19 de septiembre: La fecha que sigue temblando en la memoria de México
A cuatro décadas del sismo de 1985 y con la tragedia repetida en 2017, la Ciudad de México mantiene vivo el recuerdo, el aprendizaje y la herida de su día más largo
Ciudad de México tiene en su memoria colectiva una fecha marcada con angustia: el 19 de septiembre. No importa si la tierra tiembla o no, el temblor emocional revive cada año con la misma fuerza. Desde aquel terremoto de 1985, que devastó la capital con una magnitud de 8.1, hasta el insólito sismo gemelo del 2017, esta fecha ha transformado la forma en que este país se relaciona con la prevención, la solidaridad y la tragedia.
El terremoto de 1985: Una herida sísmica
Eran las 7:19 de la mañana del 19 de septiembre de 1985 cuando un poderoso terremoto sacudió sin piedad a la Ciudad de México. Con una magnitud de 8.1 en la escala de Richter, el sismo y sus réplicas devastaron amplias zonas de la capital.
La cifra oficial de muertos ronda los 12,000, aunque muchas estimaciones señalan que podrían haber sido más de 20,000. Lo cierto es que ni el gobierno ni los cuerpos de emergencia estaban preparados para algo de semejante magnitud.
“Ese día cambió todo. Ya no era solo cómo usábamos los edificios, sino cómo nos cuidábamos entre nosotros”, comentó el arquitecto y rescatista Alejandro Rodríguez, uno de los miles de voluntarios improvisados que salieron a salvar vidas entre los escombros.
Hotel Regis: símbolo de la pérdida
Entre los íconos del desastre, el colapso del Hotel Regis se convirtió en un emblema. El elegante edificio de principios del siglo XX, centro de la vida social, artística y política mexicana, quedó reducido a escombros. La imagen de su letrero, aún visible sobre las ruinas, le dio rostro a la tragedia.
Actualmente, el sitio donde estuvo el Regis es la Plaza de la Solidaridad, ocupada por comerciantes, pero también por la memoria colectiva de una ciudad que no olvida.
Los bebés milagro del hospital Juárez
Uno de los episodios más conmovedores ocurrió en el Hospital Juárez, cuya torre de 12 pisos colapsó. Enrique Linares, entonces estudiante de contabilidad, recuerda una nube rojiza: “Pensé que era polvo, pero era la mezcla del humo, sangre y escombros”.
Durante días, soldados, civiles y personal médico buscaron vida entre los restos. La esperanza surgió cuando lograron rescatar con vida a varios recién nacidos, quienes fueron nombrados “los bebés milagro”. Esta historia inspiró incluso una telenovela ese mismo año: “Angeles sin nombre”.
Las costureras: víctimas dobles
Uno de los sectores más golpeados fue el textil. Bajo las ruinas de varias maquilas colapsadas, cientos de costureras quedaron atrapadas en condiciones infrahumanas. Gloria Juandiego recuerda los gritos desesperados bajo los escombros y la inacción de los jefes y del gobierno.
“Se preocuparon más por rescatar las máquinas y mercancía que por nuestras compañeras”, acusó. Muchas trabajadoras murieron simplemente porque no se les permitió usar telas para hacer torniquetes ni se les brindó atención inmediata.
Ese dolor, sin embargo, generó un movimiento social. El Sindicato 19 de Septiembre nació para luchar por condiciones laborales dignas. Pero la historia se repitió en 2017: otro edificio de maquila mal construido se derrumbó sobre trabajadoras --esta vez eran migrantes.
Los Topos: héroes bajo tierra
En medio del desastre de 1985, surgió un símbolo de esperanza: Los Topos. Francisco Camacho, actual director del colectivo, relata cómo comenzaron a usar latas de sardinas y sus manos para buscar sobrevivientes entre los escombros de la Unidad Tlatelolco.
“Los niños traían agua, una señora organizaba la cadena de rescate, y el tenor Plácido Domingo nos animaba llamándonos 'topos'”, recuerda Camacho. Así nació el grupo especializado en rescate urbano, reconocido a nivel mundial hoy en día, con más de 1,200 miembros activos.
Han intervenido en desastres naturales en más de 30 países, de Turquía a Haití. En México, continúan entrenando cada domingo, en cualquier clima, como parte de su compromiso con la prevención.
2017: la repetición del trauma
La ciudad aún aprendía de sus heridas cuando un nuevo sismo, de magnitud 7.1, volvió a estremecer la capital el mismo 19 de septiembre de 2017. Sucedió justo dos horas después del simulacro anual en conmemoración de 1985.
Esta vez murieron alrededor de 370 personas, varias de ellas niños en la Escuela Enrique Rébsamen, un colegio que colapsó debido a fraudes estructurales y permisos irregulares.
Las redes sociales jugaron un papel crucial en la organización de rescates y donaciones. El movimiento civil revivió, demostrando que, aunque hay avances, aún hay muchos vacíos en la prevención y respuesta oficial.
Legado sísmico: cultura, alerta y resistencia
Ambos sismos cambiaron profundamente a la sociedad mexicana en al menos tres aspectos:
- 1. Cultura de Protección Civil: Desde 1986, México impulsó un sistema nacional de Protección Civil. Hoy, millones de personas participan cada 19 de septiembre en un macro simulacro a nivel nacional.
- 2. Normativas de Construcción: Se reformaron leyes y códigos de construcción, obligando a mejores prácticas para evitar colapsos estructurales.
- 3. Sistema de Alerta Sísmica: Instalado en 1991 y mejorado desde entonces, emite alertas anticipadas de hasta 50 segundos antes de que llegue un sismo a la CDMX. Sin embargo, su efectividad depende del tipo y localización del epicentro, como se evidenció en 2017.
Una ciudad en espera constante
La Ciudad de México está asentada sobre un antiguo lago y rodeada de fallas geológicas activas. Es por ello que es considerada una de las metrópolis más vulnerables a terremotos en el mundo, junto con Tokio, Estambul y San Francisco.
Cada año, miles de ciudadanos viven la fecha con solemnidad y ansiedad. “A veces me sorprendo revisando si la taza en la mesa vibra o si es mi imaginación”, confiesa Mariana Cortés, vecina de la colonia Roma.
Las exhibiciones permanentes, placas conmemorativas, murales y documentales abundan. En los parques, plazas y escuelas se honra la memoria con minutos de silencio, simulacros y ofrendas.
Las cicatrices siguen abiertas
Los efectos psicológicos de haber vivido uno o ambos sismos han sido estudiados durante años. Según cifras del ISSTEM (Instituto de Seguridad Social del Estado de México), más del 60% de los capitalinos mayores de 35 años presentan síntomas de estrés postraumático cada septiembre.
El dolor no termina con la reconstrucción física. La San Rafael, la Doctores, la Narvarte y Tlalpan aún tienen estructuras apuntaladas, edificios abandonados y familias desplazadas.
Moraleja: no basta recordar, hay que actuar
Cada 19 de septiembre se vuelve una oportunidad para recordar el pasado, evaluar el presente y prepararnos para un futuro que, como la tierra, sigue siendo incierto. La cultura sísmica de México hoy es más robusta que hace 40 años, pero todavía insuficiente para garantizar seguridad total.
Como reza uno de los carteles más recordados tras el desastre de 1985: “Nuestra sumisión quedó bajo los escombros”. Hoy —más que nunca— la ciudadanía exige memoria, justicia y prevención.