¿Tractores eléctricos en el campo? Así se transforma la agricultura sostenible

Los tractores eléctricos podrían revolucionar la agricultura para pequeños agricultores. Conoce sus ventajas, retos y el futuro hacia la automatización

Una nueva era sobre ruedas silenciosas

En un polvoriento galpón de equitación al interior de Michigan State University, un grupo de agricultores se turna para subirse a un tractor rojo cereza que no emite humo ni rugidos. En lugar de eso, hay un leve zumbido, una aceleración sorprendente y comentarios llenos de esperanza acompañados por algunas dudas.

¿La estrella del evento? Un tractor eléctrico en fase de prueba que lleva más de dos años en desarrollo por parte de los investigadores de esta universidad. Entre ellos, Ajit Srivastava, profesor de ingeniería agrícola que sueña con transformar la vida de los pequeños productores en el mundo.

Tractores sin diésel: ¿ficción o futuro en camino?

El uso de tecnologías limpias en la agricultura ha ganado protagonismo en los últimos años. Si bien los tractores eléctricos aún representan una fracción mínima del mercado, empresas y académicos coinciden: su potencial para cambiar el agro es inmenso, sobre todo para los pequeños agricultores.

“Lo que esperamos hacer cuando nos jubilemos es electrificar toda la finca. El tractor es la última pieza que falta”, dice Don Dunklee, propietario de una granja de vegetales orgánicos que funciona con energía solar y eólica desde hace décadas.

La idea resuena especialmente entre quienes buscan prácticas agrícolas sostenibles, evitar el gasto creciente del combustible fósil y mejorar su imagen de cara al consumidor ecológico.

Ventajas silenciosas y sustentables

  • Cero emisiones: ideales para cultivos dentro de invernaderos o cercanos a zonas pobladas.
  • Funcionamiento silencioso: su zumbido leve contrasta con el rugido de los motores de combustión interna.
  • Mantenimiento más sencillo: al tener menos piezas móviles, se espera que su mantenimiento sea más económico y menos frecuente.
  • Compatibles con energía solar: muchas granjas ya cuentan con paneles solares que podrían alimentar estos vehículos.

Pero no todo es campo fértil...

Como en toda transición tecnológica, los obstáculos también abundan. Varios agricultores presentes en la demostración expresaron inquietudes sobre la autonomía de la batería, el precio de adquisición y la resistencia del vehículo para tareas más pesadas como la labranza intensiva.

“La distancia al suelo parece menor debido a la batería debajo del chasis”, comentó uno de los participantes. Y otros se preguntaban si realmente sería asequible para las granjas que operan con márgenes muy reducidos.

Según Derek Muller, gerente de sistemas eléctricos en John Deere, el objetivo no es reemplazar toda la flota de tractores convencionales. “Será una de muchas opciones. No es la solución principal, pero sí una alternativa real”, explicó.

El foco: pequeñas granjas y cultivos especializados

El prototipo desarrollado en Michigan demuestra su potencial en tareas como el deshierbe de cultivos especiales (zanahorias, espárragos, etc.) y el trabajo entre hileras en huertos donde el espacio es reducido. Para granjas con orientación orgánica o mercados locales, estas máquinas parecen ser una herramienta perfecta.

Empresas como Monarch Tractor están apostando fuerte en este nicho desde 2019, diseñando unidades compactas y listas para una futura automatización.

Automatización y agricultura de precisión: una dupla ganadora

Los tractores eléctricos no sólo prometen una alternativa ecológica, sino que se perfilan como el primer paso hacia la automatización del agro. Muchas startups agrícolas trabajan ya en modelos que integran inteligencia artificial y autonomía, donde los tractores podrán sembrar, regar o aplicar pesticidas sin intervención humana.

Praveen Penmetsa, CEO de Monarch Tractor, destaca que una de las ventajas prácticas es que un tractor eléctrico no consume energía estando detenido, a diferencia de un modelo diésel que continúa emitiendo CO₂ mientras espera instrucciones.

Un paso hacia el futuro... pero con los pies en la tierra

Ajit Srivastava inició su desarrollo con la idea de replicar un par de bueyes usando piezas accesibles para que cualquiera pudiera construirlo. Hoy, su prototipo aún no es impermeable y no tiene fuerza suficiente para arar campos duros, pero aspira llegar al mercado por alrededor de 30.000 dólares, mucho más accesible que las soluciones comerciales existentes.

“Si fuéramos a mecanizar todos los agricultores de pequeña escala del mundo, no hay suficiente diésel para alimentar esa maquinaria”, comenta Srivastava, quien cree que electrificar es más una necesidad ambiental que una moda.

¿Quiénes están detrás del volante del cambio?

Aunque los subsidios gubernamentales han bajado, existen tres perfiles clave para los futuros usuarios:

  1. Pequeños productores en América o Europa que buscan sostenibilidad.
  2. Universidades e institutos agrícolas que los usan en investigación.
  3. 'Gentleman farmers' (agricultores recreativos), interesados en prácticas autosustentables.

Además, el interés crece en Europa, donde las políticas agrícolas promueven la reducción de emisiones y las prácticas ecológicas con más rapidez. En países como Alemania, Francia o los Países Bajos —grandes defensores de la economía verde—, el uso de maquinaria con cero emisiones empieza a perfilarse como requisito en ciertos subsidios gubernamentales.

¿Y si el tractor puede pensar?

El siguiente paso en esta evolución es implementar tecnologías de visión computarizada y aprendizaje automático en los tractores, para que puedan conseguir autonomía plena. Esa visión ya no es futurista: empresas como Bonsai Robotics y Agtonomy integran estos sistemas en vehículos eléctricos y en modelos con motores mixtos.

Tim Bucher, fundador de Agtonomy, comenta que aunque al principio apostó totalmente por lo eléctrico, la tecnificación hoy permite a los granjeros escoger su fuente de energía sin perder eficiencia, gracias al avance del software autónomo.

Aun así, en su propia finca opta por lo eléctrico, argumentando que los beneficios son tangibles no solo ambientalmente, sino también en su rentabilidad.

¿Una revolución silenciosa en el campo?

La transición hacia la electricidad en la agricultura no es inmediata ni fácil, pero los pasos ya están dados. La construcción de maquinaria asequible, la disponibilidad de cargadores rurales, la mejora de las baterías con más autonomía y la integración con fuentes energéticas limpias son retos que serán superados con inversión, investigación e incentivos adecuados.

Lo que antes parecía inaccesible, hoy se convierte en opción para muchos agricultores. Y quizá en menos de una década, escuchar el rugido del motor en los campos sea una reliquia del pasado, desplazado por el zumbido del futuro.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press