La crisis del azúcar orgánico en EE.UU.: ¿protección agrícola o golpe a la industria alimentaria?
Aranceles, cuotas y un mercado desequilibrado afectan el precio del azúcar orgánico y amenazan a pequeños fabricantes de alimentos
La industria alimentaria orgánica en Estados Unidos enfrenta una tormenta perfecta: políticas proteccionistas del gobierno, aranceles punitivos y una escasa infraestructura agrícola interna han colocado al azúcar orgánico en el centro de un conflicto con profundas consecuencias económicas. Precios al alza, empresas al borde del cierre y consumidores frustrados son solo algunas ramificaciones de esta problemática creciente.
¿Qué está pasando con el azúcar orgánico?
Más del 90% del azúcar orgánico utilizado por fabricantes estadounidenses es importado, mayoritariamente de países como Brasil, que proporciona el 40% del total. Sin embargo, desde agosto del presente año, la administración ha implementado aranceles comerciales altos sobre este tipo de importaciones, particularmente provenientes de Brasil, y ha reducido drásticamente la cuota anual de azúcar orgánico que puede entrar al país libre de aranceles.
¿La consecuencia inmediata? Un aumento anticipado del 30% en el precio del azúcar orgánico, según la Organic Trade Association. Este incremento impactará directamente el costo de producción de alimentos orgánicos como yogures, galletas, panes, granolas y más.
Un mercado con alta demanda... y poca oferta
La situación se agrava porque Estados Unidos no produce suficiente azúcar orgánico para cubrir su propia demanda. Solo una granja —propiedad de Florida Crystals Corporation— opera actualmente como productora nacional de azúcar orgánico, y cubre apenas un 8% del mercado interno. Convertir un cultivo convencional a uno orgánico realmente rentable requiere, como mínimo, tres años, lo que hace inviable una solución rápida desde la producción nacional.
“Estamos siendo castigados por usar un ingrediente que ni siquiera podemos obtener en EE.UU., ni vemos posibilidad de que eso cambie pronto”, lamentó Britt Lundgren, ejecutiva de la empresa de yogures orgánicos Stonyfield.
Una política que impacta el bolsillo y la supervivencia empresarial
Los efectos de estas medidas pueden sentirse desde dos frentes claros: los incrementos en precios al consumidor y el riesgo de cierre de pequeñas empresas. Por un lado, los fabricantes anticipan una necesidad urgente de subir los precios de sus productos para poder compensar el costo del nuevo azúcar. Por el otro, muchas de estas empresas —en su mayoría pequeños negocios familiares o productores de alimentos premium— simplemente no tienen el margen financiero suficiente para absorber estos costos.
"Estas pequeñas empresas que venden productos artesanales o especializados simplemente van a ser expulsadas del mercado", comentó Nigel Willerton, presidente de Whole Earth Brands, una compañía dedicada a endulzantes naturales.
¿Por qué el azúcar orgánico es más caro?
El azúcar orgánico no es simplemente una versión más "saludable" del azúcar común. Producirlo conlleva cumplir con rigurosas normas de cultivo dictadas por el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA). Estas incluyen el uso nulo de pesticidas y fertilizantes sintéticos, aislamiento de cultivos convencionales, sistemas de irrigación y procesamiento especializado para evitar la contaminación cruzada.
Este tipo de azúcar le cuesta ya a los fabricantes entre un 30% y 50% más que el azúcar tradicional. Con los nuevos aranceles, algunos fabricantes estiman que ese costo podría duplicarse. Willerton estima que su empresa verá un incremento del 100% en este insumo clave.
¿Es esta una estrategia a favor de los productores nacionales?
Hasta ahora, el Departamento de Agricultura (USDA) justifica estas restricciones como un mecanismo para respaldar la producción nacional y mantener los precios. Pero los críticos se preguntan qué efecto real pueden tener estas medidas, considerando que solo una empresa produce azúcar orgánico en suelo estadounidense.
Tom Chapman, codirector ejecutivo de la Organic Trade Association, expresó su incertidumbre: “Cuando analizamos los comunicados del USDA, mencionaban cierres de molinos y reducción en producción nacional, pero tenemos un solo molino. Estaba funcionando antes y sigue funcionando ahora”.
Impacto directo en los consumidores
Si bien gran parte del azúcar orgánico importado es absorbido por fabricantes, una porción llega a tiendas para su uso doméstico. A partir de octubre, los productos de panadería casera, conservas y mezclas de bebidas endulzadas orgánicas podrían ver aumentos significativos en el precio final en supermercados y tiendas naturales.
Y este incremento no afectará a todos por igual. Productos con alto contenido de azúcar, como dulces, glaseados, postres y refrescos orgánicos, podrían ver alzas de entre el 15% y el 50%, mientras que aquellos donde el azúcar es secundario (como yogures o panes integrales) podrían tener subidas en torno al 5%-10%.
Ejemplos de industrias afectadas
- Snacks saludables: Compañías de barristas de cereal, galletas sin aditivos y smoothies están entre las más impactadas.
- Productos infantiles: Alimentos orgánicos para bebés tienen regulaciones estrictas que les impiden cambiar ingredientes por alternativas más baratas.
- Panaderías locales: Muchas pequeñas panaderías artesanales dependen de azúcar orgánico importado y verían afectada su rentabilidad.
Falta de incentivos a nuevos productores
Los críticos también señalan que, si bien el USDA está limitando las importaciones, no está ofreciendo incentivos tangibles para promover más cultivos orgánicos de azúcar en el país. Convertir una operación de azúcar tradicional en una certificada como orgánica requiere no solo tiempo, sino también inversión en suelos, capacitación y certificación. Sin apoyos claros, no hay condiciones para el crecimiento nacional del azúcar orgánico.
¿Alternativas? Difíciles e insuficientes
Ante la situación, algunos fabricantes exploran el uso de endulzantes alternativos como stevia, eritritol o miel orgánica, pero estas opciones:
- No aplican a todos los productos, especialmente en panadería.
- Requieren rediseño y reformulación de recetas, lo cual representa costos adicionales.
- Pueden cambiar el perfil de sabor, disminuyendo la fidelidad del consumidor.
¿Y ahora qué?
El sector orgánico estadounidense siempre ha nadado contra la corriente. Sin subsidios comparables a los cultivos tradicionales, con estándares más exigentes y ahora con nuevas medidas proteccionistas que parecen tener consecuencias contraproducentes, muchos de sus actores sienten que están siendo orillados al límite.
“Se trata de una industria que ha crecido por la demanda del consumidor consciente. Ahora se enfrenta a una política que la castiga por depender de ingredientes difíciles de encontrar aquí”, concluyó Chapman.
De no cambiar la política actual o recibir estímulos específicos para aumentar la producción local, podríamos estar ante una crisis que determinará el futuro de cientos de pequeñas empresas y miles de empleos en el sector alimentario orgánico.
Más allá de ideologías comerciales, lo que está en juego es la capacidad de elegir opciones de alimentos más saludables y sostenibles en la mesa del consumidor estadounidense medio.