Ausencia de liderazgo y violencia política: el cóctel que corroe la confianza en EE.UU.

De la economía al asesinato de figuras públicas, los republicanos enfrentan un país en el que ya no reconocen rumbo ni unidad

La desesperanza cunde en el Partido Republicano. Un nuevo sondeo realizado por el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos revela una caída abrupta en la confianza de los votantes republicanos respecto al porvenir del país. Apenas la mitad de ellos cree que Estados Unidos marcha en la dirección correcta, una disminución brusca desde el 70% registrado en junio.

¿Qué ha cambiado tan rápidamente el ánimo en la derecha estadounidense? La respuesta parece estar en una tormenta perfecta de violencia política, crisis económica, polarización social y la percepción de un país al borde del colapso moral. Este análisis pretende abordar las razones detrás de este giro pesimista, centrándonos especialmente en cómo ciertos eventos recientes han alterado drásticamente el sentir colectivo de una fracción clave del electorado.

Un giro pesimista sin precedentes

Tradicionalmente, la visión sobre el rumbo del país varía dependiendo de qué partido esté en el poder. Sin embargo, el descontento republicano no responde exclusivamente a las políticas de una presidencia demócrata. La indignación y tristeza que expresan muchos votantes parece tener raíces más profundas y emocionales, minadas por actos extremos como el asesinato de dirigentes políticos.

Por ejemplo, Chris Bahr, un republicano de 42 años residente en Houston, expresó en la encuesta: “Si me hubieras preguntado hace dos semanas, no habría mencionado la violencia como gran preocupación. Pero ahora eso ha cambiado por completo.”

Asesinatos políticos: una nueva norma

El punto de quiebre parece haber llegado con el asesinato de Charlie Kirk, activista conservador y fundador de Turning Point USA, quien fue abatido en Utah durante un evento con jóvenes republicanos. Pero este no fue un caso aislado. Melissa Hortman, líder legislativa demócrata de Minnesota, y su esposo fueron asesinados en junio. En abril, el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, y su familia escaparon de un incendio provocado en su vivienda.

La percepción generalizada no es solo que ambos lados del espectro político están siendo atacados, sino que el contrato social está roto. El 42% de los estadounidenses ya decía en octubre del año pasado estar “extremadamente” o “muy” preocupado por un incremento de violencia política, según otra encuesta del mismo centro de estudios.

Una generación desencantada

El cambio de opinión ha sido particularmente fuerte entre los republicanos menores de 45 años. En junio, 31% de ellos creían que el país iba en una mala dirección; hoy, esa cifra ha escalado al 61%. La juventud derechista, lejos de estar motivada por propuestas políticas, parece haberse sumido en la parálisis emocional y la desesperanza.

“Crees que estás avanzando en tu carrera, pero todo sube de precio a tu alrededor. Es como si no pudieras respirar”, dijo Mustafa Robinson, camionero y padre de familia que vive en Delaware County, al suroeste de Filadelfia.

Estas sensaciones no solo están relacionadas al bolsillo. Hay una añoranza de unidad nacional rota. Ambos sentimientos —económico y social— se fusionan en una narrativa pesimista difícil de revertir con eslóganes de campaña.

Auge del miedo entre las mujeres republicanas

No solo los más jóvenes han perdido la fe. El estudio muestra que el 75% de las mujeres republicanas cree que EE.UU. va en la dirección incorrecta, un salto desde el 27% apenas tres meses atrás.

“Nadie respeta a nadie ya”, dijo Joclyn Yurchak, una trabajadora de almacén en Pensilvania. “Es todo violencia, no solo política. Es como si se estuviera rompiendo el tejido social del país.”

Yurchak también señala preocupaciones laborales y migratorias, pero siempre vuelve al mismo punto: la nación se está deshilachando comunitariamente. Hasta quienes no ponen el ataque a Charlie Kirk como su principal inquietud mencionan un sentimiento general de ruptura cultural.

La economía: una constante subyacente

La inflación, el encarecimiento del coste de vida y la dificultad de acceder a buenos empleos también son ingredientes del malestar. Jeremy Gieske, gerente de producto en Minnesota, enumeró primero preocupaciones económicas antes de terminar reconociendo que, en el fondo, su decepción tiene más que ver con el “veneno político” que según él, recorren todas las conversaciones.

“Estamos a punto del colapso social… ¿Es Kirk la gota que rebalsó el vaso?”, se cuestiona retóricamente.

La respuesta republicana: ¿más división o unidad?

Tras el asesinato de Charlie Kirk, Donald Trump acusó directamente a la “izquierda radical” de ser responsable. Además, el expresidente ha sugerido clasificar a ciertos movimientos progresistas como terroristas domésticos, revocar sus exenciones fiscales, e incluso comenzar investigaciones bajo la ley RICO, normalmente usada contra mafias.

Mientras tanto, la polarización alcanza al Congreso. Las discusiones presupuestarias están atascadas entre republicanos partidarios de una resolución de gasto provisional y demócratas que insisten en mayores inversiones en salud.

El escenario ha creado una atmósfera política envenenada donde los tiroteos ya no son eventos chocantes, sino parte de un continuo de alarmismo y desconfianza.

Arizona: microcosmos del conflicto nacional

El clímax se instala en Arizona, donde se celebra una elección especial tras la muerte del congresista demócrata Raúl Grijalva. Su hija, Adelita Grijalva, pretende reemplazarlo en un distrito históricamente demócrata pero ahora campo de batalla entre liberales progresistas y conservadurismo asediado.

Grijalva cuenta con el respaldo de figuras como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, mientras que su rival republicano, Daniel Butierez, apela al hartazgo conservador con Washington. Aunque los demócratas tienen ventaja numérica en el distrito, es una lucha espacial que, simbólicamente, refleja el dilema nacional: ¿ruido o reconciliación?

¿Cuánto más puede aguantar la democracia estadounidense?

La pregunta que subyace no es meramente electoral, sino existencial. ¿Puede sobrevivir una democracia en la que el respeto se ha erosionado al punto del asesinato político? ¿Dónde queda el diálogo cuando la diferencia ideológica se convierte en odio mortal?

Hoy, los republicanos lo sienten con más fuerza que nunca: la nación que conocieron se deshace. Pero también otros ciudadanos lo intuyen, aunque con matices distintos. Las cifras de asesinatos por motivos políticos han crecido lentamente desde el fin de la Guerra Fría, según datos del Global Terrorism Database. Y aunque no vivimos los años 60s, marcados por magnicidios como el de los hermanos Kennedy y Martin Luther King, la aceleración de hechos recientes inquieta seriamente.

Queda por ver si esta época de zozobra marcará un nuevo ciclo de unidad o si, por el contrario, consolidará una cultura política donde ganar significa aniquilar al adversario.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press