El mural que abraza al inmigrante: arte y fe en la Catedral de San Patricio

Una obra monumental celebra la diversidad cultural de Nueva York y pinta un mensaje de amor más allá de la política migratoria

Un homenaje visual a la historia viva de la inmigración

En pleno corazón de Manhattan, la Catedral de San Patricio —uno de los símbolos más icónicos de Nueva York— ha revelado una obra monumental que invita tanto a la contemplación como a la reflexión: un mural de 7.6 metros de altura que rinde homenaje a los inmigrantes, pasados y presentes, que han dado forma a la ciudad más global del mundo.

La pieza, titulada “What’s So Funny About Peace, Love, and Understanding” (¿Qué tiene de gracioso la paz, el amor y la comprensión?), es más que una intervención decorativa. Se trata de una narrativa visual que refleja los rostros de la esperanza y la resiliencia humana. Según el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y quien encargó la obra, el mural busca dar nueva vida a una entrada que se sentía “gris” y sin alma. “Necesitábamos iluminarla, darle chispa,” dijo Dolan durante la presentación oficial.

Fe y migración: un mensaje atemporal

Lo interesante de esta obra es que, sin proponerse como una declaración política, envía un mensaje profundo en tiempos de polarización en torno a la migración. “Queremos que cualquiera que entre se sienta amado y bienvenido”, expresó el reverendo Enrique Salvo, el rector de la catedral y él mismo inmigrante nicaragüense. “Es un recordatorio de que, sin importar lo que pase en la política, debemos tratar a todos con amor y respeto.”

Este enfoque cobra especial relevancia en un contexto donde las tensiones migratorias en Estados Unidos —entreredes de redadas, expulsiones sumarias, y debates legislativos congelados— siguen generando conflictos en las comunidades locales. En ese sentido, la obra actúa como resistencia simbólica, y como refugio espiritual.

Una galería histórica en el umbral de la ciudad

El mural fue creado por el artista local Adam Cvijanovic y combina estilos clásicos y contemporáneos para contar una historia centrada en los inmigrantes, tanto anónimos como célebres. Entre las figuras representadas, destacan:

  • Pierre Toussaint, esclavo haitiano liberado que se convirtió en uno de los grandes filántropos de la ciudad.
  • St. Kateri Tekakwitha, la primera santa indígena de América del Norte.
  • Dorothy Day, activista católica por los derechos de los pobres y fundadora del Movimiento del Trabajador Católico.
  • Alfred E. Smith, exgobernador de Nueva York y el primer católico en ser nominado por un partido importante a la presidencia de EE.UU.

Una sección especial del mural representa la aparición en Knock, Irlanda, característica de la espiritualidad mariana. También incluye escenas de inmigrantes irlandeses arribando en barco —un guiño a la historia de los obreros que construyeron la catedral en el siglo XIX.

Nueva York: ciudad de santos y soñadores

La catedral de San Patricio, consagrada en 1879, es un testimonio arquitectónico del auge inmigrante que transformó Manhattan en una Babel moderna. Fue erigida por trabajadores inmigrantes —en su mayoría irlandeses— en medio de grandes oleadas de pobreza y persecución religiosa. Hoy, la ciudad ha cambiado, pero sigue siendo un imán para los desplazados del mundo.

Este mural es también una exhortación silenciosa a recalibrar la empatía colectiva en un país donde la retórica antiinmigrante ha alcanzado niveles alarmantes. Según el Pew Research Center, en 2023 vivían en Estados Unidos más de 45 millones de personas nacidas en el extranjero, representando aproximadamente el 13.5% de la población total. Y muchos llegaron primero a Nueva York.

La dimensión espiritual del arte urbano-sacral

Como señala Cvijanovic, “La pieza tenía que hablar el idioma de lo sagrado, pero también de lo urbano.” La dualidad de la obra —su fusión de espiritualidad y cotidianidad— redefine el papel del arte sacro en el siglo XXI. Ya no es sólo decoración litúrgica, sino un puente emotivo entre fe, historia y responsabilidad social.

No es coincidencia que esta obra se presente justo cuando Nueva York enfrenta desafíos importantes en cuanto al manejo de solicitantes de asilo. Entre agosto de 2022 y abril de 2024, más de 180,000 migrantes han llegado a la ciudad, muchos enviados en autobuses desde estados controlados por gobiernos antiinmigrantes. Las redes de apoyo comunitario y eclesiástico se han movilizado para brindar ayuda humanitaria básica.

Cuando el arte desafía la narrativa dominante

“El arte religioso ha sido un refugio, una protesta y una esperanza silenciosa en muchos momentos históricos difíciles,” comenta la historiadora del arte sacro Alessandra Bruni, de la Universidad de Fordham. “Este mural, si bien no grita, sí respira el mensaje evangélico de acogida y misericordia”.

La espiritualidad no puede ser neutral frente al sufrimiento humano. Así como grandes catedrales medievales narraban el drama bíblico a pueblos analfabetos, obras como esta dan voz visual a las historias de quienes, en otros contextos, serían invisibles. Una madre cruzando fronteras con su hijo en brazos. Un joven dejando Siria. Un abuelo mexicano que construyó rascacielos. Todos tienen cabida en este mural vivo.

El arte como acto de resistencia compasiva

Ya en la década de 1980, la Catedral de San Patricio fue anfitriona de misas en apoyo al movimiento santuario, acogiendo a centroamericanos perseguidos por dictaduras militares. Hoy, continúa esa línea, ahora mediante el arte. Como si cada pincelada fuera una oración por justicia.

En palabras del cardenal Dolan: “Este mural no trata sobre la política de Washington, sino sobre el alma de Nueva York. Y eso trasciende colores partidistas.”

Una invitación abierta a ver y sentir

Con más de seis millones de visitantes al año, la Catedral de San Patricio es uno de los destinos turísticos y religiosos más transitados del mundo. Este mural realza esa experiencia e invita a todos —creyentes o no— a detenerse, mirar y, sobre todo, reflexionar.

“Queremos que la gente vea que cada rostro aquí representado tiene una historia de coraje,” concluye el reverendo Salvo. “Y que se reconozcan a sí mismos en esos rostros.”

En una ciudad marcada por el dinamismo, la diversidad y el debate constante, este mural emerge como una pausa sagrada, un manifiesto visual que grita sin alzar la voz: aquí todos tienen un lugar.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press