La tensión crece en Medio Oriente: violencia en frontera, cine polémico y fallos militares sacuden a Israel

Entre ataques fronterizos, crisis humanitarias en Gaza y decisiones culturales polémicas, Israel vive uno de sus momentos más convulsos en décadas

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El conflicto en Oriente Medio: un punto de ebullición permanente

Israel atraviesa una etapa crítica donde las aristas del conflicto geopolítico, sociocultural y militar convergen de forma explosiva. Desde nuevos ataques armados en los pasos fronterizos, hasta polémicas decisiones culturales como recortes de presupuestos a premiaciones cinematográficas, pasando por fallas militares en operaciones en Líbano, el panorama israelí refleja una crisis de seguridad, identidad y gobernanza.

Un nuevo tiroteo estremece el paso fronterizo entre Cisjordania y Jordania

El pasado jueves, un violento incidente estremeció una de las zonas más tensas del planeta: el paso fronterizo israelí entre Cisjordania ocupada y Jordania. Dos personas murieron, una de aproximadamente 60 años y otra de unos 20, según confirmaron los servicios médicos del Magen David Adom. El atacante fue “neutralizado” en el lugar. Aún no hay confirmación oficial del gobierno israelí sobre los motivos ni antecedentes del agresor.

Este hecho rememora otro ataque similar ocurrido en septiembre del 2024, cuando un exsoldado jordano asesinó a tres israelíes en el mismo cruce, en lo que se interpretó como una respuesta violenta relacionada con la guerra Israel-Hamás.

Desde el ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023, el cual fue considerado por Israel como uno de los actos más brutales en su contra en las últimas décadas, la violencia se ha disparado en toda la región. La ofensiva israelí sobre Gaza ha desplazado a más de 200,000 personas, y según la ONU, hay cientos de miles atrapados en Gaza City. Gran parte de la ciudad se encuentra en ruinas tras las ofensivas del ejército israelí.

Un premio de cine se convierte en campo de batalla política

En medio del conflicto militar, otra polémica sacudió la opinión pública israelí: el ministro de Cultura, Miki Zohar, decidió cortar el financiamiento a la ceremonia de los prestigiosos Premios Ophir —el equivalente israelí al Oscar— tras la victoria del filme "El mar" como mejor largometraje.

La cinta cuenta la emotiva historia de un niño palestino de 12 años que se escapa de Cisjordania para ver el mar por primera vez. Pero lo que podría ser interpretado como una tierna historia humana, causó ira en sectores del gobierno. Zohar, miembro del partido Likud y aliado cercano de Netanyahu, afirmó que la película “escupe sobre los soldados israelíes” y que bajo su gestión “los ciudadanos no pagarán con sus impuestos una ceremonia que deshonra a nuestros héroes”.

La situación deja preguntas serias sobre libertad artística, censura y la polarización creciente que vive Israel hoy. Pese al veto, la película representará a Israel en los Premios Oscar, lo cual podría generar tensión diplomática o incluso un debate internacional sobre la narrativa oficialista israelí.

Fallos militares y justicia castrense: el caso de Líbano

Mientras tanto, las tensiones militares con el norte también revelan grietas internas en el ejército israelí. El coronel Yoav Yarom, exjefe de estado mayor de la Brigada Golani, será procesado por su participación en una polémica incursión en Líbano en noviembre de 2023, que resultó en la muerte de dos israelíes: Zeev Erlich (70 años) y Gur Kehati (20 años). Yarom había renunciado poco tiempo después del incidente.

Los informes revelan que Erlich, conocido colono e investigador de historia judía, no estaba en servicio activo pero llevaba uniforme y portaba un arma cuando fue víctima de una emboscada de Hezbolá. El ejército intenta dilucidar cómo se permitió su ingreso a la zona de combate y por qué se le permitió usar equipamiento militar.

Israel ha afirmado que se abrirá un juicio previo y que se están evaluando cargos. Este proceso es clave para entender los límites entre la institucionalidad castrense y los intereses ideológicos que muchas veces se entrecruzan en este tipo de conflictos.

Violencia, desplazamientos y cultura: el rompecabezas israelí-palestino

El conflicto israelí-palestino no se limita al control de territorios. Es un cruce de narrativas, emociones nacionales y odios sedimentados por décadas.

  • Desplazamientos masivos: Según la ONU, más de 1.9 millones de personas (casi el 85% de la población de Gaza) han sido desplazadas desde el inicio de la guerra.
  • Destrucción cultural: Más de 200 sitios arquológicos o patrimoniales han sido dañados o destruidos en las ofensivas, según UNESCO.
  • Polarización política interna: Las recientes acciones tanto del gobierno como de la oposición reflejan fracturas internas cada vez más difíciles de contener.

Las decisiones políticas como cortar fondos a eventos culturales podría parecer menor, pero en el contexto de un país donde la identidad nacional se construye con componentes militares, religiosos y mesiánicos, la cultura también se convierte en campo de batalla.

Gaza: una catástrofe humanitaria sin fin

El drama humanitario en Gaza se intensifica. La ofensiva israelí sobre Gaza City ha dejado centenares de muertos y desplazados. Gran parte del norte y centro de la franja se encuentra en ruinas. Las infraestructuras médicas han colapsado y muchos hospitales han sido evacuados o han dejado de funcionar.

Según cifras del Ministerio de Salud de Gaza, más de 35,000 personas han muerto desde octubre del 2023, incluyendo cerca de 14,000 niños. La ONU ha calificado el conflicto como “una crisis de derechos humanos sin precedentes en el siglo XXI”.

¿Una salida posible?

A medida que el conflicto escala, las voces internas de Israel también reflejan fatiga. Un segmento creciente de la población cuestiona la estrategia del gobierno y su enfoque exclusivamente militar frente a los problemas estructurales que alimentan el odio y la violencia.

El caso de la película “El mar” es una ventana simbólica hacia realidades ignoradas. Quizás también sea un llamado a examinar los conflictos desde una óptica más humana. Hasta ahora, sin embargo, el gobierno israelí parece estar tomando el camino contrario: endurecer políticas, cerrar diálogos y usar la cultura como un instrumento ideológico.

Mientras tanto, Palestina sigue pagando el precio con su vida, su historia y su memoria colectiva. Y el mundo, entre espectadores e interesados, mantiene una atención intermitente a una herida que no deja de sangrar desde 1948.

“El mar” podría ser la historia de un niño palestino, pero también podría ser un espejo para muchos israelíes que ya no reconocen el país en el que viven.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press