Pete Lien & Sons Shooting Sports Complex: ¿inversión necesaria o gasto cuestionable?
El nuevo megacentro de tiro en Dakota del Sur genera entusiasmo entre aficionados, pero también críticas por uso de fondos estatales y su impacto local.
Un complejo de tiro sin precedentes en el corazón del Medio Oeste
En las vastas llanuras de Meade County, Dakota del Sur, a unos 20 kilómetros al norte de Rapid City, se está levantando una de las infraestructuras más ambiciosas para los amantes de las armas en Estados Unidos. El Pete Lien & Sons Shooting Sports Complex está en su etapa final de construcción y se espera que comience a operar el próximo 8 de noviembre. Este proyecto, impulsado por el Departamento de Caza, Pesca y Parques de Dakota del Sur (GFP), promete ser uno de los complejos de tiro más grandes del país. Con una inversión total cercana a los $20 millones de dólares, el complejo contará con 160 bahías de tiro para rifle, pistola y escopeta, un campo de entrenamiento táctico y una instalación principal de 930 metros cuadrados para albergar eventos, capacitación policial y programas de educación sobre armas de fuego.Una controversia desde sus inicios
Desde su concepción en 2021, el proyecto ha dividido aguas. Por un lado, está el entusiasmo palpable de los entusiastas del tiro y de quienes ven el rango como una oportunidad para el desarrollo económico regional. Por otro lado, surge una fuerte oposición relacionada con el uso del dinero público, el impacto medioambiental y la escasa consideración hacia los vecinos del área. La entonces gobernadora Kristi Noem fue una de las principales impulsoras del centro de tiro. Sin embargo, su decisión de destinar $13.5 millones del Future Fund —un fondo financiado por empresas del estado para el desarrollo laboral— generó tensiones con legisladores como la representante republicana Liz May.“No tengo nada en contra de las armas ni de los campos de tiro. Lo que me molesta es que no es un uso adecuado del dinero de los contribuyentes”, dijo May.El Future Fund fue creado para ayudar a trabajadores despedidos, programas técnicos y desarrollo laboral. La asignación de estos recursos a un campo de tiro, sin aprobación legislativa, fue vista como una maniobra poco transparente y fuera de normativa por críticos del proyecto.
Financiamiento privado: el salvavidas del proyecto
El GFP planteó desde el inicio que parte del financiamiento vendría de donaciones privadas, y eso se ha cumplido. Hasta la fecha, se han recaudado más de $6.3 millones en donaciones o promesas de donación para el nuevo complejo. Entre los principales donantes:- Pete Lien & Sons: donación inicial de $800,000 y compromiso de $1.2 millones adicionales.
- South Dakota Youth Hunting Adventures: $600,000.
- Scull Construction: $200,000.
- Smith & Wesson y Glock: $150,000 cada una.
Impacto económico y turístico
El nuevo centro se espera que traiga beneficios económicos significativos para la región. Al ofrecer una instalación clasificada como de “nivel internacional”, los organizadores esperan atraer competencias nacionales e incluso internacionales, capacitaciones de agencias de seguridad pública y miles de visitantes al año. Mark Blote, copropietario de First Stop Gun & Coin en Rapid City, expresó su entusiasmo:“Va a ser genial para los aficionados de las armas en nuestra zona. Pero será también un motor económico: atraerá competiciones, y eso beneficiará a hoteles, restaurantes y otros comercios de Rapid City.”
Una oportunidad para un uso más seguro y controlado de armas
En un estado con una cultura fuertemente vinculada al uso de armas, el nuevo complejo busca, además, ofrecer un espacio seguro, controlado y educativo para la práctica del tiro. Actualmente, Dakota del Sur cuenta con 20 sitios públicos de tiro, y solo 7 permiten el uso de armas de fuego. Esto ha llevado a la proliferación de campos de tiro informales en áreas rurales, muchos de los cuales terminan siendo fuente de desechos y molestias para residentes locales. El centro servirá también como espacio de entrenamiento para fuerzas de seguridad y talleres de concienciación y seguridad sobre el uso de armas, aspecto que ha sido destacado por sus impulsores como uno de los grandes beneficios sociales del proyecto.Preocupaciones de los vecinos: ruido, tráfico e impacto en la vida rural
Pero no todos están satisfechos con el avance. El rancho de Joe y Diane Norman, con 7,600 acres, colinda con la zona del complejo. Joe Norman, de 69 años, ha sido una de las voces más críticas en el proceso:“Si están usando las 160 bahías de tiro al mismo tiempo, eso podría ser un disparo por segundo, durante más de 10 horas al día. El ruido será infernal. Y las carreteras de grava en la zona ya están destrozadas por el tráfico de construcción.”Aunque los organizadores han señalado que el espacio está configurado para mitigar el ruido —con topografía natural que sirve de escudo, taludes y direcciones de tiro hacia áreas despobladas—, persisten las dudas sobre la eficiencia de estas medidas y si se podrán mantener los niveles de sonido debajo de los 64 decibelios prometidos. Además, se ha pactado que un tramo de 5 kilómetros del camino Elk Vale Road será pavimentado para reducir el polvo y mejorar el acceso, aunque los opositores cuestionan por qué esa infraestructura pública debe modificarse para beneficio exclusivo del complejo.
¿Turismo armado o desarrollo comunitario?
Mientras el debate sobre el uso de fondos públicos persiste, el proyecto se convierte en un ejemplo perfecto de las tensiones actuales en Estados Unidos entre el fortalecimiento de la cultura armamentista y las preocupaciones sociales y éticas que acompañan este fenómeno. Proyectos como el Shooting Sports Complex reflejan una realidad incontestable: el amor por las armas sigue siendo una parte fundamental de la identidad estadounidense, en especial en estados como Dakota del Sur. Pero también dejan claro que hay una profunda necesidad de establecer equilibrios entre el desarrollo económico, el respeto a la vida rural y la transparencia en el uso del dinero de los contribuyentes.¿Y ahora qué?
Con la fecha de inauguración cada vez más cerca, todo indica que el Pete Lien & Sons Shooting Sports Complex se volverá una realidad consolidada, guste a quien guste. Para algunos será motivo de orgullo estatal y un símbolo de libertad. Para otros, una imposición gubernamental que pasó por encima del debido proceso democrático. Lo que está claro es que el proyecto no dejará indiferente a nadie y probablemente se convierta en un caso de estudio sobre cómo gestionar —o no— la planificación de grandes obras públicas con participación tanto estatal como privada. ¿El complejo de tiro traerá realmente desarrollo al estado o es simplemente otra señal de cómo el poder político puede ignorar a las comunidades locales cuando conviene? Este artículo fue redactado con información de Associated Press