¿Un escudo nuclear saudí-pakistaní? Una alianza que preocupa al mundo

El acuerdo de defensa entre Pakistán y Arabia Saudita podría redefinir el equilibrio nuclear en Medio Oriente

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Una poderosa alianza en ciernes ha capturado la atención global: Pakistán, la única potencia nuclear del mundo islámico, ha declarado que pondrá su capacidad atómica a disposición de Arabia Saudita, conforme al nuevo pacto de defensa firmado entre ambos países. Este anuncio ha generado una oleada de reacciones internacionales, ante la posibilidad de que se altere de forma significativa el equilibrio estratégico en una región marcada por conflictos crónicos y rivalidades nucleares latentes.

Un pacto militar con implicaciones nucleares

El ministro de Defensa paquistaní, Khawaja Mohammad Asif, declaró en una entrevista para el medio Geo TV que "las capacidades nucleares de Pakistán estarán disponibles para Arabia Saudita si así lo requiere el acuerdo", lo cual representa la primera admisión clara por parte de Islamabad de extender su llamado paraguas nuclear a una nación aliada.

Este pacto fue firmado el pasado miércoles y contempla que un ataque contra uno de los firmantes será considerado como un ataque contra ambos. La estipulación recuerda al Artículo 5 del tratado de la OTAN, pero en este caso podría tener implicaciones atómicas sin precedentes en el Golfo Pérsico.

Una antigua alianza sellada con uranio

La conexión nuclear entre Pakistán y Arabia Saudita no es nueva. Aunque durante décadas ha estado envuelta en ambigüedad, documentos de seguridad, expertos y exfuncionarios han sugerido insistentemente que Riad ha sido un financiador clave del programa nuclear paquistaní. Según el general retirado Feroz Hassan Khan, Arabia Saudita brindó "un respaldo financiero generoso que permitió que el programa continuara incluso bajo sanciones internacionales".

Pakistán, por su parte, desarrolló sus capacidades nucleares en el contexto de su rivalidad histórica con India. Desde las pruebas nucleares de 1998 en Chagai, Baluchistán, el país ha acumulado un arsenal estimado en 170 cabezas nucleares según el Boletín de Científicos Atómicos. India dispone de unas 172, lo que indica un equilibrio muy fino y potencialmente inestable.

¿Un despliegue disuasivo contra Israel?

La coyuntura en la que se firma este acuerdo no es casual. Hace apenas unos días, un ataque de Israel contra líderes de Hamas en Catar encendió las alarmas de seguridad en el Golfo. El pacto militar entre Islamabad y Riad parece enviar un mensaje implícito contra Tel Aviv, tradicionalmente considerado como la única potencia nuclear de Medio Oriente, aunque nunca ha confirmado oficialmente tener armas nucleares.

De confirmarse la cobertura nuclear saudí mediante Pakistán, se rompería una barrera psicológica estratégica establecida desde los Acuerdos de No Proliferación Nuclear (TNP), los cuales Arabia Saudita aún respeta formalmente. Esto podría motivar la proliferación en otras zonas, como Irán o incluso Egipto.

Arabia Saudita, el poder detrás del poder

Arabia Saudita ha intentado durante décadas desarrollarse militarmente, pero ha carecido de capacidades nucleares propias. En 2018, el príncipe heredero Mohammed bin Salman declaró categóricamente a CBS News que "si Irán desarrolla una bomba nuclear, nosotros también". Esa ambición, hasta ahora hipotética, podría estar a punto de concretarse sin siquiera recurrir a enriquecer uranio en Riad.

Lo crucial del acuerdo con Pakistán es que le permitiría a Arabia Saudita acceder al escudo nuclear sin necesidad de violar directamente el TNP, lo que lo convierte en una jugada maestra desde el punto de vista diplomático y geoestratégico.

La reacción internacional: silencio, preocupación y cálculos

Ni Estados Unidos, ni Europa, ni siquiera Israel han emitido hasta ahora declaraciones oficiales sobre esta declaración. Pero el silencio puede ser tanto reconocimiento implícito como señal de cautela. Washington históricamente ha sido un aliado clave de ambos países, pero las recientes tensiones han enfriado su influencia en Riad e Islamabad.

En cambio, China mantiene una creciente presencia económica y defensiva entre ambos países, lo que abre la puerta a un nuevo triángulo estratégico Beijing-Riad-Islamabad. En ese juego, Pakistán emerge como el proveedor, Arabia Saudita como el patrocinador, y China como el árbitro silencioso.

Geopolítica nuclear invisible: más allá de las ojivas

Para comprender la magnitud del anuncio, conviene recordar que una capacidad nuclear no es solo cuestión de ojivas. Incluye fuerzas operativas, silos, vehículos de lanzamiento, protocolos de mando, entrenamiento constante y, sobre todo, disuasión psicológica. Pakistán ya ha oficializado que sus fuerzas están "entrenadas para el campo de batalla" desde sus pruebas nucleares en 1998. Incorporar a Arabia Saudita a este sistema implica estandarizar sus defensas, coordinación binacional, y generar protocolos conjuntos ante hipotéticos ataques.

Un riesgo de proliferación en cadena

Cabe preguntarse qué efecto dominó podría generar. Irán, que avanza con su programa nuclear bajo creciente presión internacional, podría acelerar desarrollos bélicos. Turquía, que en el pasado reclamó derechos nucleares equivalentes, podría exigir acceso o construir el suyo propio. De igual modo, Egipto, eterno líder del mundo árabe, no vería con buenos ojos que sus rivales del Golfo posean ese poder de disuasión.

La ONU y la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) podrían ver debilitadas sus capacidades de vigilancia si los acuerdos nucleares se externalizan entre Estados sin mediación internacional.

¿La OTAN del mundo islámico?

Aunque no se ha formalizado ninguna organización defensiva regional, este pacto abre posibilidades para una estructura estilo OTAN islámica con potencia nuclear. A esto se suma que Pakistán ya ha entrenado tropas saudíes y desplegado oficiales en diferentes momentos. En 2015, por ejemplo, cooperaron en la coalición encabezada por Arabia Saudita en Yemen.

Pakistán posee además una vasta infraestructura militar gracias a su rivalidad constante con India, lo cual lo convierte en un actor con experiencia bélica, programas de misiles balísticos (como el Shaheen-III con alcance de 2.750 km) y submarinos con capacidad de segundo ataque.

El cruce con Estados Unidos

Pakistán ha sido sancionado repetidas veces por parte de Estados Unidos debido a su desarrollo nuclear, pero sobrevive gracias a diversificación en su política exterior con China y los países del Golfo. En tanto, Arabia Saudita continúa siendo un aliado de primer orden para Occidente, aunque muy autónomo bajo el liderazgo del príncipe Mohammed bin Salman.

Si Estados Unidos no logra contener esta alianza, podría producirse un reordenamiento profundo de las lealtades estratégicas en Medio Oriente y Asia del Sur, desatando una nueva carrera armamentista con implicaciones globales.

Riesgos globales: entre la disuasión y la destrucción

Entre los expertos, las opiniones están divididas. Para algunos, esta alianza genera un nuevo equilibrio regional que podría evitar conflictos mayores, tal como lo hizo la disuasión mutua EE.UU.-URSS durante la Guerra Fría. Para otros, confiar en la única potencia nuclear musulmana para garantizar la seguridad de una monarquía del Golfo crea más preguntas que respuestas.

¿Cuál es el protocolo en caso de uso? ¿Tendría Arabia Saudita derecho de activación autónoma? ¿Incluiría entrenamiento de tropas saudíes en tecnología nuclear? ¿Y cómo responderá Israel?

El peligro no está solo en las armas, sino en los errores de cálculo político, diplomático o militar que una situación como esta puede acarrear.

Un mundo que cambia de eje… hacia un nuevo orden nuclear

La noticia marca un nuevo capítulo en los equilibrios internacionales. Pakistán, tras décadas a la sombra de la rivalidad indopaquistaní, gana protagonismo global. Arabia Saudita envía un mensaje de poder regional. El Medio Oriente se llena de nuevas incógnitas. Y el mundo… observa.

¿Una nueva gran guerra fría de proporciones nucleares está en camino? Aún es pronto para saberlo. Pero lo cierto es que la bomba ha dejado de ser el fin y se ha convertido, una vez más, en el medio.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press