¿Puede la comedia sobrevivir al escrutinio político? El arte de hacer reír en tiempos de cancelación
‘Saturday Night Live’, Kimmel y Colbert bajo la lupa: Humor, controversia y una sociedad cada vez más intolerante con la sátira
La comedia, esa antigua aliada de la crítica social y política, atraviesa un terreno pantanoso en pleno siglo XXI. Desde los escenarios de Saturday Night Live (SNL), que acaba de cumplir 50 años, hasta las trincheras de los late-night shows estadounidenses donde figuras como Jimmy Kimmel y Stephen Colbert han establecido una línea sarcástica cargada de política, el humor se mueve, tambaleante, entre la provocación y la cancelación.
Este es un análisis sobre cómo se transformaron el entretenimiento nocturno y la sátira televisiva en Estados Unidos. Este fenómeno nos enfrenta a una gran pregunta: ¿aún se puede hacer comedia sin miedo en un mundo hiperconectado y políticamente polarizado?
Los nuevos rostros de la comedia
Los primeros nombres para abrir la temporada 51 de SNL son Bad Bunny, Amy Poehler y Sabrina Carpenter, reflejo de una era donde la diversidad artística y la representación son tan importantes como el talento humorístico en sí.
- Bad Bunny (4 de octubre): Segunda vez como anfitrión. A pesar de su imagen de estrella musical, ha demostrado versatilidad en sketches políticos y sociales en SNL.
- Amy Poehler (11 de octubre): Antigua integrante del elenco de SNL, regresa para conmemorar el exacto aniversario de los primeros 50 años del programa original (11 de octubre de 1975).
- Sabrina Carpenter (18 de octubre): Debuta como presentadora y también será la invitada musical del episodio.
Todo parece armonioso en Studio 8H, pero el equilibrio de la comedia frente al clima político ya no es cosa fácil. La reciente suspensión de Jimmy Kimmel por sus comentarios sobre Charlie Kirk lo evidencia.
Jimmy Kimmel, Colbert y el humor como arma política
Mientras que Kimmel ha sido vocalmente crítico con líderes republicanos y con Donald Trump específicamente, Stephen Colbert ha convertido su Late Show prácticamente en un monólogo diario contra la derecha. ¿Están estos comediantes utilizando sus plataformas para iluminar injusticias o simplemente están predicando a un coro ideológico?
Jon Stewart, Bill Maher, Greg Gutfeld y John Oliver son otros nombres que optaron por una comedia fuertemente politizada, aunque cada uno desde una perspectiva diferente:
- John Oliver: Aplaudido por su profundidad investigativa en Last Week Tonight.
- Greg Gutfeld: En Fox News, representa el contrapeso conservador con un enfoque sarcástico.
- Bill Maher: Provoca tanto a conservadores como progresistas, siendo una figura incómoda en cualquier salón ideológico.
Esta tendencia generó una reacción desde algunos sectores, cuestionando si los programas de comedia se han convertido en aulas partidistas disfrazadas de entretenimiento.
Johnny Carson lo advirtió hace décadas
En una famosa entrevista con 60 Minutes en 1979, Johnny Carson ya alertaba del peligro:
“Una vez que crees que lo que dices tiene una gran importancia, empiezas a sentirte demasiado importante. Puedes usar el programa como una plataforma, y eso es peligroso.”
Carson rara vez hablaba de política. Prefería hacer reír sin dividir al público. En contraste, ahora los talk shows parecen diseñados para confirmar los sesgos ideológicos de sus espectadores.
La cultura de la cancelación y la comedia bajo fuego
Kimmel no está solo. Otros presentadores han enfrentado consecuencias similares:
- Brian Williams (NBC): Suspendido por adornar experiencias en la guerra de Irak.
- Sharon Osbourne (CBS): Expulsada tras comentarios sobre racismo y defensa de Piers Morgan.
- Megyn Kelly (NBC): Cancelada por comentar sobre el uso de “blackface”.
- Don Lemon (CNN): Despedido tras comentarios sexistas hacia Nikki Haley.
Hay algo que conecta todos estos casos: el poder del micrófono encendido. El llamado “hot mic” –cuando se escucha lo que no se debería decir– ha sido responsable de la caída de varias carreras.
Billy Bush es un caso paradigmático. Su risa ante los comentarios misóginos de Trump en 2005 lo sacó permanentemente del show “Today” en 2016.
No solo lo que se dice, sino cómo se vive
Más allá de lo que se dice al aire, también se cuestiona la conducta fuera de cámara. Basta con recordar nombres como:
- Matt Lauer (NBC): Acusado de comportamiento sexual inapropiado con múltiples mujeres.
- Charlie Rose (CBS): Cayó tras denuncias similares.
- Chris Cuomo (CNN): Ayudó activamente a su hermano, el exgobernador Andrew Cuomo, en sus escándalos de acoso, violando la ética periodística.
En todos estos casos, el escándalo personal derrumbó intereses institucionales. Las empresas mediáticas no dudaron en cortar lazos para protegerse del daño empresarial, social y político.
¿Y qué pasa con el público?
Las redes sociales amplifican cada comentario. Un chiste mal recibido se vuelve viral en minutos, sometido al juicio de millones. Este fenómeno ha provocado dos tendencias:
- Autocensura creativa: Comediantes que temen abordar ciertos temas.
- Radicalización por reacción: Humoristas que eligen deliberadamente empujar los límites como forma de resistencia.
Como lo dijo Jay Leno recientemente:
“Prefiero no alienar a nadie. No entiendo por qué buscar dividir, cuando puedes incluir.”
El balance es complejo: hacer reír e incomodar, sin herir al punto que anule toda conversación.
SNL y la evolución de una institución cultural
Saturday Night Live ha sido una plataforma para sátiras legendarias desde su creación en 1975. La celebración de su temporada 50, reconocida con 12 premios Emmy, fue un tributo a la historia de la comedia televisiva estadounidense.
Se homenajearon sketches icónicos de personajes como Gilda Radner, Eddie Murphy, Dana Carvey y muchos más. La presencia de antiguos miembros como Amy Poehler, Tina Fey y Jimmy Fallon mostraron cómo SNL sigue siendo una incubadora de talento.
Pero también evidencia un cambio: comediantes como Bowen Yang, Sarah Sherman y Ego Nwodim han llevado el programa hacia un contenido más progresista, generando divisiones con parte del público tradicional.
¿Es posible una nueva comedia post-partidaria?
La pregunta persiste: ¿hacia dónde va la comedia? ¿Es inevitable que se politice?
El reto será preservar la sátira como forma de reflexión, sin destruirla con censura ni trivializar sus herramientas. Como bien dice el refrán:
“La comedia es la forma más valiente de decir la verdad.”
Pero con gran poder viene... ya sabemos: una gran responsabilidad.