían naturalmente hacia los teatros y restaurantes del área. Pero el temor de una canibalización parcial persistía, especialmente en una zona que apenas mantiene su identidad tras los embates del turismo masivo pospandemia.
La política detrás del juego
La política local también desempeñó un papel ineludible. Los licenciamientos dependen primero de la aprobación de juntas comunitarias; recién después, el proyecto pasa revisión al nivel estatal. El rechazo en Times Square pone fin inmediato a esa candidatura.
Mientras tanto, la comisión estatal de juegos de azar continúa evaluando los proyectos que sí obtuvieron luz verde comunitaria. Se espera que en diciembre se anuncien los afortunados. Una parte importante del criterio tendrá que ver con el impacto económico estimado, el compromiso ambiental y la gobernanza local.
¿Fue una oportunidad perdida?
Para algunos, la caída del proyecto fue un revés para la modernización de Manhattan. Para otros, fue una victoria del “alma” cultural de la ciudad sobre los intereses corporativos de entretenimiento y apuestas.
El caso plantea preguntas incómodas pero necesarias: ¿Dónde termina el desarrollo y comienza la gentrificación? ¿Es posible una integración justa y plural del juego en el tejido urbano sin destruir sus atractivos tradicionales?
Jay-Z y sus socios sostienen que sí. Pero esta vez, los viejos fantasmas de Broadway — en forma de quejas, protestas, lobby y narrativa — ganaron la escena.
Times Square sigue sin casino, pero no sin drama.