Afganistán bajo los escombros: la reconstrucción urgente tras un terremoto devastador
Entre montañas arrasadas, aldeas inaccesibles y miles de muertos, se libra una carrera contra el tiempo para salvar lo que aún queda en pie
Una tragedia anunciada: la fuerza destructiva del sismo del 31 de agosto
La noche del 31 de agosto de 2025 sacudió con furia el este de Afganistán, dejando una estela de destrucción, luto y desesperación. Un terremoto de magnitud 6.0, superficial pero implacable, alcanzó zonas montañosas remotas en la provincia de Kunar, derrumbando casas construidas con materiales rudimentarios como barro, madera y piedra. En cuestión de segundos, miles de hogares se transformaron en trampas mortales.
Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), al menos 2.200 personas murieron y miles resultaron heridas. Las consecuencias son catastróficas y el desafío logístico monumental: el terremoto provocó más de 40.500 cargas de camiones en escombros que aún deben ser removidas.
Comunidades desconectadas y ayuda a pie
Uno de los grandes obstáculos de los esfuerzos de rescate y reconstrucción ha sido el aislamiento geográfico de muchas de las regiones afectadas. Dewagal y otras áreas rurales carecen incluso de caminos adecuados, por lo que el acceso solo es posible mediante recorridos a pie que pueden llevar horas o, en algunos casos, días. El gobierno talibán ha desplegado helicópteros y comandos militares para realizar evacuaciones, en paralelo con el lento arribo de organizaciones humanitarias.
"Esto es una carrera contra el tiempo", declaró Devanand Ramiah, representante del Buró de Crisis del PNUD. “Las operaciones de eliminación de escombros y reconstrucción deben comenzar de manera segura y rápida”.
Vivienda, agua y dignidad: las necesidades fundamentales
En medio del caos, hay claras prioridades que resurgen entre los supervivientes. Según Zia ur Rahman Speenghar, vocero del comité talibán encargado de atender a los damnificados, las principales demandas de la población son la reconstrucción de viviendas y el abastecimiento de agua potable.
Ya se han comenzado a construir tres carreteras en el valle de Dewagal, y se prevé extender la red vial a zonas donde antes no existía ninguna. Los primeros auxilios humanitarios incluyen dinero en efectivo, alimentos, tiendas de campaña, camas y artículos de primera necesidad.
No obstante, la magnitud del desastre exige soluciones sostenibles. “Diversos países y organizaciones han ofrecido ayuda para construir viviendas, pero eso toma tiempo,” explicó Speenghar. Se está evaluando qué tipo de viviendas son viables en esta región propensa a terremotos.
Afganistán y su tormenta perfecta
La devastación provocada por el sismo no es un hecho aislado, sino parte de una tormenta perfecta de crisis que ha golpeado a Afganistán en los últimos años. Así lo expresó Roza Otunbayeva, jefa de la misión de las Naciones Unidas en el país, durante una sesión informativa ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Entre los múltiples desafíos se encuentran:
- Desastres naturales recurrentes
- Recortes en la ayuda internacional
- Un sistema económico colapsado
- Restricciones severas a las libertades personales
- El retorno masivo de afganos desde países vecinos, como Irán y Pakistán
Estas condiciones hacen extremadamente difícil coordinar una respuesta efectiva a desastres como el terremoto reciente.
Infraestructura en ruinas: casas que ya no volverán a ser hogar
El impacto del terremoto sobre la infraestructura ha sido desolador. Según imágenes satelitales y datos del PNUD, muchas aldeas han quedado reducidas a polvo. Familias enteras duermen a la intemperie debido a la inutilidad de sus antiguas viviendas y la ausencia de refugios adecuados.
Cientos de familias han relatado historias estremecedoras. “Los muros se nos vinieron encima mientras dormíamos,” relató Rahmatullah, un campesino de Dewagal, cuya esposa e hija murieron bajo los escombros.
La población actualmente sobrevive gracias a la ayuda internacional, pero hay regiones donde ni siquiera ha llegado un solo convoy humanitario. Las aldeas en lo alto de las montañas corren el riesgo de otro desastre si las lluvias invernales comienzan pronto.
Reconstrucción a ciegas: el riesgo de repetir errores
Históricamente, la reconstrucción tras desastres en Afganistán ha estado plagada de ineficiencia y corrupción. En el terremoto de 2022 en el sureste del país, muchos de los fondos destinados a la reconstrucción desaparecieron o fueron mal utilizados.
La ONU y otras organizaciones exigen transparencia y sostenibilidad en este nuevo proceso. El desafío no es solo rehacer viviendas, sino construir infraestructura resistente que pueda hacer frente a futuros temblores. Al respecto, Roza Otunbayeva enfatizó: “La reconstrucción sin planificación adecuada es solo una forma costosa de prepararse para el próximo colapso”.
Un pueblo resiliente, pero exhausto
A pesar del dolor, las dificultades y las pérdidas, el espíritu del pueblo afgano no se quiebra. En los campamentos improvisados a lo largo de los caminos, abundan los gestos de solidaridad entre vecinos. Se comparten alimentos escasos, se levantan carpas con las manos de muchos, se celebran oraciones nocturnas pidiendo fuerza para resistir la devastación.
Pero la resiliencia tiene un límite si no se gestiona con apoyo internacional sostenido y eficaz. “Ya no necesitamos solo condolencias. Necesitamos ayuda concreta,” dijo Nasima, una madre que perdió su hogar y sus dos hijos en el siniestro.
¿Y ahora qué?: la responsabilidad compartida
La comunidad internacional ha comenzado a responder, pero los plazos y la magnitud de la catástrofe exigen más que asistencias puntuales. La ONU ha pedido una mayor coordinación entre entidades multilaterales y el gobierno talibán. Esto incluye asegurar corredores humanitarios, capacitaciones para reconstrucción sísmica y fondos de emergencia que se distribuyan bajo reglas claras.
Países como Catar, Turquía y Emiratos Árabes Unidos han enviado ayuda directa, pero aún falta una intervención más significativa de potencias como Estados Unidos, China e India.
Afganistán no puede enfrentar solo esta catástrofe. Si la comunidad internacional considera que preservar la vida, la dignidad y el desarrollo forma parte de sus valores compartidos, este es el momento de demostrarlo.
Un muro que se viene abajo puede volver a levantarse, pero una vida perdida jamás regresa
El futuro de miles de afganos hoy cuelga de un hilo lleno de incertidumbre. Lo que sucede en Kunar no debe ignorarse ni olvidarse en medio del ruido geopolítico global. En cada camión que transporta ayuda, en cada mano que remueve escombros, hay una esperanza de reconstrucción—no solo física, sino también humana.
Como dijo Devanand Ramiah: "Es una carrera contra el tiempo". Pero también lo es contra el abandono y la insensibilidad. Una carrera que apenas ha comenzado.